Daniel se levanta todos los días antes de que cante el gallo. Aún sin desayunar camina ansioso a su patio para cerciorarse de que el horno de carbón que dejó hecho el día anterior huela como es debido. Eso es los días en que duerme, porque en muchas ocasiones se queda de guardia toda la noche para evitar que una chispa traviesa le prenda todo el horno. 

Este fotorreportaje propone un acercamiento al antiguo oficio del carbonero. En específico, a un grupo de carboneros que viven en la zona de La Punta y regiones cercanas en el municipio de Unión de Reyes, Matanzas. Más allá de al oficio en sí, busca una aproximación a las historias de esos hombres que dedican su vida a una tarea de tanto sacrificio. 

En el cuerpo de un carbonero se aprecian las secuelas de su labor diaria (Foto: Lisandra Medina Fernández).
Un horno de carbón se mantiene prendido entre 7 y 15 días en dependencia del grosor de la leña empleada (Foto: Lisandra Medina Fernández).
Los carboneros deben estar pendientes de que el mineral no se prenda porque puede echarse a perder todo el horno (Foto: Lisandra Medina Fernández).
Leonardo Ramírez, de solo 17 años, ayuda a su abuelo a preparar los hornos desde que terminó la enseñanza secundaria (Foto: Lisandra Medina Fernández).
De un horno se pueden obtener entre 90 y 150 sacos de carbón (Foto: Lisandra Medina Fernández).
Daniel Díaz asegura que la labor de un carbonero no se paga con nada en el mundo (Foto: Lisandra Medina Fernández).
El humo y el vapor son fieles acompañantes de estos hombres y mujeres (Foto: Lisandra Medina Fernández).
Una vez elaborado el carbón debe recogerse en sacos, lo que supone otra agotadora tarea (Foto: Lisandra Medina Fernández).
La hulla obtenida es seleccionada por máquinas y la de mejor calidad se usa para la exportación (Foto: Lisandra Medina Fernández).
En Cocodrilo hay un importante plan de carbón (Foto: Lisandra Medina Fernández).
Los carboneros resaltan la importancia del trabajo en equipo (Foto: Lisandra Medina Fernández).
Santo Fernández, de 81 años de edad (Foto: Lisandra Medina Fernández).
A sus 61 años, Ernesto Díaz presume de sus conocimientos y no es para menos, pues lleva ya 40 años en el oficio (Foto: Lisandra Medina Fernández).

Sobre el autor

Lisandra Medina Fernández

Estudiante de periodismo de la Universidad de Matanzas “Camilo Cienfuegos”.

2 comentarios

  • Bello, noble y poético oficio el de carbonero. Una metáfora con la que estos hombres alumbran sus vidas y alimentan las de muchos otros…felicidades a la familia Díaz y a Lisandra por sus trabajos respectivamente…

  • Excelentes fotos… que avivaron el deseo de más información: las vidas de estos hombres, cuánto ganan… Creo que el tema merece más que estas excelentes fotos.

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