Los días 21 y 22 de marzo el presidente estadounidense Barack Obama visitará Cuba. Periodistas de varios países han aterrizado durante los últimos días en el Aeropuerto Internacional “José Martí” enarbolando la pregunta de ocasión: ¿Qué significa la visita de Obama? Interrogan a funcionarios gubernamentales, al sector por cuenta propia, a la oposición política, a los ciudadanos. Las respuestas varían, van desde el “nada” hasta el “todo” y las bromas circulan por las calles y la red porque, a fin de cuentas, esa manía de reírse a estas alturas no tiene cura.
Sin embargo, el 23 de marzo no llegará ningún presidente a La Habana. El 23 de marzo algunos despertarán con el cansancio que provoca la mezcla de la Historia y la histeria. Las calles, las calles elegidas por las que caminó o transitó Obama –para ser exactos–, recuperarán el churre que ya no hace falta disimular. Los carteles de bienvenida, polvorientos, serán retirados poco a poco y la basura volverá al sitio que siempre tuvo.
Mientras La Habana se prepara para el concierto de los Rolling Stones, la siguiente actividad de mucho público y mucho aplauso en este programa “Cuba-está-de-moda”, a Ángela le seguirá preocupando no Ángela, sino Daniela, la niña que dice “bronquitis alérgica” como si hablara de “jugar a las casitas” cuando el vertedero de Campo Florido combustiona y la nube de gases tapa el pueblo; Mery recogerá menos latas para venderlas a las empresas estatales de materia prima que el 21 y el 22, pero recogerá latas a fin de cuentas y pomos de agua “chulísimos”; el Quibú seguirá corriendo hediondo en sus 30 kilómetros –y en algunos no volverá a correr jamás, pero por la ribera del Quibú no pasan los presidentes–; el negocio de la basura a partir de la producción de electricidad o la venta de bonos de carbono seguirá manejándose de manera ineficiente; Luis Eduardo Chibás moverá su banquito apenas de una loza a otra en la esquina de Apodaca y venderá aquello que unos no quieren, aquello que otros necesitan; José Manuel Barba, a pesar de la basura y de su vientre abultado, a pesar de su semejanza con Steven Seagal –el actor estadounidense que se puso de moda antes que el presidente–, seguirá dejando panes y balitas de gas en algunas casas de Cojímar.
El 23 de marzo Cuba seguirá siendo Cuba y la fastidiosa cotidianidad obligará a quienes permanecen embelesados por su condición de testigos de “un momento histórico” a volver a fijar la vista en la realidad. A esa tormentosa cotidianidad, marcada por la ruta de los desechos sólidos en La Habana, dedica Periodismo de Barrio su quinto número. A la gente que no tiene tiempo, a la gente que no puede permitirse el lujo de asombrarse por la visita de Obama y, sobre todo, a la gente que debe pensar si llegará al día siguiente de la visita de Obama.
Excelente editorial, tan verdadero que me ha encantado, me ha traído de lejos y hecho concordar con la realidad. Qué bueno que hablemos de las cosas de los nadies. Son más interesantes que Obama…
conmovedoras historias cotidianas estupendamente escritas.
que bueno que estan aqui, alla, narrando ……….
un abrazo saludo
aze