En el reparto Mambí de Guanabacoa, a unos metros de la casa de Olga, Vivian y Jorge, un letrero reza a la entrada de un puente: “Favor, heche [sic] los desechos al agua”. Justo debajo corre un arroyo de aguas negras que se bifurcan por toda la zona. Cientos de jabas, latas de cerveza, escombros y pomos completan un panorama desalentador para quien visita, pero común para cualquier guanabacoense. Escondidas –a veces no tanto–, ratas tan grandes como mangostas; algunas se muestran dóciles y a plena luz del día, escarbando entre los desechos.
“Las ratas son parte de la familia de las casas colindantes con el río”, dice Olga Lidia Ordoñez Giménez; llegó hace seis años proveniente de una permuta y ahora vive sola, “al ladito del río”.
En palabras del entonces primer secretario del Partido Comunista de Cuba en La Habana, Luis Antonio Torres Iríbar, la basura es “el principal desafío de la ciudad en estos momentos”. En dicha reunión del Grupo Temporal de Trabajo, en agosto del pasado año, se refirieron a un día en específico donde se recogieron 17000 metros cúbicos de desechos, lo cual representaba el 74% del total de la basura. No obstante, como promedio en La Habana se recoge solo el 68% de los desechos, mientras que el resto, entre 4000 y 5000 metros cúbicos, se mantiene cada día en la ciudad.
Según cifras oficiales, La Habana genera casi 24000 metros cúbicos de desechos cada 24 horas. Si se esparciera esa cantidad de basura sobre un campo de fútbol (90 metros de largo por 45 de ancho), se formaría una capa de aproximadamente 5,7 metros de altura.
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Olga viste una licra y un pulóver negro con la icónica boca de los Rolling Stones. “El río es el basurero del vecindario. Nadie viene a limpiarlo. Lo hacen solo cuando llueve, gracias a Dios”. Con el río y la suciedad, también vienen los mosquitos.
Jorge Gallardo Núñez vive a pocos metros de Olga y para él lo que hace falta es un alcantarillado. Así se eliminan las enfermedades y los insectos. Jorge es delgado. Viste pantalón corto y chancletas, descamisado. Tendrá alrededor de 50 años. La parte posterior de su casa también da al río.
—Las señoras que tienen niños tiran los excrementos ahí. Cuando sube el río todo eso se mete en los patios. La rata anda por aquí que es lo más grande de la vida. No hay una pastilla, un veneno para eliminarlas.
Jorge y un grupo de vecinos han decidido no tirar sus desechos al río. Apilan la basura en un rincón y, una vez que esta se hace insoportable y obstruye el paso, entonces la queman.
El Mambí es uno de los más de 60 barrios de La Habana, y uno de los siete de Guanabacoa, que entraron en el “Plan de transformación integral de barrios vulnerables”. El proyecto comenzó a aplicarse en agosto de 2021 e incluía un grupo de acciones para erradicar problemas materiales y sociales en comunidades vulnerables de la capital. Sin embargo, aunque en los primeros tres meses se realizaron 26000 acciones sociales y 7290 labores constructivas, según el exgobernador de La Habana, Reynaldo García Zapata, las acciones estuvieron enfrascadas en resolver problemas menos complejos como la entrega de libretas de abastecimiento, la legalización de viviendas, ofertas de vinculación laboral y de continuidad de estudios, atención a adultos mayores, y reparación de instituciones y espacios públicos como parques, consultorios, bodegas, comedores sociales, etc. Otros problemas que conllevan mayor presupuesto, como la construcción y rehabilitación de viviendas, la pavimentación de los suelos, el saneamiento básico, la reparación del alumbrado y el transporte, los cuales no son ajenos a cualquier otro barrio fuera de estos 65 más vulnerables, son más difíciles de resolver.
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“Palo alto” o “sitio de aguas” son las etimologías más aceptadas por los investigadores en cuanto al nombre taíno Guanabacoa. Conocida como la villa de Pepe Antonio, héroe cubano que enfrentó a los ingleses cuando la toma de La Habana, o tierra del babalao, por ser centro del culto de las religiones afrocubanas, menos se le conoce por ser sitio de un amplio patrimonio hidráulico. Antes de enero de 1959, 11 de las 27 marcas de agua mineral comercializadas en Cuba radicaban y utilizaban el agua de Guanabacoa. Los Baños de Santa Rita, un sitio de pocetas naturales, eran reconocidos a nivel nacional por las propiedades medicinales y el estado de pureza de sus aguas. La empresa La Cotorra comercializaba 20 millones de botellones de agua al año, que se distribuían a cada rincón de la Isla.
El agua corre por todo el municipio debido a los cientos de arroyos que se entrelazan con las calles, pasando en ocasiones por debajo de las mismas casas. En la actualidad, estos riachuelos son concebidos como vertederos naturales, alcanzando altos niveles de contaminación. La insalubridad y proliferación de desechos sólidos en el municipio, la falta de educación ambiental, la pobre infraestructura para la gestión de los desechos y la falta de respuesta institucional, han hecho de la basura un panorama habitual en el municipio.
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—Los arroyos no tienen nada que ver con nosotros. Antes sí, pero ya no pertenecen a nosotros –dice un trabajador de Servicios Comunales de Guanabacoa que prefirió permanecer en el anonimato. Su institución es la encargada de la recogida de desechos sólidos. En diciembre de 2022, en una sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el Consejo de Ministros decidió que los Servicios Comunales pasaran a empresas, otorgándoles mayor autonomía para gestionar sus propios desechos.
Guanabacoa tiene una población de 113000 habitantes y una superficie de 188 kilómetros cuadrados; el segundo municipio de mayor extensión territorial de La Habana. Según los trabajadores, para recoger los más de 2000 metros cúbicos de desechos sólidos que se generan en el transcurso de un día en el municipio, la Empresa de Comunales contaba hasta el mes de mayo con dos colectores, un tractor y dos camiones de volteo; mientras que una Mypime (micro, pequeña y mediana empresa) contratada contaba con seis camiones, además de otros vehículos menores que sirven para la recogida de residuos.
Debido a la incapacidad de gestión de Servicios Comunales para hacerse cargo de la basura, y con la puesta en vigor de la Resolución 246 del Ministerio de Finanzas y Precios, el gobierno contrató a las Mypimes para colaborar en la recogida de basura. Estas Mypimes especializadas realizan contratos con las Empresas Comunales de cada municipio, pero más allá del arrendamiento de algunos equipos o facilidades para adquirir el combustible, los nuevos actores económicos tampoco han dado respuesta a la crisis de saneamiento de la Isla debido, entre otras cosas, a la política de impuestos e impagos de los organismos oficiales.
Hasta inicios de este año, se tenían reportes de pagos de hasta 50 pesos cubanos (aproximadamente 0.14 USD según el cambio informal) por metro cúbico de basura recogida, mientras que los impuestos ascendían al 10% por los servicios y 5% por ingresos personales, además de la contribución a la seguridad social. Por último, el aumento del precio del combustible ha atentado contra la eficiencia de las Mypimes.
Yanet Hernández, gobernadora de La Habana, explicó en agosto del 2023 que solo el 39% de los 440 equipos de servicios comunales se mantenía operando y que su disponibilidad técnica estaba reducida al 40% debido a la falta de neumáticos, baterías, llantas y otros insumos, mientras que 11 de los 29 colectores de la Empresa Provincial de Higiene estaban paralizados.
—Hay zonas por donde Comunales no pasa porque no hay camión. Incluso, hay veces que estamos recogiendo los tanques y se nos acerca la población y nos pregunta por qué no recogemos del piso. Porque no lo pagan, eso es doble trabajo –vuelve el trabajador.
Los recogedores que forman parte de la plantilla de Comunales son los que utilizan el colector, camión de color naranja, preparado solo para voltear los tanques de basura. La realidad es que muchas veces estos tanques no dan abasto por la demora de la recogida y la basura es arrojada en cualquier sitio, llegando en ocasiones a obstruir el paso del propio colector hacia el tanque.
—A nosotros antes nos pagaban especializada (basura del tanque) y convencional (basura del piso). Ahora, hagamos lo que hagamos, solo nos pagan la especializada.
Los colectores cuentan con seis o siete años de explotación, dando dos viajes por la mañana y por la tarde en distintas zonas.
—La gente dice que no recogemos la basura, pero hay que estar aquí adentro para ver lo que está pasando. Cuando se rompe un camión, son los choferes los que se gastan 10000 pesos y más de su bolsillo. Normalmente cobramos entre 15000 y 17000 CUP; pero si no lo arreglamos se parquea el vehículo y nos quedamos con el salario básico: 3500 pesos.
El director provincial de Servicios Comunales de La Habana, Onelio de Jesús Ojeda, declaró a finales del pasado año que más de 200 equipos se encontraban paralizados, estando solamente en funcionamiento 63 camiones colectores y 175 camiones de volteo, mientras que de los 25 minicargadores con los que cuenta la empresa, apenas se mantenían tres trabajando.
Fuera de los lugares céntricos de Guanabacoa como la avenida principal o el centro histórico, en repartos como El Mambí, Habana Nueva o Callejón del Sapo, la recogida de la basura puede tardar semanas o meses. Los desechos en los arroyos o sitios sin pavimentación no entran dentro de los objetivos de recogida.
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Jesús Sánchez Hernández vive en la calle Samaritana y tiene una ceiba justo en la esquina de su casa. Esta ceiba no tiene ofrendas. Sirve como punto de referencia para arrojar basura.
Jesús dice que Comunales no pasa por esa zona. Paga para que un vecino lo ayude con una pala, aunque a los tres días la basura vuelve al mismo sitio, entrando en ocasiones a su casa cuando el río sube por la lluvia. Quemarla no es una opción debido a la religiosidad de Jesús y la cercanía de la ceiba a su casa.
Leonor Álvarez vive también en Samaritana. A una cuadra de su casa hay un vertedero mayor que el de Jesús. Un puente y una calle ancha, sin tanques, con más de 20 metros de desechos en los laterales, dejan un pequeño espacio en el centro para que transiten los vehículos. El olor es fuerte, olor de basura mojada y podrida.
—Las moscas te levantan en peso. Un día de viento, como hoy, es horrible. Recoges tu jardín, vuelves a tirar la basura para allá, pero como se demoran en recogerla, se vuelve a meter –dice Leonor.
“La basura en Cuba hace años es un problema medioambiental”, así lo reconoce Joel Hernández Marín, quien fuera especialista en Educación Ambiental del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).
El CITMA surge en 1994, y tres años después se crea la Ley de Medio Ambiente. También en 1997 se crea la Estrategia Ambiental Nacional, la cual ha contado con tres actualizaciones (2006, 2010 y 2020), y en ella se recogen los principales problemas y acciones para cuidar el medioambiente. En reiteradas ocasiones, la expresidenta del CITMA, Elba Rosa Pérez Montoya, reconoció en espacios públicos las limitaciones y retos que aún quedan por enfrentar: la descontaminación de las bahías y la eliminación de focos contaminantes en los asentamientos humanos, etc.
En el 2017 se aprobó la Tarea Vida, plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático que consta de 5 acciones estratégicas y 11 tareas. Tanto la Tarea Vida como la Estrategia Ambiental Nacional son los principales proyectos del CITMA.
—La basura es veneno. Las ratas traen miles de enfermedades como la rabia y la pulga; los mosquitos, el dengue. Mucha gente entonces decide quemarla, pero el humo que desprende no es un humo cualquiera. En esa basura hay pintura, animales muertos y, sobre todo, plástico. El plástico es derivado del petróleo y tarda mucho en degradarse. Se va fragmentando y se convierte en microplásticos, los cuales estamos comiendo y respirando –dice Joel Marín, quien también fue parte del cuerpo de Guardabosques.
Los microplásticos tienen afectaciones en el medioambiente, los animales y los seres humanos. En estos últimos, según un estudio realizado en el 2021 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se puede afectar la salud reproductiva en los adultos, además de trastornos del desarrollo neurológico, problemas hormonales, enfermedades respiratorias y cardiovasculares, entre otras.
—Yo no vivía en Guanabacoa cuando eso –prosigue Joel Marín–, pero la mamá de mi hijo me contó que ella se bañaba en el río de Las Lajas cuando niña. Una persona que tiene 47 años; hoy aquello es un vertedero. Estamos afectándonos la salud y perdiendo el espacio de socialización.
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—Nos exigen, pero no nos dan nada para trabajar, solo un par de botas y guantes cada dos años –dice visiblemente molesto otro de los trabajadores de Comunales de Guanabacoa.
Varios de ellos están sentados en una de las tantas cafeterías de la avenida Corral Falso.
—¿Cómo uno que está en la oficina cobra más que yo, si supuestamente tengo utilidades y estoy arriba de la peste, de la infección? –pregunta–. Cada tres meses nos tienen que pagar esas utilidades. Nos pagaron las primeras dos veces. Las dos últimas, que tocaban en enero y abril, no las pagaron, porque simplemente no había dinero.
El sitio es pequeño. Cuenta con dos mesas bajo techo, pegadas a la acera. Los carros pasan dejando un ruido largo que se cuela en la conversación. Uno de los trabajadores pide un refresco y el otro una cajetilla de cigarros.
—Entran botas y gomas para los camiones y se desaparecen…
La plantilla de la Empresa de Servicios Comunales de toda La Habana se encuentra al 68%, lo cual representa una fuerte inestabilidad en la fuerza de trabajo. Para suplirla, han acudido a los reclusos y a sancionados domiciliarios.
Uno de los trabajadores se termina su refresco, pero no tiene donde botarlo.
—En el almacén quedan como 20 tanques de basura. Hasta hace nada había 300 –comenta.
El otro, más tranquilo, explica que al parecer son contratos que tiene la empresa con otras compañías que necesitan tanques, pero que Comunales no debería entregar los tanques nuevos cuando la situación en el municipio, precisamente con los tanques, es crítica. “Los queman y se roban las ruedas y el plástico”, dice.
Para este reportaje se intentó contactar en reiteradas ocasiones con algún representante de los Servicios Comunales de Guanabacoa a través del perfil institucional en Facebook, de llamadas telefónicas y de visitas al organismo. Finalmente se logró establecer comunicación con Mislady Martínez, directora de la empresa, quien se negó a brindar declaraciones y a compartir información sobre el estado actual de la recogida de desechos en el municipio.
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La Loma de la Cruz está a 70 metros sobre el nivel del mar, a la entrada de Guanabacoa. Desde lo alto del cerro se tiene una panorámica completa de la bahía de La Habana. En las faldas de la montaña descansan la Fuente del Obispo y los manantiales de La Cotorra, patrimonios culturales e hidráulicos del municipio.
Por aquí no resuena Guanabacoa con sus carretones y pregones. Aquí solo está Miguel, quien pastorea tres cabritas por encima de uno de los vertederos más grandes de la zona, en la misma punta de la Loma de la Cruz.
—¿Cada cuánto tiempo la recogen? Cuando se tranca la calle –dice Alberto Cabana, el vecino más cercano al vertedero.
Alberto y otros dos vecinos se levantan todos los días temprano y recogen la basura, que en ocasiones llega hasta sus casas.
—El problema es que dicen que esto no lo tienen registrado como un vertedero. Pues traigan a un inspector.
El vertedero está situado en una de las pendientes de la loma. La solución engañosa que han encontrado es arrojar la basura al precipicio, siendo imposible para los equipos recogerla posteriormente.
En el portal de la casa de Alberto el sol pega fuerte. Miguel, quien no quiso hablar al principio, se acerca con sus cabras y se mantiene a una distancia prudencial. De pronto, grita: “Si cada 10 días viniesen aquí, no pasara eso, pero llamas y dicen, ‘ya está reportado’. Se han pasado hasta tres meses sin recogerla”.
—Ahí abajo hay círculos y escuelas. A veces tú ves a las madres con los niños caminando por encima de la basura y de los animales muertos –concluye Alberto.
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—El sistema de recogida de basura está colapsado y el sistema de reciclaje en Cuba no existe. Casi toda la basura que se recoge termina en un vertedero –dice Joel Marín, quien además fuese especialista en la Gestión de la Protección de los Recursos Naturales en su paso por el cuerpo de Guardabosque.
Rosa María Reyes, directora de la Empresa Provincial de Recuperación de Materias Primas, declaró que en la capital existen 55 puntos fijos para la recogida de materias primas, mientras que solo se recuperaba el 40% de la basura. Entre las principales limitaciones que argumentó estaban la actual situación energética del país que “afecta los ciclos de recogida de desechos sólidos”, además de “no contar con la infraestructura óptima para poder hacer esa clasificación en origen de los materiales reciclables del hogar”.
—Cuando trabajé en el CITMA sí se realizaban proyectos de educación ambiental, pero yo soy del criterio de que puedes hacer todos los proyectos educativos del mundo que, si solo se quedan en educar, no van a funcionar. Tienen que ser sostenibles y devenir procesos de gestión ambiental. Que aprendan que la basura es mala, pero que aprendan también qué hacer con ella, porque somos seres humanos y generamos basura. Y si a eso logras ponerle un tratamiento que genere alguna entrada de dinero, mejor, porque esa persona o comunidad se va a hacer cargo de ella –continúa Marín–. Toda la gestión y la educación ambiental está muy ligada a la economía, a la vida social de la gente.
Joel Marín opina que a la par de los procesos de educación y gestión ambiental tiene que ir un sistema de control. En el 2023, el Gobierno Provincial de Poder Popular de La Habana aprobó la Resolución 190, un grupo de medidas para respaldar el cumplimiento del Reglamento para el Ornato, la Higiene y los Servicios Comunales. Multas de 2500 a 3000 pesos a quienes arrojaran desechos fuera de los depósitos y en los horarios no establecidos, o movieran de su ubicación contenedores de la vía pública; las sumas ascendían a los 3500 y 4000 pesos si arrojaban escombros, madera, metales o materiales inapropiados en los depósitos destinados a la recogida de los desechos domiciliarios.
—Tiene que haber gente poniendo multas. Pero si la esquina de mi casa está llena de basura, donde Comunales pasa una vez a la semana, si pasa, no puede venir un policía a decirme que no puedo botar basura. La falta de atención de las instituciones encargadas de los desechos sólidos de la ciudad es tanta, que al final es una cadena –afirma Joel Marín.
Guanabacoa crece entre la basura y la contaminación. El abandono ante la proliferación de desechos sólidos en el municipio condiciona la forma en que la sociedad vive y enfrenta esta crisis.
Dos dirigentes que eran artista de la revisión zapata y el secretario del partido que le importaba la población