Jesús Sánchez vive con su esposa Isabel en la localidad de Los Pinos, en el municipio habanero Arroyo Naranjo. En 1993, durante los duros años de Periodo Especial, decidió implementar el novedoso sistema de permacultura en el terreno de un antiguo taller abandonado. Poniendo en práctica conocimientos que había adquirido en Gibara, su ciudad natal, y tras ser capacitado por la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, se convirtió en uno de los creadores del movimiento basado en principios de diseño agrícola, social y económico.
Los estanques, sanitarios secos, uso de residuos locales como fertilizantes, calentadores solares, agricultura en techos y los filtros de aguas grises son algunos de los elementos que ha enseñado al resto de sus vecinos.
En momentos de crisis alimentaria y alza de precios, Sánchez agradece por el fruto de su tierra, sembrada con esfuerzo y pasión. Charlas con personas que llegan preguntando por infusiones para algún malestar; entrega de mandados para la vecina de la tercera edad; recogida de huevos de gallina… Así transcurre el día a día en el hogar de Jesús e Isabel, dos personas a las que la permacultura ha permitido vivir en un ecosistema equilibrado en medio de la capital cubana.