El 28 de febrero de este año, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas inglés) publicó el informe Cambio Climático 2022: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad. El documento constituye la segunda entrega del Sexto Informe de Evaluación de la institución y aborda los efectos del fenómeno en la biodiversidad, los ecosistemas, y las comunidades, así como las capacidades y límites para adaptarse a las variaciones del clima.

Periodismo de Barrio responde varias preguntas esenciales para comprender el contenido del texto y las acciones adoptadas en Cuba para limitar los impactos del cambio climático en el país.

¿Cuántas partes tendrá el Sexto Informe de Evaluación?

El informe completo consta de tres partes y un reporte de síntesis. La primera, Bases de la ciencia física, se presentó el 9 de agosto de 2021 y aborda los avances más recientes de la ciencia climática, simulaciones globales y regionales, las causas del fenómeno, y posibles escenarios futuros.

La tercera, Mitigación del cambio climático, se publicó el pasado 4 de abril y evalúa el progreso realizado en la reducción de emisiones de gases con efecto invernadero (GEI), las opciones existentes para lograr estas reducciones en los sistemas energéticos y urbanos, así como en los sectores de la agricultura, el uso de la tierra, el transporte, las industrias y los edificios.

El Reporte de síntesis, proyectado para septiembre, expondrá los principales hallazgos de las tres partes y de los tres reportes especiales elaborados durante el sexto ciclo de evaluación que fueron publicados entre 2018 y 2019: Calentamiento global de 1.5 ºC, Cambio climático y Tierra, y Océano y criósfera en un clima cambiante.

¿Qué cambios proyecta el IPCC para los próximos años?

La temperatura del planeta continuará en aumento al menos hasta la mitad del siglo XXI (Foto: Sadiel Mederos).

Según la primera parte del informe, la temperatura del planeta de 2011 a 2020 era 1.09 ºC mayor que de 1850 a 1900 y el nivel del mar había aumentado en 20 centímetros entre 1901 y 2018, con tasas promedio de ascenso de 1.3 milímetros por año de 1901 a 1971, 1.9 mm por año de 1971 a 2006 y 3.7 mm por año de 2006 a 2018.

El IPCC estima que la temperatura del planeta continuará en aumento al menos hasta la mitad del siglo XXI y que se sobrepasarán los 2 ºC a menos que se reduzcan considerablemente las emisiones de GEI en las próximas décadas.

De igual forma, se espera un incremento de las precipitaciones diarias fuertes en aproximadamente 7 % por cada 1 ºC de calentamiento global, así como de la acidificación y desoxigenación de los océanos.

El texto señala que el incremento del calentamiento global causará también un aumento en la frecuencia e intensidad de olas de calor, sequías, ciclones tropicales, y una reducción del hielo del Ártico, la cobertura de nieve y el permafrost. Este último es una capa de suelo que ha permanecido congelada por al menos dos años y, en ocasiones, por siglos o milenios.

De hecho, los científicos advierten que, debido a la gran cantidad de carbono almacenada en el permafrost, su descongelamiento podría acelerar aún más las emisiones de este gas a la atmósfera y, por tanto, el calentamiento global.

Al mismo tiempo, muchos de los cambios ocasionados no serán reversibles por los próximos siglos y milenios, especialmente, los de los océanos, las capas de hielo y el nivel global del mar.

¿Cuáles serán los efectos de estas transformaciones?

La segunda parte del informe especifica que el nivel de vulnerabilidad de los ecosistemas y las personas al cambio climático varía entre las diferentes regiones, en función de los patrones de desarrollo socioeconómico, uso insostenible del suelo y los océanos, inequidad, marginalización y prácticas de gobernanza. No obstante, actualmente de 3.3 a 3.6 miles de millones de personas viven en contextos de alta vulnerabilidad a los efectos del fenómeno.

Paralelamente, muchos sistemas naturales se encuentran cerca del límite duro de su capacidad de adaptación y otros alcanzarán este límite con el incremento del calentamiento global. La llegada a este punto implica que no existen opciones de adaptación que permitan evitar riesgos intolerables.

Entre los que se encuentran en el primer caso se incluyen algunos arrecifes de coral de aguas calientes, humedales costeros, bosques tropicales y ecosistemas polares y montañosos. Por encima de los 1.5 ºC de calentamiento global, los recursos de agua dulce alcanzarán su límite duro en las pequeñas islas y las regiones que dependen de los glaciares.

A medida que se incremente la temperatura, las pérdidas y daños serán difíciles de evitar, pues múltiples riesgos climáticos pueden ocurrir simultáneamente e interactuar con otros no climáticos, lo cual conducirá a que se extiendan por diferentes sectores y regiones. También, algunas medidas para enfrentar el cambio climático podrían inducir nuevos impactos y riesgos.

¿Cómo afectará el cambio climático a Cuba?

La disponibilidad de agua en Cuba ha disminuido en más del 20 % con respecto a 1990 (Foto: Periodismo de Barrio).

Los efectos del fenómeno en el país ya se perciben. De acuerdo con la Primera Contribución Nacionalmente Determinada de Cuba ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), desde la década de 1950 la temperatura promedio de la Isla ha aumentado en 0.9 ºC y la disponibilidad de agua del país ha disminuido en más del 20 % con respecto a 1990.

Al mismo tiempo, el texto señala que el clima cubano se encuentra en un proceso de transición de tropical húmedo a tropical seco, lo cual origina que los paisajes secos de la zona oriental se desplacen hacia otras áreas del territorio nacional. Con el avance del calentamiento global, la temperatura podría llegar a aumentar 4.5 ºC.

Un informe realizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) advierte que el país se enfrenta a una pérdida permanente de su superficie emergida de hasta 2.3 % en 2050 y 5.5 % en 2100, con una afectación a 574 asentamientos humanos y 263 fuentes de abasto de agua por la intrusión salina. En este sentido, el CITMA proyecta un ascenso del nivel del mar de 29.3 cm para 2050 y de 95 cm para 2100.

De igual forma se prevé un aumento del riesgo ante determinadas enfermedades por la existencia de condiciones propicias para la propagación de vectores y plagas, la elevación de la incidencia de fenómenos meteorológicos extremos, transformaciones significativas en el hábitat de especies terrestres y marinas, la reducción de los rendimientos agrícolas, así como la invasión de especies animales y vegetales perjudiciales, especifica un artículo publicado en la revista Anales de la Academia de Ciencias de Cuba.

¿Cuáles han sido las acciones adoptadas por Cuba para adaptarse a estos efectos?

Desarrollar una infraestructura adaptada a las penetraciones del mar en zonas bajas es una de las acciones previstas para enfrentar el cambio climático en Cuba (Foto: Marcos Paz).

El IPCC define a la adaptación en sistemas humanos como el proceso de ajuste al clima actual o futuro y sus efectos, con el fin de moderar los daños y sacar ventaja de las oportunidades beneficiosas. En el caso de los sistemas naturales, es el proceso de ajuste al clima actual y sus efectos, que puede facilitarse a través de la acción humana.

En 2017, Cuba aprobó su plan de enfrentamiento al cambio climático con el nombre de Tarea Vida. Este contiene cinco acciones estratégicas y once tareas, enfocadas en soluciones a corto, mediano y largo plazo.

Las acciones estratégicas consisten en reducir la densidad demográfica y limitar las construcciones en zonas costeras donde se pronostica inundación permanente; desarrollar infraestructura adaptada a las penetraciones del mar en zonas bajas; reducir las áreas de cultivos próximas a las costas, introducir variedades resistentes a los nuevos escenarios de temperatura y adaptar las actividades agropecuarias a los cambios en el uso de tierra por la elevación del nivel del mar y sequías; así como planificar los procesos de reordenamiento urbano de asentamientos amenazados.

Por su parte, las tareas se centran en realizar acciones de adaptación al cambio climático en zonas identificadas como priorizadas; implementar normas jurídicas para la puesta en práctica del plan; conservar y recuperar las playas arenosas; asegurar la disponibilidad y uso eficiente del agua, mediante el mantenimiento a la infraestructura hidráulica y la introducción de acciones para la medición de la eficiencia; llevar a cabo obras de reforestación dirigidas a la protección de los suelos, el agua y la recuperación de los manglares más afectados; además de rehabilitar y detener el deterioro de los arrecifes de coral.

También, introducir resultados científicos de evaluación de peligros y vulnerabilidad costera en los planes de desarrollo territorial y urbano; implementar las medidas de adaptación y mitigación en los sectores de seguridad alimentaria, energía, pesca, agropecuario, salud, turismo, construcción, transporte, industria, bosques y ordenamiento territorial; fortalecer los sistemas de monitoreo y evaluación del estado de las zonas costeras, el agua, la sequía, los bosques, y la salud humana, animal y vegetal; priorizar las medidas para elevar la percepción de riesgo y el conocimiento de la población acerca del cambio climático; y gestionar y utilizar los recursos financieros disponibles para ejecutar las acciones contempladas dentro de la Tarea Vida.

En estos momentos, se trabaja en el cumplimiento de los objetivos planteados para el periodo de 2021 a 2025. En sentido general, se especifica que durante esta etapa se identificarán con mayor claridad las medidas más efectivas, al considerar las vulnerabilidades transversales entre sectores y escenarios socioeconómicos y ambientales en la evaluación de los impactos del cambio climático.

Específicamente, y en función de las áreas estratégicas delineadas en el plan, se plantea disminuir la vulnerabilidad costera en 20 % para 2023 y en 40 % para 2025, mediante la reducción de la densidad demográfica, las viviendas y las instalaciones en zonas vulnerables; concluir las propuestas de soluciones de adaptación en los asentamientos priorizados; y establecer un programa para la resiliencia climática en los procesos de construcción.

De igual forma, crear planes de adaptación evaluados científicamente para producciones agropecuarias clave como el arroz, las frutas, la papa, los frijoles, el maíz, el café, el tabaco y la ganadería vacuna y porcina, además de avanzar en el empleo de semillas adaptadas a las variaciones climáticas.

¿Cuáles son las principales dificultades para implementar estas medidas?

La falta de financiamiento afecta el acceso a la información y la implementación de proyectos de adaptación al cambio climático (Foto: Jorge Ricardo).

Según Eduardo Planos, investigador del Instituto de Meteorología de Cuba, una de las principales dificultades a la hora de plantear medidas de adaptación radica en la incertidumbre acerca de los escenarios e impactos futuros. Por ello, las acciones que se adopten deben ser útiles desde el mismo momento en que se pongan en práctica y resulta importante realizar una vigilancia del comportamiento de las variables climáticas para evaluar y ajustar el proceso adaptativo.

Cuba presenta dos problemas graves en este sentido: uno es la ausencia de suficiente información que facilite la realización de proyecciones a escala nacional, pues sin un conjunto de datos de este tipo no es posible anticipar los impactos que recibirá el área y las consecuencias en sectores vitales. El otro es la falta de financiamiento para llenar estos vacíos de información e implementar los proyectos de adaptación.

La Tercera Comunicación Nacional de Cuba a la CMNUCC explica que los sistemas para el monitoreo del clima y la calidad del aire resultan insuficientes y que hay una escasez de bases de datos para los procesos de evaluación de los impactos del clima, o que las existentes presentan problemas con su grado de desagregación y calidad.

El documento especifica que el país requiere financiamiento para mantener y ampliar los sistemas de observación climática, introducir e implementar nuevas técnicas de medición y análisis de parámetros relativos a la composición química de la atmósfera, adquirir el equipamiento empleado en la toma de muestras y análisis de laboratorio de los coeficientes de emisiones de GEI, y desarrollar capacidades nacionales para acceder y utilizar la información de sistemas de vigilancia global.

Sin embargo, el de Cuba no es un problema aislado. La segunda parte del informe del IPCC precisa que los flujos financieros globales para la adaptación de los países en desarrollo son insuficientes y restringen la aplicación de acciones.

Si bien en 2009, durante la Conferencia de las Partes de la CMNUCC en Copenhague, los países desarrollados acordaron reunir 100 mil millones de dólares para 2020 con el fin de apoyar las acciones de adaptación y mitigación de los países en desarrollo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD por sus siglas en inglés) refiere que en 2019, el financiamiento climático total llegó solo a 79.6 mil millones.

Por su parte, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estima que los costos anuales de adaptación para los países en desarrollo ascienden a 70 mil millones de dólares estadounidenses, y se espera que esta cifra aumente a un rango de 140 a 300 mil millones en 2030 y de 280 a 500 mil millones en 2050.

En el caso de Cuba, la insuficiencia en la afluencia de fondos se ve agravada por las restricciones que posee el país para acceder a fuentes de financiamiento internacional como consecuencia del embargo económico de Estados Unidos.

¿De dónde proviene el financiamiento para los proyectos de adaptación en Cuba?

Uno de los proyectos del Fondo Verde para el Clima se orienta a la resiliencia en zonas costeras cubanas (Foto: Periodismo de Barrio).

En los últimos años Cuba ha obtenido financiamiento por el valor de 155.7 millones de dólares estadounidenses para proyectos de cambio climático, provenientes del Fondo Verde para el Clima (FVC) y del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés).

Con respecto al FVC, actualmente existen dos proyectos activos con financiamiento de 62.1 millones: Resiliencia costera al cambio climático en Cuba a través de adaptación basada en ecosistemas (Mi Costa) y Resiliencia climática de hogares y comunidades rurales mediante la rehabilitación de paisajes agrícolas en localidades seleccionadas (IRES).

El primero busca incrementar la resiliencia climática de más de 1.3 millones de personas que viven en comunidades costeras, para lo cual se ejecutan labores de restauración de manglares y de la vegetación en ciénagas e incluye la educación a más del 60 % de la población acerca de cómo proteger los ecosistemas y fortalecer la adaptación climática. El proyecto –que debe concluir el 13 de septiembre de 2029– se espera que restaure más de 11 000 hectáreas de manglares, 3 000 de bosques de ciénaga y 900 de herbazales de ciénaga, explica el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El segundo concluirá el 8 de junio de 2027 y se desarrollará en siete localidades de las provincias de Las Tunas, Matanzas y Villa Clara, identificadas como las más afectadas en el país por sequías agrícolas como consecuencia del cambio climático.

En cuanto al GEF, el Fondo ha otorgado un total de 93.6 millones de dólares, de los cuales el 46.7 % corresponde a proyectos ya concluidos y el 53.3 % a los 22 proyectos actuales que están aprobados o ya se desarrollan en la Isla.

De estos últimos, la mayoría se ha enfocado en la biodiversidad, seguido por cambio climático y degradación de la tierra. El resto se ha centrado en el manejo de químicos y desechos, la evaluación de capacidades nacionales y la gestión de la información y el conocimiento para la planeación y la toma de decisiones.

Distribución por temas de los proyectos actuales del GEF en Cuba (Fuente: Elaboración propia con datos del GEF).

A su vez, los de cambio climático responden a la implementación de estrategias de mitigación en sectores como el turismo, la agricultura y el energético, además de apoyos para la elaboración de informes para la CMNUCC.

Sobre el autor

Olivia Marín Álvarez

Doctorante en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma Metropolitana de Ciudad de México. Máster en Relaciones Internacionales por la misma Universidad (2018). Graduada de Periodismo por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2012).

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