Periodismo de Barrio entrevista a Camila Acosta, periodista cubana. Esta entrevista forma parte de La Revolución de los aplausos, una serie de conversaciones con actores de la sociedad civil, a raíz del diálogo que tuvo lugar el 27 de noviembre de 2020 en el Ministerio de Cultura.
¿Puedes hacer un recuento de tu vida periodística y como activista?
Me gradué de la carrera de Periodismo de la Facultad de Comunicación en el año 2016. Después comencé el servicio social en el Canal Habana, donde estuve aproximadamente un año y medio. Pedí la baja laboral por frustraciones profesionales relacionadas con la libertad de expresión. Luego estuve trabajando en una investigación sobre la masonería cubana hasta que, en agosto de 2019, comencé a trabajar en Cubanet. Antes de eso, había colaborado con Periodismo de Barrio y con elTOQUE esporádicamente. Pero en agosto de 2019 comencé oficialmente como periodista independiente de Cubanet.
¿Cuándo te radicalizaste? ¿Cómo fue ese proceso?
Ha sido la represión de la Seguridad del Estado la que me ha obligado a radicalizar mi pensamiento y mi postura contra el gobierno. Mi rebeldía es proporcional a la represión. Después de reprimirme, regular mi salida del país (incluso, regularme dentro de territorio nacional), desalojarme de la renta – en varias ocasiones me he visto en la calle–, el gobierno no puede pretender que yo simplemente baje la cabeza.
Comencé siendo una simple periodista, pero a los dos meses de estar trabajando en Cubanet comenzaron los interrogatorios de la Seguridad del Estado. Yo ni siquiera mencionaba en ese entonces las palabras “régimen”, “dictadura”. Trataba de no pasar la “línea”, algo propio del adoctrinamiento que tenemos todos los cubanos desde que nacemos… Pero ellos me obligaron a hacerlo, a tomar una postura más radical, poco a poco, a medida que fue aumentando la represión.
¿El activismo cuándo empieza?
Comienzo con la Campaña 370. Yo fui una de las multadas por el Decreto-Ley 370. Me multaron el 27 de marzo de 2020. Antes de eso, ya me habían regulado y desalojado de una renta, citado en varias ocasiones para la estación policial, arrestado en la vía pública, y habían amenazado a mi familia. Entonces me aplican el Decreto-Ley 370. Un día me llega una multa acompañada de dos acusaciones: una por evasión de preso o detenido –supuestamente por haberme escapado de una estación policial–, y un acta de advertencia por violación de domicilio. Por supuesto, sin ninguna prueba, sin ningún testigo. Todo orientado por la Seguridad del Estado.
La multa coincidió con un aumento de las imposiciones en el mes de abril de 2020. Y es cuando los multados y un grupo de amigos solidarizados con lo que estaba sucediendo, decidimos iniciar esta campaña contra el Decreto-Ley 370, que lo catalogamos como la “Ley Azote”.
¿Fuiste censurada alguna vez mientras trabajabas con los medios estatales?
Sí. Yo trabajaba en Canal Habana, específicamente en el programa Habana Noticiario, que sale de lunes a viernes a las 5:30 p.m. Todas las coberturas periodísticas eran dirigidas. Muy pocas veces podíamos proponer temas, y cuando lo hacíamos, tenían que ser light, sin mucha problemática social. Casi siempre trabajamos con militantes del Partido Provincial de La Habana que, incluso, ponían el transporte para llevarnos a las coberturas.
Por esa fecha empecé a trabajar en un documental relacionado con mi tesis de graduación de Periodismo. Primero tuve que pedir autorización al Partido Comunista de Cuba, concretamente en la Oficina de Atención a Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido, porque para trabajar en los medios cubanos temas relacionados con órdenes fraternales o instituciones religiosas hay que pedir un permiso de esta oficina. Y después no quisieron presentarlo en Canal Habana.
Y, bueno, la censura… Ya con decirte que es el Partido Comunista quien orienta toda la política editorial de Habana Noticiario…, ya eso dice mucho.
Háblame de la función social del periodismo y del periodismo que haces en Cuba.
Yo creo que una cosa es lo que te enseñan en la universidad y otra cosa cuando tú llegas a la praxis. Para mí el periodismo siempre tuvo una función pública: ser una especie de fiscalizador del poder. En los medios estatales nunca pude hacer nada de eso. Yo me sentía como una simple vocera gubernamental. Sin embargo, he encontraron en los medios independientes cubanos esa función pública, esa función de fiscalizador del poder.
Yo digo que soy simplemente una intermediaria entre, digamos, la noticia y la opinión pública; cumplo el servicio de dar voz a esas personas que no tienen forma de hacer públicas sus denuncias, esas personas que sufren más represión, precisamente, por no tener visibilidad. Las personas –los opositores, los disidentes– que no tienen visibilidad son las más atacadas por la Seguridad del Estado; son ellos los que más trabajos pasan actualmente en estas condiciones de represión en Cuba.
¿Crees que el poder debería legalizar o permitir que las voces disidentes se escuchen y tengan espacio?
Sí, sí lo creo. Un Estado de derecho debería permitir que las diferentes opiniones tengan su voz. Esa unanimidad, uniformidad, no existe. Eso es una falacia. Eso de que las calles son de los revolucionarios, o las universidades de los revolucionarios, eso es un discurso que genera odio y discriminación.
Cuba no es solamente un país de militantes del Partido Comunista o de personas que profesan esa ideología. Cuba es diversa. Es un poco el discurso que promovieron esos activistas cuando el 11M, el 11 de mayo 2019, fueron reprimidos; personas que solamente decían: “Cuba diversa”, y fueron reprimidos. Es también el discurso de la oposición.
A mí, a muchos periodistas independientes o disidentes, simplemente por pensar diferente… No por decir que son de derecha. Simplemente por decir: “No soy comunista o no creo Partido Comunista”, pues ya son reprimidos. Pero para que eso suceda, para que un Estado de derecho en Cuba permita eso, primero tiene que ser un Estado de derecho.
En la Constitución cubana dice que Cuba es un Estado socialista de derecho. No sé si eso existe. Pero bueno, lo dice. Una de las tantas contradicciones de la Constitución cubana, pero sí, por supuesto que se debe de permitir la diversidad de cubanos dentro y fuera Cuba.
Se habla mucho de que la oposición no tiene un proyecto político concreto para Cuba. Quiero preguntarte sobre eso: ¿Cuál es el proyecto político de la oposición, suponiendo que lo que ahora es oposición llegara a ser Gobierno? ¿Cuál sería la propuesta?
Es un tema complejo. Hay grupos opositores que tienen proyectos políticos, pero un proyecto político que…, quizás fuera del país, por ejemplo, pienso en Somos+, que lidera Eliécer Ávila. Pero dentro de Cuba la oposición está muy debilitada. Y eso forma parte también de la represión que han padecido durante tantos años. Una represión, incluso, que ha logrado penetrar a la oposición y causar divisiones internas. Divide y vencerás.
Por ejemplo, Estado de SATS logró aunar a la oposición interna. Ahora está el Movimiento San Isidro, también en esa política de aunar a la oposición. Porque mientras existan diferentes grupos políticos, sí, quizás por su parte muchos van a lograr presionar, pero para considerarse o establecer una presión real sobre el gobierno, deben unirse.
Y eso fue lo que vimos con el 27N. Es decir, no hay una disposición por parte del gobierno de cambiar. Como único ellos van a llegar al diálogo, como único se va a provocar ese cambio, es presionando de este lado, del lado de que no está de acuerdo con lo que está sucediendo en Cuba; si se presiona masivamente.
¿Tú perteneces a algunos de esos grupos?
El 27N me considera parte del grupo. Con la campaña contra el Decreto-Ley 370 nos aunamos en un movimiento que denominamos Movimiento Cubano por la Libertad de Expresión (MOLE). Pero fue, fundamentalmente, por la campaña contra el Decreto 370.
No me respondiste cuál es el proyecto de Cuba que propone la oposición.
No sé. Yo soy periodista. Te puedo hablar sobre los últimos días. A mí, si el día antes del 27N me hubiesen preguntado si yo estaría dispuesta a dialogar, hubiese dicho que no. Pero después del 27N me puse a razonar… De hecho, hay muchos grupos opositores que no confían en el diálogo, que atacaron muchísimo lo que estaba sucediendo. Muchos dicen: “Que la gente salga a la calle masivamente”. Pero ese tipo de cosas siempre conduce a la violencia, a la agresión. Y lo otro es cómo provocar que esas personas salgan a la calle si en Cuba existen muchísimos miedos.
Respecto al diálogo, yo que he radicalizado un poco mi pensamiento obligatoriamente, tuve que, después de lo que sucedió ese día, decir: “Bien, quizás el diálogo con el poder sea el camino”. Pero repito: para llegar al diálogo tiene que haber presión.
Si el Ministerio de Cultura recibió a los jóvenes ese día, fue porque había 300 o 500 personas reunidas, presionando para que hubiera un diálogo. Después vimos lo que sucedió: traicionaron todos los pactos que se hicieron ese día.
Pero el proyecto político de la oposición, si te digo la verdad, yo no veo realmente uno claro, o uno que me diga: “Este es el camino”. Quizás, entre todos pueden construirlo, pero ahora mismo…
¿Cuál es la Cuba que tú quieres?
La Cuba que yo quiero, la Cuba que yo ansío, es una Cuba diversa, una Cuba en la que hasta los militantes del Partido Comunista tengan su voz, una Cuba con libertad de expresión. Con libertad, creo que esa es la palabra clave.
Háblame de las condiciones que llevaron al 27N. No es solo San Isidro…
Antes del 27 de noviembre, el Movimiento San Isidro nos mantuvo en vilo a todos, por lo menos a mí, que estaba cubriendo el tema desde la prensa. Yo no me percaté, realmente, de la magnitud que estaba alcanzando hasta que sucedió lo del 27N. Vimos que el día antes hubo un allanamiento en la sede del MSI, violencia policial. Y el viernes 27 de noviembre, un grupo de alrededor de 15 a 20 artistas se dieron cita frente al Ministerio de Cultura.
Primero, para repudiar lo que había sucedido, porque consideraban que la violación de los derechos de un artista podía significar la violación de los derechos de todos. Estaban ahí para repudiar lo que había sucedido con el Movimiento San Isidro, pero también para exigir libertad. Muchas personas no estaban de acuerdo con la estrategia, la metodología usada por el Movimiento San Isidro, pero estaban ahí para defender su derecho a expresarse libremente, su derecho a existir. Y bueno, eso fue a las 11:00 a.m., ya a las de 2:00 p.m. había más de 50 personas. Estaban exigiendo reunirse con el ministro de Cultura para expresar ese repudio y exigir esas libertades.
A las 9:00 p.m., el viceministro de Cultura Fernando Rojas –supuestamente el ministro de Cultura no estaba en La Habana– recibió a unas 32 personas. Había artistas, intelectuales y también periodistas. Para entonces, frente al Ministerio había más de 300, 400 personas.
Eso sí fue espontáneo. Me refiero a que no fue convocado. Si hubiese sido convocado no hubiese sucedido. Es decir, fueron artistas, un grupo de 15, 20 personas, pasando la información: “Estamos acá”. Fueron sumándose medios independientes, en mi caso, representando a Cubanet.
Yo digo que lo sucedido ese día, además de espontáneo, demostró que realmente este país necesita un cambio. Ahí no se trataba de ideologías. Había personas de izquierda, de derecha, revolucionarias, que se consideran revolucionarias; había connotados contrarrevolucionarios también, pero a todos los unía ese deseo de un cambio: el deseo de una Cuba mejor.
¿Cómo funcionó la reunión?
Primero, no nos dejaron entrar teléfonos. Tampoco permitieron grabar. Yo como periodista tuve que tomar muchísimas notas. Recordar los viejos tiempos de las notas a mano. Fueron casi 5 horas de diálogo. Eran cinco funcionarios del Ministerio de Cultura: el viceministro Fernando Rojas, la vicepresidenta de la UNEAC, el vicepresidente de la Asociación Hermanos Saíz, el director del Museo Nacional de Bellas Artes, y estaba otro señor que creo es el director de Galerías Génesis.
La reunión demoró porque casi cada una de las 32 personas tuvo la oportunidad de hablar. Yo digo que esa reunión fue la canalización de las frustraciones del gremio de los artistas por más de 60 años.
Yo no hablé. Entré como prensa. A mí no me escogió nadie. Tuve el privilegio de estar ahí representando a Cubanet, porque cuando se decidió el grupo de 30 personas que iban a entrar, pues aceptaron que entraran tres medios de prensa independiente que nos encontrábamos en ese momento ahí; eso fue como a las 3:00 p.m.
Cada una de esas personas tuvo la oportunidad de hablar, de expresarse. Yo ne decía: “Estas son las personas que van a cambiar este país, estas personas son más opositoras que yo”. Y todo lo decían desde el respeto, desde la tolerancia, y estaban ahí diciéndole al viceministro de Cultura: “Les estamos dando una oportunidad. Estamos aquí porque les estamos dando una oportunidad”.
Todas esas personas se expresaron desde el corazón, desde la honestidad. Pero vimos a un viceministro de Cultura esquivando en todo momento; de hecho, se salió de ahí sin ninguna respuesta en concreto a las exigencias. Solo promesas. También me percaté de que estaba tratando de ganar tiempo. El viceministro estaba tratando de disolver lo antes posible lo que tenía reunido frente al Ministerio: unas 500 personas.
Hubo un momento, por ejemplo, en que uno de los artistas le dijo: “Nosotros estamos aquí, incluso con miedo porque hay todo un dispositivo policial allá afuera, que es una amenaza y nosotros estamos aquí para dialogar, no representamos una amenaza para nadie, simplemente, queremos dialogar”. Y Fernando Rojas dijo que él no sabía eso, que él no sabía que había policías, que había oficiales de la Seguridad, que había brigadas de respuesta rápida. Todo muy cínico. Aunque después se comprometió, o lo hicieron comprometerse, a que garantizara la seguridad de las personas que estaban allá fuera, que se pudieran retirar sin peligro.
¿En algún momento creíste que ese diálogo iba a significar algo, que llegaría a alguna parte?
Como espectadora sabía que no. Yo inmediatamente me percaté de eso, de que estaban tratando de ganar tiempo; tengo un poco más de experiencia con este tema de la represión y el trato con la Seguridad del Estado cubano. Pero el resto de los jóvenes, por no decir la mayoría, estaban ahí desde la ingenuidad. Estaban diciendo: “Bueno, todavía tenemos la esperanza de dialogar con la institución”.
Y bueno, después hemos visto que la institución misma les ha dado un portazo en la cara. Se ha negado rotundamente al diálogo. Ellos se iban a agarrar de cualquier justificación para romper ese diálogo porque, primero, aceptar un diálogo con personas que ellos consideran mercenarios, significaría una debilidad; lo otro es que aceptar un diálogo también significaría que tuvieran que ceder en, al menos, una de las demandas. No iban a ceder, porque la demanda principal, independientemente de la libertad de Denis Solís, del cese de la represión, la demanda principal era la libertad de expresión. Sabemos lo que representa la libertad de expresión para todas las dictaduras: un peligro para el poder.
Sin embargo, en Instar siguieron reuniéndose y planificando el encuentro con el ministro.
Esa fue una de las de las cuestiones que se negociaron. El arte independiente ha sido constantemente atacado desde la institución, pero era necesario debatir las agendas, entonces se acordó con Fernando Rojas que se podrían reunir en espacios independientes como Instar, porque muchas de las 32 personas que entraron en el Ministerio ni siquiera se conocían. Simplemente, se reunieron primero por gremios y, entre los gremios, decidieron quiénes serían los representantes. Después de eso venía la etapa de las conversaciones, de idear estrategias, de qué vamos a hacer a partir de ahora. Y eso lo respetaron por menos de una semana.
Cuando se le enviaron al viceministro de Cultura las demandas de la próxima reunión, los temas a debatir en la próxima reunión con el ministro de Cultura Alpidio Alonso, pues inmediatamente, al otro día, todos amanecimos con una declaración del Ministerio de Cultura diciendo que nosotros, el 27N, como ya se nombró a este grupo, habíamos roto el diálogo; cuando fue totalmente lo contrario.
Ya el diálogo está roto. ¿Ahora qué?
Ahora el grupo se está reorganizando. Están buscando estrategias porque quieren seguir con el diálogo. Toda resistencia pacífica conlleva necesariamente a un diálogo con el poder. Yo digo que la Seguridad del Estado, incluso las instituciones, han actuado malísimamente mal. Porque si tú tienes un grupo de creadores, un grupo de jóvenes, que no son opositores ni mucho menos, simplemente están exigiendo un diálogo con el poder… Tú estás negando a las personas que te sustentan. Es decir, el Ministerio de Cultura existe porque existen los creadores, los artistas. Al negar la existencia de esos artistas, pues estás negando tu propia existencia como institución.
El propio accionar del Ministerio es lo que está radicalizando a esos jóvenes que, quizás, la mayoría llegaron con ingenuidad. Ahora saben, efectivamente, que quizás lo que hicieron fue en vano y que lo que tendrán que hacer para lograr algo es radicalizarse un poco más.
¿Tú te consideras mercenaria?
Para nada. Porque a mí no me paga ningún gobierno para decir lo que pienso. Yo hago periodismo y si pudiera lo hiciera de gratis, pero es que el periodismo es una profesión como cualquier otra. Yo no hago periodismo en medios cubanos porque no hay libertad expresión en los medios cubanos. Comencé haciendo periodismo en los medios cubanos y pedí mi baja laboral, precisamente por eso, porque no existía libertad de expresión. Ahora trabajo con Cubanet.
Pero hacer periodismo desde la oposición también es válido. ¿Por qué no se puede hacer periodismo desde la oposición? Yo no tengo por qué pensar igual que la ideología que está en el poder. Ahora sí, a mí no me dicen en ningún momento: “Tienes que decir esto, o esto otro; tienes que cubrir cualquier noticia”.
El 27 de noviembre Cubanet no me dijo: “Ve para el Ministerio Cultura”. Yo dije: “Voy para el Ministerio Cultura porque yo como periodista, como cubana siento que debo estar ahí”. El periodista debe estar donde está la noticia. Y ese día estaba en el Ministerio de Cultura.
¿Crees que haya algún mercenario dentro del grupo de los 30?
Para nada. No considero que haya mercenarios dentro del grupo de los 30 y los dos invitados. Ninguno entró ahí porque fue pagado por un gobierno extranjero, ni siquiera los que estuvieron ahí representando al Movimiento San Isidro. Todos estaban ahí representando ansias de cambiar cuestiones que creen que están mal. Para empezar, si hubiesen sido mercenarios no hubiesen pedido un diálogo con la institución. Los mercenarios no piden diálogo. Los mercenarios van a hacer actos terroristas, o no sé… No sé qué hacen los mercenarios, porque no soy mercenaria… Eran artistas, intelectuales que simplemente querían expresarse, algo que han prohibido durante tantos años; querían exigir el derecho a existir.
¿Entonces, me estás diciendo que el grupo del 27N todavía cree en el diálogo, pero bajo qué condiciones?
Lo he dicho en varias ocasiones: para que vuelva a existir un diálogo o una voluntad de diálogo sana, tiene que haber presión. Y difícilmente la Seguridad del Estado cubana va a permitir que suceda lo mismo del 27 de noviembre. Es decir, que se reúnan tantas personas en un mismo lugar.
Esto no tiene precedentes. Hay muchas personas que confían en el diálogo. Ahora, el diálogo tiene muchos peligros también. Es decir, no puede ser un diálogo condicionado, no puede ser un diálogo donde solamente una de las partes se vea obligada a cumplir lo pactado. Y ya sabemos que las instituciones y la Seguridad del Estado tienen la experiencia de más de 60 años lidiando con personas que piensan diferente, y no por gusto llevan tantos años en el poder.
Yo creo que todavía en el 27N hay mucha ingenuidad en este sentido. Pero ingenuidad sana, desde el deseo de un mejor país, pero con la inexperiencia de lidiar con la Seguridad del Estado cubana. Te relataba ahorita lo que sucedió cuando la declaración de Ministerio de Cultura diciendo que el 27N había roto el diálogo, lo cual fue totalmente falso. Ese día, muchos de los miembros de los 30 que entraron al Ministerio de Cultura, amanecieron con vigilancia. Algunos se sorprendieron, ni siquiera habían escuchado que era una práctica común con los opositores, y nunca pensaron que les pudiera suceder algo así porque no se consideran opositores, sino ciudadanos cubanos que están exigiendo cambios y derecho a tener derechos: una de las principales exigencias del 27N.
¿Crees que haya cambiado algo en Cuba ese día?
Creo que ese día ha marcado un nuevo camino. De hecho, desde ese día, casi inmediatamente, hubo varias manifestaciones en otras partes del país. Hubo una de madres exigiendo el cierre de las tiendas en dólares. Otras marchas, por ejemplo, en la Isla de la Juventud, también en apoyo al Movimiento San Isidro. Fuera de Cuba también hemos visto muchísimas embajadas en las que hubo manifestaciones de apoyo.
Pero yo creo que lo más importante es que ha despertado la conciencia de los cubanos de decir: “Tenemos derechos y para que nos respeten nuestros derechos hay que seguirlos”.
¿Está relacionado el 27N con la tiradera de piedras a las tiendas?
El 27N, yo que estuve ahí desde el mediodía, nos percatamos de que llegaron personas para provocar. Yo creo que la Seguridad del Estado cubano estaba esperando la más mínima justificación para disolver inmediatamente eso. No sé si esas provocaciones venían por parte de la Seguridad del Estado cubano o por grupos radicales del exterior, eso no lo pudiera asegurar porque no lo sé.
Pero sí fue muy inteligente no dejarse provocar. Hugo un momento en que un señor lo intentó y enseguida lo acallaron. Es decir, nosotros no estamos aquí para incitar a la violencia, nosotros estamos aquí pidiendo diálogo y vamos a plantarnos hasta que haya un diálogo. Para nada era una resistencia violenta al poder. Tampoco creo que haya tenido nada que ver con lo que sucedió con las tiendas en dólares. Ni siquiera sé si eso sea cierto, porque sé que la Seguridad del Estado es experta en manipulación de opinión. Ahora mismo están manipulando la opinión pública nacional e internacional con toda esta campaña de descrédito y difamación, no solo contra el Movimiento San Isidro, sino contra los artistas e intelectuales que estuvieron ese día frente al Ministerio de Cultura.
¿Hay algún grupo opositor que abogue o crea que el camino para el cambio es la violencia?
Sí, hay grupos opositores y personas que abogan por la violencia, sobre todo del exterior del país. Pero yo no creo que ese sea el camino. La violencia engendra violencia; actualmente, con las redes sociales y toda la evolución que hay en mundo, no creo que la violencia sea el camino.
Si en el futuro hay violencia en Cuba, yo creo que va a venir de parte del gobierno, quizás, para frenar la resistencia pacífica. Lo hemos visto con esta maquinaria represiva que han desplegado desde lo sucedido el 27 de noviembre. Así estás infundiendo el miedo, el terror, de eso se trata. Hasta las Fuerzas Armadas desplegadas en la calle con armas largas. Es un mensaje subliminal: “Si sales a la calle te vamos a reprimir”.
Yo sí creo que la violencia vendrá de parte de ellos.
Actualmente hay grupos opositores o personas que creen en la violencia como método de cambio, pero yo creo que son los menos.