Hoy en día se vive una problemática medioambiental y social en el municipio Cotorro, en La Habana, específicamente en el consejo popular San Pedro. Junto a este barrio, en el centro del municipio, se encuentran industrias como la Empresa Siderúrgica José Martí, conocida como Antillana de Acero; varios afluentes del río Almendares como el San Francisco y un asentamiento ilegal ocupado por inmigrantes del interior del país.
Antillana de Acero se dedica a la producción de derivados del hierro y el acero. Es la empresa más grande de su tipo en el país. En el estudio “Análisis de las emisiones atmosféricas de las fuentes fijas de La Habana” (2016) se la reconoció como la fuente fija que mayor cantidad de material particulado emite a la atmósfera en la ciudad, lo cual tiene un peso fundamental en el deterioro de la calidad del aire.
En el Cotorro, los afluentes del río Almendares que por ahí transitan presentan un alto índice de contaminación por los desechos de las fábricas y de la población del municipio. Algunos, como el San Francisco, se han convertido en vertederos de todo tipo de desechos.
En las proximidades de la siderúrgica hay un caserío donde viven, de manera ilegal, al menos una veintena de familias inmigrantes del interior del país y que crece apresuradamente.
“El humo de la chimenea no nos afecta a nosotros, mira cómo se lo lleva lejos el viento”, dice Daniel, uno los residentes del caserío.
“Nosotros no nos quejamos del humo porque Antillana no nos quiere aquí, si lo hacemos les estaríamos dando otra razón para botarnos. Ya tenemos bastantes problemas con ellos para salir a buscar más”, reconoce Daniel mientras me muestra el trabajo que han hecho limpiando el terreno donde construyen una nueva vida.
“Nosotros, por nuestros propios medios, limpiamos la basura que arrojaban aquí, nos abrimos paso a través de las matas y tenemos que estar atentos para que no nos sigan echando basura. Hace unos días tiraron una carreta de basura en mi terreno y yo me tuve que encargar de sacarla de aquí”.
“Estamos haciendo nuestra parte para mantener limpia la tierra y el río, botamos nuestros desechos en los latones de basura como corresponde, aunque estén lejos. Pero es muy fácil para la gente en la empresa y en el barrio decir que somos nosotros los que lo ensuciamos todo”.
A pesar de los esfuerzos de personas como Daniel, las condiciones en las que vive esta comunidad influyen en la situación que vive hoy el Cotorro. La falta de un sistema de alcantarillado, de abastecimiento de agua a sus casas y la falta de conciencia existente en el área hace que se dificulte controlar lo que ya es un problema medioambiental. En dependencia de la intensidad y la dirección del viento, el humo constante del horno de Antillana puede afectar a esta comunidad y el municipio en general, o incluso a toda la ciudad.