Este ha sido el año de la COVID-19. Sin dudas, nuestra realidad ha variado en función de cómo nos relacionamos con la enfermedad y su contexto. Echar mano a los hobbies ha sido también un acto de resistencia, una manera de conversar con el tedio durante largas horas de confinamiento. La fotografía es una de esas aficiones que ha permitido a muchos gestionar las añoranzas y crear memoria histórica de esta etapa que nunca pensamos vivir.
En junio de 2020, a solo unos meses de diagnosticado el primer caso positivo al nuevo coronavirus en Cuba, el Servicio de Información de elTOQUE y Periodismo de Barrio lanzó la convocatoria al Taller Online de Fotografía “Después de Abril”, con el objetivo de documentar, de manera creativa, los días de confinamiento. En ese momento, casi 70 participantes compartieron en Telegram con los asesores Amarilis Magaña y Sadiel Mederos aprendizajes y herramientas para editar fotografías.
Un año después y con casi el doble de participantes, Después de abril II puso el foco en los retratos documentales. Según el fotógrafo y asesor Sadiel Mederos, las piezas compartidas en el grupo fueron “coloridas celebraciones de la vida que debe continuar a pesar de la pandemia”.
Con personas procedentes de Cuba, Italia, Francia, Venezuela y República Dominicana, se abordaron 8 módulos semanales, durante dos meses. En estos módulos se abarcó desde la historia del retrato, sus principales tipologías, su composición y edición, hasta la presentación y promoción de obras propias de los miembros del grupo.
En esta ocasión se compartieron 424 fotografías y para la conformación de la galería final, los asesores consideraron 28 obras de gran calidad estética. A continuación te proponemos los 10 retratos que conforman la muestra final y algunas consideraciones para su selección.
En este retrato documental de Josué, la protagonista y su sentimiento se adueñan de la cámara y de los que vemos la instantánea.
Roger construye su retrato a partir de una luz fuerte y dramática que contrasta con la cándida introspección de su mamá. Una imagen que se extiende más allá de sus elementos.
Maternal y natural, Apolonia retrata un momento familiar cotidiano durante el aislamiento con una íntima y sugerente composición.
Dairon aprovecha la expresividad de este bailarín para resumir en un retrato también su interpretación sobre el arte, estableciendo una comunicación dual.
Dairon Blanco centra su mirada en un momento cotidiano de cualquier ciudadano aislado por la pandemia. Su foto logra transmitir la incógnita del después.
Con este autorretrato y una mirada naturalista, Amy logra resumir en una imagen la creatividad que le provoca el aislamiento en tiempos de pandemia.
Un retrato a Eliades Ochoa, destacado músico cubano, con el que Randy además sintetiza la expansión y trascendencia de la música, a través de una cuidada composición.
La meditación, la espera, la misión en la vida que parece detenida bajo las circunstancias impuestas por la pandemia. Varias lecturas sugiere Ariel en este retrato documental.
El retrato de Raimel capta la añoranza de su hijo por las acciones cotidianas de tiempos pasados y las barreras ineludibles de los actuales.
Taimi retrata a su hijo con una mirada cálida y esperanzadora, apartada, como en una burbuja del mundo exterior, donde el apoyo familiar es un protagonista implícito.