El 24 de noviembre de 2024 concluía la Conferencia de las Partes (COP29) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) en Bakú, Azerbaiyán, con el compromiso de triplicar el financiamiento climático a países en desarrollo y la adopción de un acuerdo sobre las reglas de operación de los mercados de carbono establecidos en el Acuerdo de París.

Periodismo de Barrio responde varias preguntas esenciales para comprender las principales decisiones adoptadas en la COP y su influencia en los impactos del fenómeno.

¿Cómo ha cambiado el clima en los últimos años?

Un informe publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 2024 señalaba que los gases con efecto invernadero (GEI) alcanzaron niveles récord en 2023. Desde 1750, la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera se había incrementado en 51%, la de metano (CH4) representaba un aumento de 165%, mientras que la de óxido nitroso (N2O) había ascendido en un 24%.

Al mismo tiempo, la temperatura global era 1,3°C mayor que en el período 1850-1990, y la pérdida de glaciares alcanzó los 1,2 metros equivalentes de agua en hielo, la mayor pérdida de hielo anual entre 1950 y 2023.

A su vez, de 2014 a 2024 el nivel del mar había ascendido a una velocidad de 4,77 milímetros por año.

¿Cuáles fueron las principales decisiones de la COP?

Uno de los avances más significativos fue el establecimiento de una nueva meta de financiamiento climático para los países en desarrollo, elevando el objetivo a 300.000 millones de dólares estadounidenses (USD) anuales, frente a los 100.000 millones estipulados en el Acuerdo de París. Asimismo, se planteó el desafío de movilizar 1,3 billones de dólares al año a través de fuentes tanto públicas como privadas.

Denominado como Nuevo Objetivo Cuantitativo Global, este busca garantizar que las naciones  en desarrollo cuenten con los recursos necesarios para implementar la transición hacia fuentes renovables de energía y adaptarse a los efectos del fenómeno.

No obstante, la propia CMNUCC resalta que existe una brecha entre las necesidades de financiamiento de los países en desarrollo para cumplir con sus compromisos de mitigación de emisiones –las cuales se sitúan entre los 215.000 y 387.000 millones de USD anuales–, y las tendencias en la provisión de este financiamiento.

De igual forma, el Fondo de Pérdidas y Daños, establecido en 2022 durante las sesiones de la COP 27 en Egipto, quedó en condiciones de comenzar a distribuir sus fondos este año. Destinado a los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, está diseñado para brindarles asistencia ante desastres naturales derivados del fenómeno. Al momento de concluir la cumbre contaba con compromisos por más de 730 millones de USD.

Por otra parte, la COP también logró avances en el funcionamiento de los mercados de carbono, los cuales fueron creados originalmente en el Protocolo de Kyoto y luego se retomaron en el Acuerdo de París.

El mecanismo permite la transferencia de cuotas de mitigación de una nación a otra, con el objetivo de ser usadas para cumplir con los compromisos internacionales, es decir, un Estado puede vender o transferir los certificados que acreditan su reducción de emisiones a otro país.

En un inicio, los aspectos prácticos de la implementación de este mecanismo deberían haber sido acordados durante las sesiones de la COP 25 en Madrid, en 2019, sin embargo, las negociaciones llegaron a un punto muerto debido a que las Partes no pudieron ponerse de acuerdo sobre si los certificados expedidos durante el período de compromiso de Kyoto podrían usarse para cumplir con los compromisos del Acuerdo de París o si deberían expirar.

La COP 29 logró establecer las modalidades de transferencia de cuotas de reducción de emisiones, supervisión, estrategias para evitar doble contabilidad, entre otros.

Con respecto a la mitigación, la Conferencia no realizó progresos significativos y el propio Secretario Ejecutivo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para el Cambio Climático, Simon Stiell, reconoció que se requeriría una cantidad sustancial de trabajo el siguiente año en varias aristas del tema.

¿Cómo ha afectado el cambio climático a Cuba?

De acuerdo con el Primer Informe Bienal de Transparencia (BTR, por sus siglas en inglés) de Cuba a la CMNUCC en 2024, desde 1970 se ha registrado un incremento sostenido del nivel del mar, con un reforzamiento de esta tendencia a partir de 2004; la erosión de las playas ha ocasionado un retroceso de la línea de costa de 1,2 metros por año y la temperatura de la superficie del océano ha aumentado 0,7°C.

Al mismo tiempo, los recursos hídricos se han reducido en un 16% en los últimos 30 años, con respecto a los niveles de 1931-1972, y se ha observado un ascenso en las enfermedades y blanqueamiento de corales, con un 70% de las crestas arrecifales muy deterioradas y solo 8% encontradas en buen estado o poco deterioradas.

¿Cuántos GEI emite Cuba y de dónde provienen?

Las emisiones totales brutas estimadas de la Isla fueron de 45.848,67 kilotoneladas de CO2 equivalente (CO2e), una medida empleada para calcular la cantidad de emisiones de un gas o una mezcla de estos que causaría el mismo efecto en la atmósfera que una cantidad específica de CO2. Esta cifra representa un descenso de 16,48% con respecto a las de 1990 y de 14,07% en comparación con las de 2016, señala el BTR.

A su vez, el CO2 fue el gas más emitido en Cuba en 2022, con un 58,16% del total de emisiones, seguido por el CH4, con un 35,75% y el N2O, con 6,09%, según muestra el Inventario Nacional de GEI 1990-2022.

En cuanto a los sectores económicos, el energético es el responsable de la mayor cantidad de emisiones del país, con un 64,19% del total.

Emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por sectores en Cuba, en 2022.

Emisiones de GEI por sectores en Cuba en 2022 (en porcentaje del total sin incluir uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y silvicultura). Fuente: Elaboración propia con datos del Inventario Nacional de GEI 1990-2022.

Ello implica que la variación en las emisiones totales de Cuba depende, en su mayoría, del comportamiento de las del sector energético. En este sentido, la reducción de las emisiones de la Isla con respecto a las de 2016 puede explicarse, precisamente, por el decrecimiento de la producción de energía primaria en un 14% entre 2019 y 2022, y de la de energía secundaria en 14,7% durante el mismo periodo.

De hecho, el gobierno cubano reconoce que tal disminución se debe en menor medida a la puesta en práctica de políticas de mitigación planificadas y en gran parte a la disminución de la actividad económica, como consecuencia de la crisis económica, social y política que enfrenta el país.

¿Cómo afectará el cambio climático a Cuba en los próximos años y qué medidas se han adoptado para contrarrestar sus efectos?

Entre las medidas que afirma adoptar el gobierno cubano, se encuentra el aumento del empleo de fuentes renovables de energía (Foto: Sadiel Mederos).

Las estimaciones del BTR señalan un ascenso significativo en el nivel del mar en las costas cubanas, el cual podría alcanzar un valor promedio de 29,3cm en el 2050 y de 95cm en el año 2100. Esto daría lugar a la inundación de 2416km2 de superficie terrestres en 2050 y 5645km2 en 2100, cifras que representan el 2,24% y 5,33% del territorio emergido de la Isla, respectivamente.

Paralelamente, se prevé una reducción del 30% de la disponibilidad de recursos hídricos para 2050 y del 40% para 2100; los rendimientos agrícolas disminuirían progresivamente entre 10 y 15% y la temperatura media anual se incrementaría en 2°C.

Con base en estos datos, Cuba afirma haber adoptado medidas con el fin de limitar el impacto del fenómeno: el fortalecimiento de sistemas de monitoreo de variables climáticas, hidrológicas y oceanográficas; la inclusión de acciones concretas para las especies más vulnerables en los planes de manejo de áreas protegidas; la creación de programas de reforestación de manglares y recuperación de arrecifes coralinos; la prohibición de nuevas construcciones en zonas costeras vulnerables y la reducción de la densidad poblacional en áreas de alto riesgo. Asimismo, incrementar la protección de los recursos hídricos, mediante la reducción de la carga contaminante y el aprovechamiento de los residuales agrícolas en la conservación de suelos; el desarrollo de nuevas variedades de especies agrícolas resistentes a altas temperaturas, plagas y estrés hídrico; además de aumentar el empleo de fuentes renovables de energía.

Sobre el autor

Olivia Marín Álvarez

Doctorante en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma Metropolitana de Ciudad de México. Máster en Relaciones Internacionales por la misma Universidad (2018). Graduada de Periodismo por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2012).

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