Camajuaní, pueblo de valles al noreste de Villa Clara, celebra desde hace 130 años las Parrandas. Cada 19 de marzo los camajuanenses de los barrios de Arriba y Abajo salen a las calles a presenciar un colorido espectáculo de fuego y tambores.
Desde las 6:00 a.m. comienza la celebración con la partida de una diana –especie de conga–, pero la parranda inicia oficialmente a las tres de la tarde. Por medio de un sorteo se elige qué barrio saldrá primero. Luego empieza la primera función, que durará hasta las 6:00 p.m., y después se le dará paso al contrincante. La ciudad se llena de luces, fuegos artificiales y banderas. Cada barrio aporta sus bailes y cantos característicos. Domina el changüí. La parranda es un acto sincrético en honor a San José, patrón del pueblo, por tanto, en la noche tiene lugar una procesión que culmina en misa.
A las 9:00 p.m. la expectativa domina las calles; salen las relucientes carrozas que pasearán hasta las 6:00 a.m. Durante meses y hasta los últimos minutos antes de iniciar el desfile, los camajuanenses, desde los más pequeños hasta los ancianos, trabajan en conjunto para lograr la perfección. Las carrozas y sus modelos recrean generalmente motivos de la historia y la literatura universal. Este año, por ejemplo, la epopeya narrada por los Chivos (Barrio de Santa Teresa) fue “Troya: sangre y fuego”, simulando la epicidad de los pasajes homéricos. Por otro lado, los Sapos (Barrio San José) presentaron “Regalo de Dios”, con la misma belleza que Lady Godiva.
Las Parrandas de Camajuaní son una tradición en la que confluyen bailes, música, pirotecnia, carrozas y vestuarios confeccionados artesanalmente; todo para crear una noche mágica, una competición en la que el mejor jurado es la ovación popular. Veinticuatro horas de música y alegría.
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