María Caridad ha tenido una vida de agravios y batallas. Ella es habanera y en la capital vivió hasta su juventud. Luego decidió rehacer su vida en Nicaro, un pueblo olvidado al norte de Holguín, donde conoció el amor y encontró el espacio adecuado para crear su propio hogar, lejos de las disputas familiares por la casa de su madre en La Habana.

Nicaro, rodeado de mar, se ubica entre las bahías de Nipe y de Levisa y hoy es el cementerio de lo que un día fue: ninguna estructura funciona y sus habitantes se enfrentan diariamente a problemas con el agua potable y los apagones. La vida en este lugar es muy diferente, pero solo aquí María Caridad encontró la tranquilidad que necesitaba. Debido a la escasez de opciones laborales, comenzó a vender “coquito prieto” endulzado con miel de abejas. Tiene una gran demanda, pues es la única que los comercializa en todo el pueblo. Puede vender a diario la cifra que se proponga.

Recordar su pasado le provoca una profunda tristeza, pues un día su familia la dejó en la calle. María Caridad encontró el amor y la paz a 852 kilómetros de la capital, en un lugar donde suele ser más común ver a los pobladores marcharse que habitar (Foto y texto: Lucy Gmorell).

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Periodismo de Barrio

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