En el año 2021 empecé a realizar un ensayo fotográfico, aún en curso, que aborda la pervivencia de la belleza en edificios y solares habaneros antiguos y derruidos, prontos a extinguirse, en los que aún hoy se desarrolla la vida.

Así llegué al antiguo Hotel Surf, un edificio en ruinas anclado al comienzo del litoral habanero, atraído por el remanente de su atípica belleza. Poseía años atrás dos entradas, una principal por la avenida Malecón y otra secundaria por la calle San Lázaro, que ahora permanece cerrada. Recuerdo cuando niño atravesarlas de extremo a extremo como si se tratara de un túnel del tiempo.

A pesar de poseer solo tres niveles, el edificio no pasa desapercibido a la vista. Su fachada está enchapada totalmente con piezas de cerámica. “Azulejos de baños y cocinas”, así lo definieron en algún momento el Ayuntamiento de La Habana y el Colegio de Arquitectos, manifestando desacuerdo con la obra del innovador arquitecto Raúl Rodríguez Sorá. Fue uno de los pocos hoteles construidos entre 1940 y 1950, época en la que el turismo era un ámbito promisorio. Con la llegada de la Revolución cubana el Hotel Surf pasó a ser un edificio de viviendas.

En una de mis primeras visitas al inmueble conocí a dos de las familias que lo habitan actualmente, y comencé entonces a crear un documento visual sobre ellas. Estas personas me han concedido acceso a su intimidad y quehaceres cotidianos. La primera familia está compuesta por la abuela María, su nieta Daniela y los padres de la niña. Ellos viven en un cuarto del primer piso. La segunda familia está compuesta por Yodaimis y su esposo, sus hijas jimaguas pequeñas Laura y Lauren, y la abuela de las niñas. Ellos viven en una de las dieciséis habitaciones originales del hotel, en la última planta.

Como puede apreciarse a simple vista, en la actualidad el edificio se encuentra en estado de lamentable deterioro, víctima del vandalismo, del inexorable paso del tiempo y de los escasos recursos empleados en su mantenimiento. La mayor parte se encuentra clausurada o inhabitable debido a los derrumbes frecuentes. Sin embargo, en las ruinas del viejo hotel estas familias llevan una vida lo mejor posible.

El gran sofá. En medio del patio interior, donde en la actualidad perdura esta especie de banco de concreto revestido de azulejos, pasan el rato María, a su izquierda Daniela, su nieta, y a la derecha una amiga de la niña (Foto: Manuel Almenares).

María me muestra el interior de su cuarto (Foto: Manuel Almenares).

El sueño. María y Daniela acostumbran a pasar largos ratos sentadas en el gran sofá de azulejos. Sobre ellas un mosaico ilustrado con flamencos que en la actualidad ya no existe, víctima del vandalismo (Foto: Manuel Almenares).

María y Daniela posan para un retrato en el pasillo de la fachada del hotel. Según María, con 13 años ella se fue a vivir al edificio, la misma edad que tiene ahora su nieta (Foto: Manuel Almenares).

María espera el regreso de Daniela de la escuela (Foto: Manuel Almenares).

María y Daniela despiden el atardecer en la fachada del edificio. A su alrededor se puede ver lo que queda de los azulejos (Foto: Manuel Almenares).

Vista del litoral desde el interior roído del Hotel Surf (Foto: Manuel Almenares).

Lauren y su hermana Laura pasan el rato después del almuerzo. A la izquierda de la imagen, el padre hace algunas tareas domésticas en su cuarto (Foto: Manuel Almenares).

Las jimaguas Laura y Lauren juegan con su padre (Foto: Manuel Almenares).

Laura regresa del círculo infantil (Foto: Manuel Almenares).

Las hermanas Laura y Lauren juegan con su madre Yodaimis en un cuarto sin techo al lado de su vivienda (Foto: Manuel Almenares).

Luego de una mañana movida en casa, las jimaguas se proponen tomar una siesta (Foto: Manuel Almenares).

Sobre el autor

Manuel Almenares

La Habana (1992). Es miembro asociado de la Agencia Jíbaro Photos desde el 2020. Fotorreportero de la revista Opus Habana (2016-2019). Entre los reconocimientos obtenidos se encuentran el Gran Premio de la Fototeca de Cuba y la Beca de Creación Alfredo Sarabia al ensayo La enfermedad sobre la enfermedad. Su proyecto Vida interior recibió mención en la Beca de Creación Fotográfica Raúl Corrales (2018), otorgada por la Fototeca de Cuba. Su más reciente muestra personal Verbo de perro tuvo lugar en la 17 Muestra Joven del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos. Ha participado en múltiples exposiciones colectivas, nacionales e internacionales.

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