De 1988 a 2019 la producción de pescados y mariscos en Cuba se redujo de 231.013 a 45.600 toneladas. El país no experimentaba una cifra tan baja desde 1966, cuando obtuvo 43.730 toneladas, según datos de Our World in Data.
La razón principal de las variaciones en la cantidad de capturas es la disminución de la población de peces disponibles, ocasionada por la sobrepesca, la contaminación de las aguas, la existencia de especies invasoras y los efectos del cambio climático.
Periodismo de Barrio responde varias preguntas para comprender estos factores y las posibles soluciones al problema.
¿Se puede revertir la sobreexplotación de los recursos pesqueros?
Cuba cuenta con 5746 kilómetros de costa y una plataforma submarina de 57.400 kilómetros cuadrados, divididos en nueve zonas, distinguibles por sus particularidades geográficas. De estas, cuatro constituyen las más importantes, con aproximadamente el 95% de las capturas marinas y casi 100% de la pesca costera, explica un estudio realizado por especialistas del Centro de Investigaciones Pesqueras del Ministerio de la Industria Alimentaria (MINAL).
A su vez, la costa norte del país es la que presenta más sobrepesca y donde existe la mayor cantidad de barcos por kilómetro cuadrado.
De acuerdo con el VI Informe Nacional al Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la Isla, las actividades excesivas de captura suponen una fuerte presión sobre los ecosistemas marinos y reducen drásticamente las poblaciones de peces, invertebrados y plantas acuáticas. A ello también han contribuido las operaciones de pesca ilegal y las prácticas nocivas de captura con uso de métodos agresivos y poco selectivos.
Así, para 2018, el 20.2% de los recursos pesqueros cubanos se encontraban totalmente explotados, el 74.4% estaban sobreexplotados y el 5.2% colapsados, especificaba un artículo publicado en la Revista Cubana de Investigaciones Pesqueras.
Al mismo tiempo, los investigadores del MINAL señalan que, si una población específica de peces se reduce a niveles muy bajos, tendrá efectos negativos en otras poblaciones dependientes y las pérdidas pueden extenderse hasta el punto en que no sea posible la recuperación completa del ecosistema. En algunos casos, estas pérdidas pueden ser duraderas o, incluso, permanentes.
¿Cuáles son las principales fuentes de contaminación de acuíferos?
En Cuba existen más de 2000 fuentes que contaminan los recursos hídricos. Los sectores socioeconómicos que más contribuyen a este problema son el agropecuario, la industria azucarera, la industria básica, la alimentaria, los hospitales y los asentamientos humanos, a través del vertimiento de residuales, apunta la revista Ingeniería Hidráulica y Ambiental.
La Estrategia Ambiental Nacional reconoce que esta situación se ha agravado paulatinamente como consecuencia del estado deficiente de las redes de alcantarillado y de las plantas de tratamiento, la falta de mantenimiento a las lagunas de estabilización, la reducción en el aprovechamiento y reutilización de los residuales líquidos, así como la disminución de los programas de control y monitoreo de la calidad de las aguas por la escasez de recursos. La contaminación hídrica provoca la degradación de los ecosistemas acuáticos, la ruptura de su equilibrio y dificulta su restauración natural.
¿Qué son las especies invasoras?
Las especies invasoras son “especies foráneas introducidas de forma artificial, accidental o intencionadamente y que, después de cierto tiempo, consiguen adaptarse al medio y colonizarlo”, especifica el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).
Según el Centro Nacional de Áreas Protegidas (CNAP), su propagación se reconoce como una de las peores amenazas para el bienestar biológico y económico del planeta y constituye el segundo motivo de extinción de especies, después de la pérdida de hábitats.
Cuando su introducción en los ecosistemas ocurre de forma intencionada, generalmente se debe a la búsqueda de beneficios económicos derivados de su uso. En estos casos, se ignoran cuestiones esenciales de la biología que pueden generar efectos negativos.
Así sucedió con el arribo del pez gato africano a Cuba, conocido popularmente como claria. Su primera entrada al país fue en 1999, con el fin de criarlo en ambientes controlados para su empleo económico y científico, explica la revista Ecovida. Sin embargo, los animales escaparon y para 2008 se habían extendido por el territorio nacional. La Revista Gia, de la Universidad Federal del Paraná, calificó como catastrófico y devastador el efecto que han tenido estos peces sobre las especies nativas cubanas.
Los daños causados por las variedades invasoras son a menudos irreversibles, pues, en la mayoría de los casos, compiten y superan a las autóctonas en la adquisición de recursos y la reproducción. Además, en ocasiones, también son depredadoras, detalla el CNAP.
¿Cómo afecta el cambio climático a las poblaciones de peces?
El incremento de la temperatura de los mares, provocado por el cambio climático, estimulará la migración de peces de acuerdo con su tolerancia a la temperatura: aquellos que no sean capaces de adaptarse o trasladarse a zonas más frías, podrían extinguirse, advierte la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Al mismo tiempo, los océanos, al igual que los bosques, cumplen la función de sumideros de carbono, es decir, son capaces de absorber el dióxido de carbono (CO2) presente en la atmósfera. Una mayor concentración de CO2 en el agua, reduce su pH y la vuelve más ácida, lo cual afecta a organismos como corales, moluscos y crustáceos.
En Cuba, el 98% del borde de la plataforma marina se encuentra formado por arrecifes de coral que constituyen uno de los más extensos del Atlántico Occidental, precisa una evaluación realizada por la Iniciativa de Finanzas para la Biodiversidad (BIOFIN).
Estos ecosistemas no solo protegen las costas de las tormentas y la erosión, sino que contienen compuestos empleados en la elaboración de medicinas, proveen recursos alimenticios y son el hogar de más de la cuarta parte de las especies marinas a nivel mundial.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) estima que los beneficios netos totales anuales de los arrecifes de coral en el mundo ascienden a 29.800 millones de dólares estadounidenses (USD), de los cuales 9 600 millones corresponden al turismo y actividades recreativas, 9000 millones a la protección costera, 5700 millones a la pesca y 5500 millones a la biodiversidad, precisamente, porque muchas especies dependen de ellos para sobrevivir.
Incluso si se logra limitar el incremento de la temperatura del planeta a 1.5°C, con respecto a los niveles preindustriales, la ONU refiere que para 2050 se perderán del 70% al 90% de los arrecifes de coral a nivel global, como consecuencia del cambio climático.
¿Qué acciones deben adoptarse en Cuba para incrementar las poblaciones de peces?
De acuerdo con el Informe de Cuba al CDB, el país requiere identificar a las especies de peces más vulnerables en las zonas de pesca y establecer límites de captura, evaluar el empleo de las artes de pesca masiva y el cumplimiento de las disposiciones al respecto, fortalecer los mecanismos para el control de la pesca no estatal y para la regulación de los recursos marinos, implementar medidas para reducir las presiones antropogénicas sobre los arrecifes de coral, así como crear acciones de rehabilitación y conservación para estos últimos. El documento reconoce que las acciones para la prevención de ilegalidades resultan insuficientes.
En este sentido, en 2019 se aprobó la Ley de Pesca y su Reglamento, publicados en la Gaceta Oficial No. 11 Ordinaria de 7 de febrero de 2020, con el objetivo de “establecer las regulaciones para el adecuado ordenamiento, administración y control de la pesca, en función de la conservación y el aprovechamiento racional de los recursos hidrobiológicos”.
Por otra parte, el país también se ha propuesto incrementar la eficacia y rendimientos de las producciones acuícolas, es decir, la crianza de peces destinados al consumo. Esta práctica experimentó un ascenso sostenido en la década del 90 y llegó a alcanzar un máximo histórico de 40.166 toneladas en 1999. Para 2018, la producción había descendido a 28.628 toneladas.
Paralelamente, la decisión de introducir especies invasoras debe tomar en cuenta los riesgos potenciales para los ecosistemas y poblaciones de peces, en caso de que ocurra una situación similar a la que sucedió con las clarias.
En lo referente a la contaminación, la Estrategia Ambiental Nacional plantea lograr un funcionamiento efectivo de los sistemas de tratamiento de residuales de las plantas industriales y las lagunas de estabilización, implementar acciones de reciclaje, monitorear y controlar los efectos ambientales de las principales producciones del país, elaborar esquemas integrales de saneamiento que tomen en cuenta soluciones tecnológicas viables económicamente, además de crear un sistema de impuestos progresivos para las principales entidades contaminantes.