En la noche del 9 de octubre, el huracán Milton tocó tierra en la costa oeste de la península de la Florida, con vientos sostenidos de 193 kilómetros por hora (km/h). Su presión atmosférica de 897 milibares (mb) lo convertía en el quinto huracán de mayor intensidad registrado en la Cuenca del Océano Atlántico.
Periodismo de Barrio responde varias preguntas esenciales para comprender por qué Milton se convirtió en un huracán tan fuerte y sus implicaciones.
¿Cómo se clasifican los huracanes?
Los huracanes se clasifican en cinco categorías, de acuerdo con la escala Saffir-Simpson, la cual toma en cuenta la velocidad máxima sostenida de sus vientos. Las depresiones tropicales –con vientos menores a 63 km/h– y las tormentas tropicales –con vientos entre los 63 y 117 km/h– no se encuentran incluidas en estas categorías.
Por su parte, los huracanes poseen vientos superiores a 118 km/h. En los de categoría 1, estos varían entre 118 y 153 km/h y provocan solo daños menores y algunos cortes de electricidad; en los de categoría 2, los vientos se ubican entre 154 y 177 km/h y generan daños moderados; en los de categoría 3, se encuentran en el rango de 178 a 209 km/h, con daños graves a viviendas y construcciones; mientras que en los de categoría 4, los vientos alcanzan de 210 a 249 km/h y los árboles pueden ser derribados.
A su vez, en los de categoría 5, los vientos ascienden a 250 km/h y provocan daños catastróficos, con la destrucción de construcciones y viviendas, así como cortes en las vías principales.
De acuerdo con la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés), para la formación y fortalecimiento de un huracán deben existir cuatro condiciones: una temperatura cálida en la superficie del océano, elevada humedad en el aire, baja variabilidad vertical en la dirección y velocidad del viento, y la presencia de una perturbación preexistente como grupos de nubes, tormentas eléctricas o lluvias.
Esto permite que se cree una zona de menor presión atmosférica, la cual crecerá hasta convertirse en huracán si se mantienen las condiciones favorables.
¿Qué características tenía Milton que lo hacían un huracán tan peligroso?
Milton comenzó a formarse el sábado 5 de octubre en el Golfo de México. Un día después ya se había convertido en huracán y, para el 7 de octubre, alcanzaba la categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, con vientos máximos sostenidos de 285 km/h.
Estos cambios en velocidad, fuerza e intensidad ocurrieron a una velocidad alarmante, solo superada por los huracanes Wilma, en 2005, y Félix, en 2007, los cuales variaron de categoría 1 a 5 en menos de 24 horas.
Al mismo tiempo, la baja presión atmosférica constituía otro indicador de su elevada intensidad. Un estudio publicado en 2020 en el boletín de la American Meteorological Society señalaba que la presión atmosférica puede ser un indicador más preciso del daño potencial de un huracán que la velocidad máxima de sus vientos. Generalmente, mientras más baja sea su presión atmosférica, más fuerte será el huracán y mayor su capacidad de destrucción.
Los autores argumentaban que este indicador permite incorporar, por ejemplo, los riesgos de marejadas e inundaciones, debido a que estas se encuentran asociadas al tamaño del huracán, el cual, a su vez, puede ser calculado de forma más exacta con su presión atmosférica.
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), estimaba que una amplia área en la costa oeste de la Florida experimentaría inundaciones destructivas y vientos devastadores, con riesgos de inundaciones en áreas urbanas densamente pobladas y desbordamientos de ríos.
¿Qué factores influyen en la intensidad de los huracanes?
La intensidad de los huracanes y su velocidad de desplazamiento están determinadas por diversos factores vinculados al cambio climático, señala un artículo del Centro de Soluciones Climáticas y Energéticas.
El incremento de la temperatura de los océanos favorece la creación de condiciones para el surgimiento de huracanes e influye en la velocidad de sus vientos y cantidad de precipitaciones.
Un estudio publicado en la revista Nature expone que la intensidad promedio de las tormentas tropicales aumentó un 28,7% entre 2001 y 2020, en comparación con el periodo de 1971 a 1990, como consecuencia del calentamiento de los océanos por la emisión de gases con efecto invernadero. Asimismo, la cifra de tormentas tropicales que escalan de categoría 1 a huracanes en un plazo de 36 horas se ha duplicado en el mismo periodo.
De igual forma, el calentamiento de las latitudes medias del planeta podría afectar los patrones de las tormentas tropicales y provocar que estas comiencen a formarse en latitudes más altas.
Paralelamente, el ascenso del nivel del mar incrementa el riesgo de inundaciones graves en zonas costeras, debido a un mayor oleaje, y ha intensificado el impacto de los huracanes en estas áreas. De acuerdo con la NASA, el nivel global del mar ha aumentado en 20 centímetros desde 1880 y se espera que ascienda entre 30 y 122 centímetros más para 2100.
El Índice de Energía Acumulada de Ciclones, el cual toma en cuenta su fuerza, duración y frecuencia de 1950 a 2022, muestra un incremento por encima de lo normal en la actividad ciclónica del Atlántico Norte desde mediados de la década del 90. Los eventos considerados como normales se ubican en el rango de 75 a 125 del índice.
Según el Centro de Soluciones Climáticas y Energéticas, se estima que las inundaciones severas sean cuatro veces más probables en el futuro y que, si bien puede que la frecuencia de los huracanes permanezca igual, su intensidad continuará en aumento.
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