Conocí a William por casualidad, durante el paso del huracán Ian (2022). Caminaba por la calle Corrales del municipio Centro Habana mientras el fenómeno meteorológico azotaba la capital. Me llamó la atención un albergue en muy mal estado, donde llovía más adentro que afuera, de la calle Corrales entre Agramonte y Cárdenas. En el primer cuarto, separado por cajas de cartón, escuché los murmullos de una familia que buscaba alejarse de las zonas más peligrosa y mojadas del edificio; con ellos, dos niños pequeños, William y Paola. Conversé con los adultos del lugar y me permitieron documentar lo que estaban viviendo en ese momento. Esta primera interacción con la familia me permitió, tiempo después, conocer la historia del pequeño William.
William nace el 3 de septiembre de 2019 en Rusia. Su madre dio a luz mientras cumplía condena en una correccional de mujeres en Moscú. Por ser hijo de padres cubanos y estar en una situación tan delicada no le conceden la nacionalidad rusa. Al año y cuatro meses de nacido, madre e hijo son deportados a Cuba. William viaja con apenas dos documentos: un tarjetón del hospital donde nació en Moscú y un certificado de nacimiento redactado por las autoridades rusas. Su entrada en territorio nacional fue compleja, pues las autoridades del Aeropuerto Internacional José Martí tuvieron que comunicarse con Moscú para verificar su procedencia.
William llegó a Cuba en el año 2020, con los primeros casos de coronavirus en Cuba. Luego de un tiempo en el país, el pequeño enferma. Su familia lo lleva al Hospital Pediátrico del Cerro para ser tratado, pero el personal sanitario alega que el niño no puede ser hospitalizado por no tener un documento que lo acredite como cubano. La recomendación es que lo trasladen a la Clínica Central Cira García, donde puede ser atendido como persona extranjera. Su familia, de escasos recursos, no puede permitirse una clínica para extranjeros y después de mucho insistir en el pediátrico del Cerro, los médicos acceden a tratar al niño en sus instalaciones.
En la actualidad William tiene cuatro años y no ha podido acceder a los suministros de la canasta básica de alimentos. También perdió su tiempo de ingresar en el Programa de educación de las vías no formales. Su familia aún busca maneras para que el niño se integre en la sociedad como un cubano más. A pesar de no tener aún un documento de identidad civil, William no pasa desapercibido, es un niño ocurrente que se hace notar.
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