A la memoria de Viola

Hace alrededor de tres años, mientras trabajaba como fotógrafo en la revista Opus Habana, de la Oficia del Historiador de la Ciudad y, a la vez, en un restaurante de los que abundan cerca de la Catedral, apenas tenía tiempo para hacer mis fotografías. Sin embargo, me era persistente la necesidad de continuar desarrollando mi trabajo personal, que por aquel entonces ya estaba encauzado hacia la fotografía social y humanista en los barrios de La Habana Vieja y Centro Habana. Por lo que fue la falta de tiempo la pieza que echó a andar mi interés por los interiores nocturnos, por captar esos momentos de sosiego que abundan en las casas de estos municipios.

Salía dos o tres veces por semana en busca de instantes íntimos, familiares, incluso iba solo a mirar, a hacer el ejercicio de observar costumbres y modos de vida de estos individuos que suelen vivir con las puertas abiertas, como si se tratase de una galería de la vida. Me fijaba en la manera en la que los inquilinos decoraban sus casas como si fueran nidos, espacios pequeños donde objetos de toda índole se ajustaban a las circunstancias y necesidades de la cotidianidad. Nada estaba por casualidad.

En ocasiones fotografié estos lugares tratando de no hacerme notar, de no perturbar la quietud de los vecinos, pues quería que cuando me fuera todo siguiera siendo tan sereno como lo había visto y sentido. No siempre lo lograba, y cuando no lo hacía, para mi sorpresa era aún mejor, pues entonces tenía oportunidad de conocer a algunas de las personas que habitaban estas moradas.

Una vez, una anciana llamada Viola, quien vivía con su hijo en Centro Habana, amablemente me invitó a pasar. Al conocer de mi interés por su peculiar vivienda, compartió conmigo los detalles de su historia de vida. Ella había sido una vedete que cantaba en casinos y clubes durante la época de Batista. Me cantó algunas canciones. Viola falleció a comienzos de 2021, pero en su casa aún queda la Santa Bárbara que ilumina la sala con esa luz roja intensa que tanto le gustaba.

Emocionante es conocer esa intimidad, escudriñar cómo son las personas en el reino secreto de lo intransferible. Oír confesiones de sujetos que vuelven la mirada hacia sí mismos, observar a las familias con su peculiar forma de estar en el dominio protegido de su realidad cotidiana.

Cuando asumo en mi obra esa intimidad siempre accesible de algunos hogares habaneros, me siento como un arqueólogo con su teodolito, su brújula, planchetas y niveles, preparado para descubrir la vida interior de una ciudad.

En la sala de una casa emplazada en la calle Aguiar, Habana Vieja, los integrantes masculinos de una familia se distraen frente al televisor (Foto: Manuel Almenares).

Sala de estar de una casa colonial en Centro Habana. Algunas de estas atmósferas creadas por los inquilinos transmiten la búsqueda del sosiego (Foto: Manuel Almenares).

La puerta abierta de par en par. La escena de este niño viendo la programación, por alguna razón me hace recordar mi niñez (Foto: Manuel Almenares).

Interior de una casa en Centro Habana, me asomo a través de los barrotes de la reja de la entrada, ante mi curiosidad este niño se sorprende (Foto: Manuel Almenares).

Un señor mayor, vecino de la calle Obrapía, lee el diario en compañía de su mascota (Foto: Manuel Almenares).

Retrato de un anciano en la puerta de su casa, vecino de la calle Campanario en Centro Habana (Foto: Manuel Almenares).

Aunque no sea navidad, este muñeco navideño continúa alumbrando las noches en el interior de esta casa en Centro Habana (Foto: Manuel Almenares).

En los días navideños las luces multicolores del árbol iluminan el hogar de una pareja de personas mayores (Foto: Manuel Almenares).

Un rojo muy intenso”. La figura de la Santa Bárbara es la encargada de dar luz en el interior de la casa de Viola, en el municipio Centro Habana (Foto: Manuel Almenares).

En La Habana Vieja, mientras la abuela reposa vencida por el sueño, el niño permanece despabilado frente al televisor (Foto: Manuel Almenares).

En esta casa de la calle Ánimas, Centro Habana, múltiples imágenes y figuras decoran el interior de la sala, como representación de los posibles ídolos de sus moradores (Foto: Manuel Almenares).

Retratos familiares cubren las paredes interiores de una vivienda en Centro Habana. En la fachada de la misma cuelga el cartel donde se convoca a la participación y aprobación colectiva de la Constitución de la República (Foto: Manuel Almenares).

Sobre el autor

Manuel Almenares

La Habana (1992). Es miembro asociado de la Agencia Jíbaro Photos desde el 2020. Fotorreportero de la revista Opus Habana (2016-2019). Entre los reconocimientos obtenidos se encuentran el Gran Premio de la Fototeca de Cuba y la Beca de Creación Alfredo Sarabia al ensayo La enfermedad sobre la enfermedad. Su proyecto Vida interior recibió mención en la Beca de Creación Fotográfica Raúl Corrales (2018), otorgada por la Fototeca de Cuba. Su más reciente muestra personal Verbo de perro tuvo lugar en la 17 Muestra Joven del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos. Ha participado en múltiples exposiciones colectivas, nacionales e internacionales.

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