¿Sabías que la temperatura superficial media global es 1,1 °C más alta que el promedio de la era preindustrial, siendo los últimos siete años los más cálidos registrados en la historia?

Cada año, el reporte “The Lancet Countdown: seguimiento de los avances en materia de salud y cambio climático” ofrece información sobre cómo el cambio climático afecta la salud de las personas y cuáles son las consecuencias de no reaccionar a tiempo. Presenta cuarenta y tres indicadores sobre el impacto de las temperaturas extremas en la salud.

En octubre de 2022 se publicó el séptimo informe de Lancet Countdown, realizado con el aporte de 99 expertos de 51 instituciones, entre ellas la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), bajo el auspicio del University College de Londres. La publicación del reporte coincide con el 30 aniversario de la firma de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y con la 27ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas (COP27).

Periodismo de Barrio traduce y resume los principales puntos del informe, que puede ser consultado  aquí en inglés.

¿Cuáles son los principales mensajes del reporte de 2022?

La temperatura superficial media global es 1,1 °C más alta que el promedio de la era preindustrial (Foto: Periodismo de Barrio).

  • La persistente adicción a los combustibles fósiles está amplificando los efectos del cambio climático sobre la salud y agravando las crisis concurrentes de la energía, el coste de la vida, la alimentación y la COVID-19 a las que nos enfrentamos.
  • Los gobiernos siguen subvencionando los combustibles fósiles por un importe de cientos de miles de millones de dólares al año; cantidades comparables a sus presupuestos sanitarios totales. Mientras tanto, la profunda falta de financiación socava una transición justa hacia una energía asequible, saludable y sin emisiones de carbono.
  • Los responsables de la toma de decisiones aún pueden ofrecer hoy sistemas energéticos más resistentes, salvando al menos 1,2 millones de vidas gracias a un aire más limpio y 11,5 millones de vidas gracias a dietas más saludables, reduciendo la pobreza energética y ofreciendo ciudades más saludables y habitables.

El impacto del cambio climático en la salud y la seguridad alimentaria

Las temperaturas más altas en 2021 acortaron las temporadas de crecimiento de los cultivos (Foto: Periodismo de Barrio).

  • Entre 2000 y 2021 las personas estuvieron expuestas a un aumento medio de la temperatura estival dos veces superior a la media mundial.
  • En los últimos 10 años se experimentó una media de 281 horas más al año de riesgo moderado de estrés térmico en actividades al aire libre, debido al calor intenso, en comparación con el periodo 1991-2000.
  • La mortalidad relacionada con el calor en personas mayores de 65 años aumentó aproximadamente un 68 % entre 2000-2004 y 2017-2021.
  • El cambio climático afecta la distribución y transmisión de muchas enfermedades infecciosas, incluidas las transmitidas por vectores, por alimentos y por el agua. La idoneidad climática para la transmisión del dengue aumentó un 11-5 % para el Aedes aegypti y un 12-0 % para el Aedes albopictus desde 1951-1960 hasta 2012-2021.
  • La exposición humana a días de peligro de incendio muy alto o extremadamente alto aumentó en el 61 % de los países.
  • En promedio, un 29 % más de superficie mundial se vio afectada por una sequía extrema durante, al menos, un mes al año entre 2012-2021.
  • La carne roja y la leche contribuyen al 55 % de las emisiones de la agricultura mundial.
  • En 2021 la exposición al calor provocó la pérdida de 470 000 millones de horas potenciales de trabajo, lo que supone un aumento del 37 % respecto a 1990-1999. El 87 % de las pérdidas en los países con un bajo Índice de Desarrollo Humano se produjeron en el sector agrícola.
  • Las temperaturas más altas en 2021 acortaron las temporadas de crecimiento de los cultivos en todo el mundo: 9,3 días para el maíz; 1,7 días para el arroz; 6 días para el trigo de invierno y primavera.
  • En 2020, la exposición a las PM2,5 antropogénicas en el ambiente contribuyó a 3,3 millones de muertes. De ellas, 1,2 millones estaban directamente relacionadas con la combustión de combustibles fósiles.

¿Cuál es el rol de los combustibles en el cambio climático?

Con el aumento del consumo de energía, las emisiones de CO2 relacionadas con la energía alcanzaron un récord en 2021 (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).

La intensidad de carbono en el sistema energético mundial ha disminuido menos de 1 % desde que se estableció la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y la generación mundial de electricidad sigue dominada por los combustibles fósiles; las energías renovables solo contribuyen al 8,2 % del total. Específicamente, durante el año 2020, la biomasa y los combustibles fósiles representaron el 31 % y el 26 % de la energía doméstica mundial, respectivamente. Con el aumento del consumo de energía, las emisiones de CO2 relacionadas con la energía alcanzaron un récord en 2021.

Las políticas actuales indican que habrá un aumento de 2,7 °C para finales de siglo. Incluso con los compromisos que los países establecieron, las emisiones mundiales en 2030 podrían estar 13,7 % por encima de los niveles de 2010. A pesar de ello, los gobiernos siguen subvencionando los combustibles fósiles, en muchos casos, por cantidades comparables o superiores a sus presupuestos sanitarios. Al mismo tiempo, las empresas petroleras y de gas registran beneficios extraordinarios. Los países más ricos no han cumplido su compromiso de aportar las sumas acordadas en el Acuerdo de Copenhague de 2009 para apoyar la acción climática en los países en desarrollo, por lo que los esfuerzos climáticos afrontan una notable escasez de financiación.

El abandono de los combustibles fósiles podría evitar los 1,2 millones de muertes que se producen por la exposición a las PM2,5 ambientales. El rediseño urbano ecológico podría aumentar la resiliencia climática, al tiempo que mejoraría la salud física y mental gracias a ciudades más sanas y habitables.

Principales recomendaciones del reporte

  • Alimentación y dietas sostenibles. Desarrollar estrategias y planes alimentarios nacionales que apoyen la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, protegiendo al mismo tiempo los suelos, la biodiversidad, el aire, el agua y la salud pública del planeta. Esto incluye fomentar dietas más saludables, reducir la ingesta de carne roja y productos lácteos (con menos uso de pesticidas y fertilizantes). Debe prestarse especial atención a restringir la comercialización y la publicidad de alimentos poco saludables, con una gran huella de carbono.
  • Disminuir la contaminación del aire. A más tardar en 2030 se deben adaptar plenamente las normas de calidad del aire de la Unión Europea (que son jurídicamente vinculantes a nivel nacional) a las Directrices Mundiales de Calidad del Aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS.
  • Ecologización del sector sanitario. Aumentar los esfuerzos nacionales para descarbonizar los servicios sanitarios. El sector debe desarrollar sistemas de gestión de residuos e invertir en investigación sobre sostenibilidad y atención sanitaria segura para el paciente.

En 2023 la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático realizará el primer Inventario Mundial, esto es: una evaluación del progreso colectivo hacia el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.

Sobre el autor

Mónica Fernández Salinas

Graduada de Historia del Arte por la Universidad de La Habana, Cuba (2010). Máster en Comunicación Estratégica por la Universitat Rovira i Virgili, España, (2021). Aborda temas de política, economía, género y salud.

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