Para 2021, el 94,3% de los cubanos contaba con fuentes limpias de energía para cocinar, según datos de Our World in Data. Estas incluyen la electricidad, el gas licuado de petróleo (GLP), el gas natural, el biogás, el etanol, la energía solar y los hornos de biomasa que cumplen con estándares específicos de emisiones.
Sin embargo, los problemas de la Isla para asegurar un suministro estable de combustible han afectado la disponibilidad de fuentes de cocción en el país.
Periodismo de Barrio responde varias preguntas esenciales para comprender el acceso a los combustibles para cocinar en Cuba.
¿De dónde provienen los combustibles empleados para cocinar?
Los principales medios empleados para cocinar en Cuba consisten en la energía eléctrica, el gas manufacturado —también conocido como gas de la calle—, el GLP y los combustibles sólidos como la leña, el carbón o el queroseno.
El uso de la electricidad ganó preponderancia después de la década del 2000, cuando el país comenzó a buscar alternativas para incrementar la eficiencia energética. Ello condujo a la sustitución masiva de medios de cocción que empleaban GLP y keroseno por equipos electrodomésticos de bajo consumo, como parte de un programa conocido como Revolución Energética.
Para 2014, el 68% de los hogares cubanos utilizaban este medio para cocinar. Sin embargo, dos décadas después, la capacidad de las personas que lo empleaban se vio gravemente afectada por las interrupciones sostenidas en el servicio eléctrico debido al déficit de generación en el país.
Al mismo tiempo, los primeros equipos entregados sufrieron un rápido deterioro debido a su baja calidad, y los que se distribuyeron posteriormente presentaron problemas con algunas de sus partes, para las cuales no se contaba con piezas de repuesto, por lo que se encarecían las reparaciones.
Con respecto al gas manufacturado, la Isla cuenta con dos plantas de producción ubicadas en La Habana. Este se produce a partir de una mezcla de metano con aire, el cual posee características similares al gas natural.
En lo referente al GLP, para 2023 era la principal fuente de cocción de, aproximadamente, 1.703.349 núcleos familiares. Si bien se produce en la Isla, la mayor parte debe ser importado.
En 2023, la viceministra de Energía y Minas, Tatiana Amarán Bogachova señalaba que el GLP resultaba más eficiente para cocinar que la electricidad, pues cada tonelada empleada del primero significaba un ahorro de 2,4 toneladas de diésel en la generación eléctrica.
Por su parte, otros tipos de combustibles, como la leña, el carbón o el queroseno, son empleados en su mayoría en zonas rurales. No obstante, un artículo publicado en Food Monitor Program exponía que debido a los cortes de electricidad y la ausencia de combustibles para cocinar, muchas familias cubanas han tenido que recurrir a estas formas de cocción, las cuales resultan peligrosas para la salud humana.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año 3,2 millones de personas mueren de forma prematura por enfermedades relacionadas con la contaminación del aire doméstico debido al uso ineficiente de este tipo de combustibles, los cuales emiten partículas en suspensión y otros contaminantes que inflaman las vías respiratorias y los pulmones, afectan el sistema inmunológico y reducen la capacidad de oxigenación de la sangre. Asimismo, pueden causar tuberculosis, cataratas y cáncer.
¿Cuáles son los principales problemas que limitan el acceso a las fuentes limpias de energía para cocinar?
La principal limitación se encuentra en la incapacidad del gobierno cubano para asegurar la disponibilidad de estos combustibles, debido a la escasez de divisas en el país. Las familias que cocinan con electricidad deben esperar las horas en que no haya apagones —cada vez menos— o adquirir combustibles alternativos que les permitan preparar los alimentos.
Paralelamente, el GLP también ha presentado problemas de abastecimiento de forma recurrente. En una Mesa Redonda de inicios de 2024, Vicente de la O Levy, ministro de Energía y Minas, explicaba que el precio de este combustible ha ascendido en los últimos años, con excepción de 2023, y que el valor total de la compra se debe liquidar al momento de recibir el producto o por adelantado porque el país no cuenta con financiamiento.
Al mismo tiempo, quienes lo emplean se enfrentan a un problema adicional: la inestabilidad en la importación de las partes y piezas necesarias para la producción nacional de las balitas de gas y para su distribución por carretera a los puntos de venta.
En 2023, se requerían 500.000 balitas para garantizar la venta liberada de este producto y la reposición de aquellos cilindros que tenían más de 10 años de explotación, declaraba en ese entonces la viceministra Amarán Bogachova.