De 2010 a 2022, Cuba gastó 27.386 millones de dólares estadounidenses (USD) en la importación de maquinarias y equipos de transporte, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). Actualmente, el país logra transportar 50% menos pasajeros que hace cinco años.

En el podcast Desde la Presidencia, correspondiente al 18 de abril de este año, el ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, afirmaba que la Isla se encontraba en uno de los peores momentos de los últimos años.

Periodismo de Barrio responde varias preguntas esenciales para comprender el estado del sector.

¿Cuáles son los principales problemas que presenta el transporte?

Muchas localidades del país no cuentan con rutas estatales de transporte (Foto: Periodismo de Barrio).

La mitad de las rutas estatales del país no poseen un funcionamiento estable debido a la escasez de piezas de repuesto y el abastecimiento de combustible; ello ha dado lugar a que muchas localidades sean cubiertas solo por los transportistas privados, explicaba el ministro.

Al mismo tiempo, los vehículos estatales, los cuales tienen la obligación de detenerse en las paradas, en ocasiones no cumplen con lo estipulado, a pesar de la imposición de sanciones.

En el caso de La Habana, para 2023, de los 894 ómnibus de la Empresa Provincial de Transporte, solo el 34% se encontraba activo.

De acuerdo con Rodríguez Dávila, existen cuatro problemas principales que influyen en la situación actual: la disponibilidad de divisas, los costos del servicio no se cubren con los ingresos, la burocracia en la toma de decisiones y asignación de recursos, además de las diferencias en la forma de operación económica entre el sector estatal y no estatal.

Con respecto al primero, a pesar de que el transporte es una de las actividades que más ingresos genera, la mayor parte de las ganancias deben destinarse a otras prioridades, en vez de reinvertirlas, debido a la situación económica de la Isla.

Así, las diferentes ramas del sector no cuentan con combustible para prestar servicio y carecen de un suministro estable de piezas de repuesto, baterías, lubricantes y neumáticos. Paralelamente, gran parte de los productos necesarios tienen que importarse porque no se cuenta con la tecnología para producirlos e, incluso, los que pueden ser fabricados en el territorio nacional requieren de materias primas que deben ser compradas en el exterior.

Si bien se realizan inversiones periódicas en la adquisición de medios de transporte, la principal limitación radica en la falta de divisas para asegurar la reparación y el mantenimiento de los componentes.

Rodríguez Dávila enfatizaba que el sector requiere 49 millones de USD anuales solamente destinados al mantenimiento, sin embargo, desde 2016, las importaciones de maquinaria y equipo de transporte se han reducido hasta alcanzar un valor mínimo de 1.349 millones de USD en 2021, según la ONEI. A su vez, el gasto total en compras desde el exterior de 2010 a 2022 disminuyó en 135 millones de USD.

Valor de las importaciones de maquinaria y equipos de transporte de 2010 a 2022, en millones de USD (Fuente: Elaboración propia con datos de la ONEI).

En consecuencia, el coeficiente de aprovechamiento del parque se redujo en más de 20% en el caso de los ómnibus, 9% en los vagones de trenes, y casi 10% en el transporte automotor de carga de 2018 a 2022.

Coeficiente de aprovechamiento del parque, en porcentaje del total (Fuente: Elaboración propia con datos de la ONEI).

Por su parte, el segundo problema que afecta al transporte es que los costos del servicio no son cubiertos por los ingresos, ni por los aportes que realiza al sector el presupuesto del Estado. En el transporte estatal las tarifas se fijan de forma centralizada y se evita incrementar los precios para no afectar a la población, explicaba el ministro. Debido a ello, muchas de las empresas reportan pérdidas y no cuentan con la capacidad para realizar mantenimientos a las unidades empleadas.
En cuanto a la burocracia en la toma de decisiones, los obstáculos se centran en el proceso que debe realizarse para la asignación de recursos, en el cual el país adquiere los materiales necesarios en divisas en el exterior y los comercializa internamente en moneda nacional, a través de mecanismos administrativos que ralentizan la llegada de los recursos a su destino.

Con respecto a las diferencias en la forma de operación económica entre el sector estatal y no estatal, la dificultad reside en la manera en cada uno establece sus precios.

¿Cómo se fijan los precios del transporte?

Los salarios de los transportistas privados son más elevados que los de las empresas estatales (Foto: Periodismo de Barrio).

Rodríguez Dávila argumenta que existen tres componentes en la estructura de costos del transporte: el mantenimiento, el combustible y los ingresos del personal. En el sector estatal, las piezas y componentes necesarios para el mantenimiento se adquieren en dólares por el país, el cual luego se lo vende a las empresas de transporte a un tipo de cambio de 24 pesos cubanos (CUP).

Asimismo, estas empresas reciben el combustible por asignaciones que, a pesar de tener limitaciones, son pagadas a un precio mayorista. En cuanto a los salarios, en las empresas estatales se mantienen bajos con el fin de evitar trasladar ese incremento a las tarifas a la población.

En contraste, los transportistas privados adquieren las piezas y partes de repuesto en un mercado donde no existe la opción de comprar el dólar a 24 CUP.  Estos gastos representan, aproximadamente, el 30% del costo de los pasajes, mientras que la adquisición de combustible constituye entre el 20% y 25%.

Si bien el ministro menciona que existe la voluntad de que este sector también adquiera el combustible a precios mayoristas, la escasez de recursos energéticos ha limitado su puesta en práctica. En muchos lugares su obtención depende de revendedores y el precio puede llegar a ser hasta 10 veces superior.

Por su parte, los salarios de los transportistas privados son más elevados que los de las empresas estatales, lo cual también contribuye a que los precios sean mayores.

¿Qué acciones se contemplan para resolver estos problemas?

Una de las proyecciones es el empleo de energías renovables en el transporte (Foto: Periodismo de Barrio).

Entre las medidas que se han valorado se encuentran la incorporación de peajes en algunos puntos para recaudar fondos que permitan el arreglo de las vías y la inversión en infraestructura; la inclusión de los transportistas privados en los beneficios que reciben las empresas estatales en cuanto a adquisición de combustible y piezas de repuesto, mediante la creación de un mercado mayorista.

Una de las aristas en las que se trabaja actualmente es la modernización del sector para el empleo de energías renovables a través de fondos con bajas tasas de interés, así como un sistema de pagos que puedan realizarse a largo plazo para la inversión en ómnibus eléctricos y estaciones de carga con paneles fotovoltaicos. También se exploran las oportunidades de cooperación internacional, las cuales, señala Rodríguez Dávila, no se han aprovechado bien por falta de experiencia.

Paralelamente, el país cuenta con 22 proyectos orientados a atraer inversión extranjera al sector, por un valor total de más de 212 millones de USD.

Oportunidades de inversión extranjera para el transporte, en cantidad de proyectos (Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio de Comercio Exterior).

No obstante, resulta relevante que la mayoría de los proyectos se encuentran destinados al transporte marítimo, con un 63,6% del total, mientras que el transporte terrestre solo representa el 18,2%.

A su vez, La Habana concentra más de la mitad de los proyectos (12), seguida por la Zona Especial de Desarrollo Mariel (4) y Cienfuegos (3), mientras que los demás se distribuyen entre Matanzas, Las Tunas y Granma, con un proyecto en cada provincia.

Sobre el autor

Olivia Marín Álvarez

Doctorante en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma Metropolitana de Ciudad de México. Máster en Relaciones Internacionales por la misma Universidad (2018). Graduada de Periodismo por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2012).

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