Los factores de riesgos ante la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 varían de acuerdo con las condiciones sociodemográficas y económicas de cada contexto. Hasta el 6 de abril, la edad promedio de los fallecidos por COVID-19 en Cuba era 67 años. De acuerdo con la información proporcionada por las autoridades sanitarias, más de la mitad de ellos presentaba antecedentes de hipertensión, diabetes, neumonía u otros factores de riesgo. Ese mismo día, fueron reportadas 15 personas en estado crítico o grave, cuyo promedio de edad era de 64 años, y 10 de ellas presentaban padecimientos previos similares, sobre todo hipertensión arterial.

El alto porcentaje de adultos mayores (población de 60 años o más) constituye uno de los factores de riesgo más importantes ante la COVID-19. Sin embargo, la prevalencia de enfermedades crónicas, la composición familiar y las condiciones del hogar, son otras de las variables a atender tanto por las instituciones públicas y de salud, como por la ciudadanía.

En Cuba, más de 2 millones de personas sobrepasan los 60 años, lo que representa el 20,4 % de la población. Entre ellos, más del 50 % padece al menos hipertensión arterial. Como se puede apreciar en la tabla que sigue, la edad y la prevalencia de enfermedades no transmisibles sitúa a casi un millón 300 000 adultos mayores en un grupo de muy alto riesgo ante el SARS-CoV-2.

Este grupo de muy alto riesgo se estima tomando en consideración únicamente a los adultos mayores con hipertensión arterial. El estimado se sustenta, además, en los resultados de la Encuesta Nacional de Envejecimiento de la Población 2017. Según estos hallazgos, el 25 % de los adultos mayores sufre dos padecimientos crónicos, poco más del 19 % presenta entre tres y cuatro, y casi el 6 % sufre cinco o más enfermedades.

Sin embargo, la prevalencia de enfermedades crónicas no solo alcanza a este grupo etario. En general, 1 de cada 5 habitantes del país padece de hipertensión arterial; 9 de cada 100, asma bronquial; y 6 de cada 100, diabetes mellitus.

Las enfermedades cardiovasculares, la influenza, la neumonía, las enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores y la diabetes mellitus figuran entre las 10 principales causas de muerte en Cuba, y representan más de un tercio de las defunciones que ocurren cada año.

En 2016, las proyecciones del Observatorio Global de Salud de la OMS indicaron que el 16.4 % (119 373 personas) de la población cubana entre 30 y 34 años morirá antes de cumplir 70, por alguna enfermedad cardiovascular, cáncer, diabetes o enfermedad respiratoria crónica.

En general, en la población de hasta 59 años, la prevalencia de estas enfermedades varía ligeramente, como indica la siguiente tabla:

Los datos anteriores indican que, si sumamos los adultos mayores y las personas de hasta 59 años que padecen hipertensión arterial (sin considerar asmáticos y diabéticos), encontramos que más de 3 millones y medio de cubanas y cubanos constituyen la población de riesgo ante COVID-19.

Las principales medidas de protección son comunes para todos, y enfatizan en el aislamiento preventivo y las prácticas de higiene como el lavado sistemático de las manos. Sin embargo, la composición familiar y las condiciones del hogar inciden en el cumplimiento de estas medidas y pueden acentuar la situación desventajosa de la población de riesgo.

La gráfica que sigue muestra la composición de los hogares en viviendas particulares, y la presencia en ellos de personas de 60 años y más. En el 39,8 % de los hogares cubanos hay al menos un adulto mayor. El 7,4 % de los hogares se compone por una persona de 60 años o más que vive sola.

Unos y otros son muy vulnerables. Quienes viven solos están más expuestos por la necesidad de realizar actividades como la búsqueda de comida, medicamentos, realizar pagos y cobros bancarios, etcétera. Quienes comparten el hogar con otros familiares, potencialmente, cuentan con su soporte y apoyo directo, pero también se exponen al contagio si los miembros del hogar no cumplen las medidas de protección.

Por otra parte, las condiciones del hogar y el acceso al servicio de agua también resultan variables relevantes para el manejo de la crisis. Lavarse las manos frecuentemente implica un esfuerzo adicional para más de 4 millones de personas en Cuba, que no cuentan con agua entubada dentro del hogar.

El acceso o no a los servicios de agua se agrava por la sequía y la situación de las conductoras y redes de abasto del país. Según el Centro del Clima del Instituto de Meteorología el 90 % del territorio nacional sufrió sequía meteorológica de corto período, en el trimestre enero-marzo; y, de acuerdo con el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, diferentes localidades del país presentan afectaciones en el servicio de agua.

Por ejemplo, en La Habana, provincia con mayor densidad poblacional, se han rehabilitado el 78 % de las conductoras, pero solo el 36 % de las redes. Más de la quinta parte de la población de la capital del país sufre limitaciones en el servicio de abasto de agua por cambio de ciclo y de horario.

Las posibilidades de enfermarnos con COVID-19 crecen en la medida en que se expande la pandemia. Las variables de riesgo —asociadas a la edad, y la presencia o no de enfermedades crónicas— y de vulnerabilidad —dadas por la composición familiar y las condiciones del hogar— afectan considerablemente a la población cubana. Más que generar alarmas, estos datos pretenden fomentar decisiones informadas que ayuden a cuidarnos, cuidar a nuestros seres queridos y a nuestras comunidades.

Fuentes

Antonio Rodríguez Rodríguez, presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, en la Mesa Redonda. “Cuba contra la COVID-19”, del 24 de marzo de 2020.

Centro del Clima del Instituto de Meteorología.

Dirección de Registros Médicos y Estadísticas de Salud, Ministerio de Salud Pública de Cuba (2019). Anuario Estadístico de Salud 2018. Edición 47. MINSAP, La Habana. ISSN: 1561-4433.

MINSAP. Información Oficial Coronavirus en Cuba.

ONEI (2014). Informe Nacional Censo de Población y Viviendas, Cuba 2012.

ONEI y Centro de Estudios de Población y Desarrollo (2019). Anuario Demográfico de Cuba 2018.

ONEI y MINSAP (2019). Encuesta Nacional de Envejecimiento de la Población ENEP-2017.

ONEI. Anuario Demográfico de Cuba 2016.

ONEI. Anuario Estadístico Población 2018.

ONEI. Series Estadísticas Salud y Asistencia Social 1985-2018.

The Global Health Observatory.

Sobre el autor

Anidelys Rodríguez Brito

Doctora en Ciencias Sociales y Políticas por la Universidad Iberoamericana de México (2018). Graduada de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2005), donde trabajó como profesora e investigadora (2005-2014). Sus áreas de trabajo son: Políticas Sociales, Bienestar Social, Capital Social, Ciudadanía, Comunicación y TIC, y Métodos mixtos.

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