El Protocolo de actuación nacional para la COVID-19 establece como prioridades cubanas la prevención, el control de la enfermedad, un mejor manejo de los casos, así como la protección de los trabajadores de la salud y la población.

Según la última versión del documento, fechada en mayo de 2020, el protocolo se divide en dos escenarios: de atención preventiva y de pacientes en sus diferentes estadios.

La atención primaria de salud comienza en la comunidad. El texto indica que en este nivel se realiza la pesquisa activa, clasificación de los casos, tratamiento a grupos vulnerables, seguimiento a los contactos y altas de los casos confirmados.

Algunas intervenciones provisorias adoptadas son: ingresar en el centro de aislamiento durante 14 días al caso identificado como contacto; emplear Biomodulina T –medicamento cubano con resultados comprobados en el aumento de las defensas– en las personas mayores de 60 años que permanecen en hogares de ancianos; y administrar el medicamento homeopático PrevengHo-Vir a toda la población.

“En los Hogares Maternos se realizará la profilaxis para gestantes y trabajadores”, explica el documento. En caso de identificar contactos o sospechosos, estos deben pasar a aislamiento temporal. También es necesario dar seguimiento durante siete días al alta del caso sospechoso de pacientes obstétricas y brindar supervisión médica diaria por dos semanas al alta hospitalaria del caso confirmado.

Los viajeros deben ser vigilados durante 14 días y se les tomará la temperatura cada seis horas. A los mayores de 60 años se les administrará Biomodulina T. Por su parte, a los menores de 60, con factores de riesgos, les serán suministrados factor de transferencia –producto hemoderivado que se emplea en el tratamiento de la inmunodeficiencia– y PrevengHo-Vir. En los centros de vigilancia a contactos también se suministrará dicho medicamento homeopático y se realizará la termometría cada seis horas.

Al movilizar un paciente sospechoso o confirmado de COVID-19, se adoptarán varias medidas: apagar el aire acondicionado de la ambulancia, uso de mascarilla respiratoria por el paciente, personal médico, paramédico y acompañante. El personal de salud debe utilizar guantes y ropa protectora y evitar el contacto con los ojos.

Cumplir el régimen de cuarentena, poseer los medios individuales de protección sanitaria –nasobucos, batas y guantes, para pacientes y personal asistencial–, efectuar de inmediato las medidas de control de infección establecidas y precauciones basadas en la transmisión, son algunos requisitos establecidos para el aislamiento de los sospechosos.

En estos casos, debe existir un reporte de cuidado, comprobación de los signos vitales cada cuatro horas y dieta según el paciente. Asimismo, se deben reforzar las medidas de protección necesarias para el traslado y procesamiento de las muestras y velar la aparición de signos de alarma –cianosis, hipertensión arterial, cambios neurológicos.

De no existir contraindicaciones ni signos de gravedad para su administración, a los sospechosos de bajo riesgo se les suministrará Interferón alfa 2b. También Oseltamivir –inhibidor selectivo de las neurominidasas del virus de la gripe– y Azitromicina. Para los de alto riesgo se inicia terapia con Kaletra –antirretroviral utilizado contra el VIH-Sida– y Cloroquina –fármaco efectivo contra patologías como la malaria.

Los criterios de alta a sospechosos se dictan luego de presentar mejoría clínica, una radiología, y estar descartada la infección a través de un estudio virológico. Su ingreso perdura hasta completar los 14 días. Los casos confirmados son atendidos en las unidades seleccionadas y sometidos a pruebas PCR, exámenes de hemograma con diferencial, lactato deshidrogenasa (LDH), creatinina, urea, transaminasas, lámina periférica, glicemia y gasometría, rayos X, electrocardiograma y estudios virológicos.

Como no existe vacuna ni droga antiviral totalmente eficaz, en Cuba se aplica Kaletra y Cloroquina para estos casos. Además, se recomienda el empleo del Interferón alfa 2b en caso de no existir contraindicaciones ni signos de gravedad.

“Al tratamiento del paciente confirmado se agrega el uso de plasma de pacientes recuperados de COVID-19. La descripción de su uso está en el manejo del paciente grave, pero en la medida que se disponga de mayor volumen de donantes, se puede adelantar a pacientes en fases más tempranas de la enfermedad para evitar su empeoramiento”, precisa el documento.

Los pacientes en estado grave o crítico presentan síntomas como la disnea creciente, confusión, desorientación, aumento de los niveles de urea, creatinina, hipotensión arterial, enfermedades crónicas descompensadas y necesidad de ventilación artificial. Estos criterios conllevan ingreso en la unidad de cuidados intensivos.

Para su tratamiento se emplea Kaletra, Cloroquina, Ceftriaxona –antibiótico efectivo frente a cepas de estreptococos–, Heparina de bajo peso molecular –anticoagulante– y Surfacen –surfactante pulmonar para el tratamiento del síndrome de dificultad respiratoria.

“Teniendo en cuenta que se trata de una enfermedad nueva y el presente es un protocolo en investigación, a partir de experiencias internacionales y nacionales, se analizaron y aprobaron un grupo de medidas adicionales”, puntualiza el texto.

Entre ellas destaca el empleo de eritropoyetina –proteína que aumenta la producción de glóbulos rojos– en pacientes graves y críticos. Además, ante signos de agravamiento por indicios de tormenta de citoquinas se recomienda como alternativas el uso de CIGB 258 –fármaco que regula la inmunidad innata­–, Ac Monoclonal Itolizumab –antinflamatorio e inmunoregulador– y Tocilizumab (Actemra de la Roche) ­–anticuerpo monoclonal.

Cuando el paciente se mantiene estable, afebril durante más de tres días, con respiración regular y frecuencia respiratoria normal, con conciencia clara, habla no afectada, dieta normal, las imágenes de pulmón muestran mejoras significativas, sin signos de disfunción orgánica y dos pruebas consecutivas de ácido nucleico patógeno respiratorio negativas –al menos un día entre pruebas–, cumple los criterios para el alta clínica.

La atención a pacientes obstétricas también se detalla en el protocolo: ingresarán en salas de aislamiento hospitalario o de cuidados intensivos si la gravedad de la afección lo requiere. El objetivo principal es la preservación de la vida de la madre y del feto, pero “debe primar siempre el criterio del bienestar materno y por ende la vida de la madre”.

Durante las intervenciones que se realizan, como parte del protocolo de atención en los niveles de complejidad, se emplean 15 productos de producción nacional y tres importados.

En el caso de los fallecidos, las instituciones de salud deben velar por el manejo del cadáver según dictaminan las diferentes resoluciones vigentes en el país.

Para su traslado es necesario manipular el cuerpo lo menos posible y siempre por el personal médico que lo atendió. La introducción en la bolsa se debe realizar dentro de la propia habitación donde sucedió la defunción. Esta bolsa necesita pulverizarse o atomizarse en su interior antes de introducir el cuerpo; una vez sellada no podrá reabrirse. También se debe evitar el acceso de familiares y amigos.

 

Este proyecto fue apoyado a través del programa de Microgrants Check Global COVID-19. 

Sobre el autor

Sabrina López Camaraza

Estudiante de Periodismo. Ganadora del concurso de Crónica Miguel Ángel de la Torre (2018). Colabora en 'elTOQUE' y Periodismo de Barrio.

Deje un comentario