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¿Cómo funcionan los créditos agropecuarios en Cuba?

Foto: Ismario Rodríguez.

En las últimas semanas el Banco Central de Cuba (BCC) anunció un conjunto de créditos destinados al sector agropecuario. En un primer momento, el 25 de agosto, informó sobre la creación de un fondo de 1800 millones de pesos, a ejecutarse en 2021, dirigido a empresas seleccionadas que pudieran generar un impacto en producciones priorizadas.

Posteriormente, el 20 de septiembre, estableció otros dos créditos: uno para la realización de inversiones, con un plazo de entre 3 y 10 años; y otro para capital de trabajo, con un plazo máximo de 18 meses. Estos últimos poseen la modalidad de crédito simple o línea de crédito, y están destinados a las granjas estatales, Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), agricultores individuales, usufructuarios de tierras y otros productores agropecuarios.

Periodismo de Barrio responde varias preguntas esenciales para comprender el financiamiento al desarrollo del sector agropecuario en Cuba.

¿Qué son los créditos agropecuarios?

De acuerdo con Investopedia, son créditos adaptados a las necesidades financieras específicas de los agricultores. Su objetivo principal radica en proveer capital para adquirir activos productivos, tierras o maquinarias que permitan el funcionamiento y diversificación del sector.

Una ponencia presentada en la I Conferencia de Economía Agrícola, auspiciada por la Caribbean Agro-Economic Society, señalaba que los créditos agropecuarios deben cumplir dos funciones principales: proveer el capital necesario para incrementar la eficiencia y ayudar al desarrollo de la comunidad donde se ubican los receptores de los créditos ―bajo el supuesto de que un aumento de la producción agrícola contribuirá a la prosperidad de estas áreas, sobre todo en zonas rurales de países en desarrollo―.

¿Cuáles son los productos beneficiados con los créditos anunciados por el BCC?

El fondo de 1800 millones de pesos se destinó a los cultivos de arroz, plátano, yuca, frutas, producciones porcinas y de la ganadería vacuna. Para la selección de las empresas receptoras se tomaron en cuenta requisitos como sus rendimientos por área o la existencia de sistemas de regadío.

Por su parte, el crédito para la realización de inversiones puede emplearse para el fomento, renovación y sellaje de cultivos permanentes, con excepción de los forestales; plantaciones forestales; acondicionamiento de terrenos; adquisición de maquinarias, equipos, medios y animales de trabajo; construcción de secaderos, casas de curado, cercas y otras edificaciones rurales; adquisición de ganado para pie de cría y leche; además de reparaciones capitales de activos fijos tangibles.

El crédito para capital de trabajo tiene como fin la producción de cultivos temporales, con ciclos menores de 18 meses; plantaciones permanentes, con ciclos de cultivo mayores de 18 meses; producción pecuaria; autoconsumo; producción de posturas; cultivos protegidos, semiprotegidos, organopónicos y huertos intensivos; gastos de comercialización; producción de hortalizas y condimentos frescos; así como beneficios otorgados a otras producciones específicas.

¿Cuál es el procedimiento para acceder a los créditos?

Las empresas seleccionadas para recibir el fondo de fomento agropecuario deben contactar con sus sucursales bancarias para iniciar los trámites que les permitirán acceder a este.

En el caso de los créditos para inversiones y capital de trabajo, se requiere la inscripción en el registro estatal según la forma de producción, la certificación de tenencia legal de tierra, una póliza de seguro o su solicitud, operar una cuenta bancaria en la sucursal donde se realiza la petición del crédito, y el nombramiento y firma de las personas autorizadas a contraer y pagar deudas.

Además, es necesario ofrecer garantías para poder adquirir el crédito. Se aceptan seguros agropecuarios, fiadores solidarios, pignoración de cuentas ―es decir, ofrecer como garantía del préstamo un activo financiero que posea la cooperativa, empresa o agricultor―, prendas de bienes ―las cuales pueden ser joyas, vehículos de motor, ganado mayor, tractores y cosechadoras― e hipotecas de bienes inmuebles como viviendas de verano y solares yermos.

¿Por qué es importante que los agricultores cubanos puedan acceder a créditos específicos destinados al sector?

De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2019 el valor agregado del sector agropecuario al Producto Interno Bruto (PIB) cubano ―a precios corrientes― era de 3.6%.

A su vez, según datos del Banco Mundial, en 2018 las tierras destinadas de manera permanente al cultivo representaban, aproximadamente, el 6.3% del total del área de la tierra, mientras que las tierras cultivables constituían el 28%.

Esta subexplotación se debe a la baja capitalización y la falta de innovación tecnológica, ocasionadas por la disminución de la inversión en el sector a través de los años, la escasez de servicios de asistencia técnica, la degradación de la tierra, además de los efectos del cambio climático, especifica la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).

Como consecuencia, la producción de alimentos resulta insuficiente para cubrir la demanda y es necesario recurrir a las importaciones. La FAO advierte que mientras el sector agrícola no “aumente los rendimientos y aproveche en mayor grado su potencial productivo, Cuba continuará necesitando un volumen considerable de importaciones para satisfacer sus necesidades de alimentos”.

Un texto publicado por la propia Organización explicaba que la existencia de mecanismos de préstamo eficientes y duraderos pueden contribuir considerablemente al desarrollo agrícola; no obstante, también apuntaba que el otorgamiento de suficiente crédito para los agricultores constituye un serio desafío para todos los gobiernos de nuestra época.

Así, a inicios de noviembre de 2020, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, anunciaba la creación del Banco de Fomento Agrícola ―el cual se implementó en mayo del presente año y comenzó a funcionar a partir del 1 de septiembre― con el fin de apoyar a los productores e incrementar la disponibilidad de alimentos en el territorio nacional. Sin embargo, su financiamiento, proveniente del presupuesto estatal, está destinado a alimentos priorizados y no a todos los agricultores.

¿Este es el primer Banco de Fomento Agrícola creado en Cuba?

No, Cuba tuvo una institución similar que funcionó desde finales de 1950 hasta mediados de 1960: el Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC). Fundado el 20 de diciembre de 1950, tenía el objetivo de “crear, fomentar y mantener las facilidades financieras necesarias para el desarrollo y la diversificación de la producción de la agricultura e industria cubanas, fundamentalmente mediante el crédito bancario”, explica Juan Valdés Paz en su libro Los procesos de organización agraria en Cuba 1959-2006.

Durante su operación, el BANFAIC financió el desarrollo de agroindustrias; creó administraciones para estabilizar los precios de productos como el maíz, el café y el arroz; promovió la expansión arrocera, la industrialización del algodón, la tecnificación de la producción ganadera, el mejoramiento de los pastos naturales, entre otras acciones.

Valdés Paz señala que, si bien el peso relativo de las actividades de créditos del BANFAIC fue relativamente bajo, su aporte más importante consistió en funcionar como una alternativa a la economía privada dominante, además de crear las Asociaciones de Crédito Rural, las cuales eran cooperativas locales de créditos que incorporaron actividades de comercialización, mecanización y otros servicios. Para 1960, cuando se eliminó el BANFAIC, existían trece asociaciones con veinte sedes y unos cinco mil asociados.

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