Cuando supe lo desafortunados que fueron nuestros vecinos de Pinar del Río tras el paso del huracán Ian, preparé una mochila y, con la cámara en la mano, me puse en camino hacia el municipio Viñales, uno de los más afectados por este fenómeno.

Al llegar, pude percibir que en el centro de la ciudad había daños en el tendido eléctrico: muchos postes de electricidad partidos, o bien en el suelo. En las afueras, en pueblos cercanos como Cuajaní, República de Chile y Puerto Esperanza, se notaban más los estragos en las viviendas rurales con techos de zinc y paredes de tablas. Los mayores perjuicios estaban localizados en las vegas de cultivos: el tabaco de la provincia sufrió daños extremos en un 80 %. También el café y el plátano fueron devastados casi en su totalidad.

Conocí a varios abuelos que lo habían perdido todo, desde sus cultivos hasta sus viviendas, el trabajo de una vida entera. A pesar de tanto desastre, estas personas me brindaban lo poco que tenían.

Casa rural de mampostería que perdió el techo en su totalidad. Valle La Penitencia, Viñales (Foto: Manuel Almenares).

Zoila Alfonso Puentes vive con su hijo Jesús Manuel García en una casita rural en el barrio Cuajaní. El techo de su casa fue removido por el huracán (Foto: Manuel Almenares).

Entrada trasera de la casa de Zoila y su hijo Jesús después del paso del huracán, en la parte superior se aprecia el daño que sufrió el inmueble (Foto: Manuel Almenares).

Jesús trata de recuperar las tejas de zinc tiradas a varios metros de la casa por las fuertes ráfagas de viento (Foto: Manuel Almenares).

La casa de Víctor, devastada en su totalidad, quedaba frente al famoso “Mural de la prehistoria” (Foto: Manuel Almenares).

Zaida y Víctor actualmente viven en casa de su nieto, quien les dio albergue tras la pérdida total de su vivienda y de muchas de sus pertenencias (Foto: Manuel Almenares).

Vista desde el interior de la casa prestada a Víctor y Zaida (Foto: Manuel Almenares).

Mario (Mayito) me cuenta que el huracán le tumbó una arbolada de mamey. Ya no podrá disfrutar de estos frutos en su hogar, pues desde que se siembra hasta que florece, el mamey tarda tres años (Foto: Manuel Almenares).

Retrato a Ricardo Quiñones, de 76 años y ciego, a los pies de un árbol sacado de raíz por el huracán. Carretera de Cuajaní (Foto: Manuel Almenares).

Base de campismo devastada por el huracán en Puerto Esperanza, por esta zona de la costa norte salió el huracán Ian rumbo a La Florida (Foto: Manuel Almenares).

Valle La Penitencia, Viñales, un sembrando de plátanos yace en el suelo en su totalidad. Este cultivo fue uno de los más afectados tras el paso del huracán. Muchos piensan que dentro de unas semanas se sentirá la verdadera secuela de Ian en la esfera alimenticia (Foto: Manuel Almenares).

 

Sobre el autor

Manuel Almenares

La Habana (1992). Es miembro asociado de la Agencia Jíbaro Photos desde el 2020. Fotorreportero de la revista Opus Habana (2016-2019). Entre los reconocimientos obtenidos se encuentran el Gran Premio de la Fototeca de Cuba y la Beca de Creación Alfredo Sarabia al ensayo La enfermedad sobre la enfermedad. Su proyecto Vida interior recibió mención en la Beca de Creación Fotográfica Raúl Corrales (2018), otorgada por la Fototeca de Cuba. Su más reciente muestra personal Verbo de perro tuvo lugar en la 17 Muestra Joven del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos. Ha participado en múltiples exposiciones colectivas, nacionales e internacionales.

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