María y Juana son dos de los nueve niños que viven en la casa de “Los cosita”, una familia residente en la falda de la Loma de La Cruz, Holguín. Desde la ausencia temporal del padre, los demás miembros de la familia cuidan de ellas cuando su madre sale a limpiar las casas del vecindario.
A Juana le encanta recorrer la cuadra en la bicicleta de su primo, comer mangos y jugar a juegos como: “a ver quien puede cargar el pomo de agua más pesado que hay en el frío”. Mientras que a María le gusta ver muñequitos, jugar a las cartas y corregir a su hermana menor. Juana le enseñó a María el lenguaje que se había inventado a cambio de que ella sirviera como su intérprete cada vez que se viera forzada a hablar con los mayores. Solo ella la entiende.
La cama es el más amplio lugar de la casa para jugar (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
Juana ha visto mucho (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
Un descanso después de usar la bicicleta (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
Con los juguetes favoritos (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
Cuando se lavan las sábanas, las niñas juegan entre ellas a la casita (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
María mira la televisión (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
Primer encuentro con la cámara (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
A un par de casas hay una mata de mangos (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
María siempre se ha chupado el dedo (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
Escuchando a los vecinos hablar sobre uno de los merodeadores de la loma (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
Piensa María que Juana es muy pequeña para volar (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
De vez en cuando las niñas se esconden en los alrededores de la escalinata de la loma (Foto: Isabella Ochoa Cruz).
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