A casi tres semanas de que Joseph Biden asumiera la presidencia de Estados Unidos, aún no se sabe con exactitud en qué consistirá su política hacia Cuba. El 28 de enero, Jen Psaki, Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, durante una sesión informativa a periodistas, explicaba que se revisarían las acciones implementadas por la administración de Donald Trump y que la política de Estados Unidos hacia Cuba se rige por los principios de apoyo a la democracia y los derechos humanos.
El 19 de enero, apenas un día antes de la toma de posesión de Biden, el congresista de Massachusetts, James McGovern, le enviaba una carta donde le instaba a reparar las relaciones entre ambas naciones. En el documento, McGovern exhortaba al entonces presidente electo a restaurar la embajada y los servicios consulares; renovar los diálogos y grupos de trabajos colaborativos; abrir intercambios, viajes y comercio entre los dos países; revertir las sanciones y restricciones aplicadas a la Isla por la administración previa; además de otras acciones.
Las medidas adoptadas por Trump durante su mandato incluyeron la prohibición del turismo hacia Cuba; la restauración de las restricciones al comercio, con excepción de algunos artículos; un límite de 1 000 USD por trimestre en el monto de las remesas; el cierre de la Embajada de Estados Unidos en la Isla; y la activación del título III de la Ley para la Libertad y Solidaridad Democrática Cubana –también conocida como Ley Helms-Burton–, el cual se encontraba suspendido desde la entrada en vigor de la legislación en 1996. Este título permite a ciudadanos estadounidenses que hayan reclamado propiedades confiscadas por el gobierno cubano después del primero de enero de 1959, entablar demandas por daños monetarios contra compañías que hagan uso comercial de esas propiedades.
Igualmente, el 12 de enero de 2021, Cuba era reincorporada al listado de Países Patrocinadores del Terrorismo, del cual había sido eliminada por Barack Obama en 2015 por primera vez desde su inclusión en 1982. La inserción en este listado implica la prohibición de ventas y exportaciones de armas, controles sobre exportaciones, restricciones para la recepción de ayuda financiera estadounidense, la penalización a personas y naciones que participen en ciertas operaciones comerciales con los estados incluidos, además de la imposibilidad de acceder a préstamos de instituciones internacionales, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.
En declaraciones realizadas durante su campaña presidencial, Biden calificó a las políticas de Trump hacia Cuba como fallidas, al señalar que no habían logrado un avance de la democracia y los derechos humanos en el país, sino que, por el contrario, la situación había empeorado para los cubanos.
En esa ocasión, el actual presidente afirmó también que ampliaría los límites de las remesas y reduciría las restricciones de viajes hacia la Isla, además de impulsar un retorno a las políticas adoptadas durante la administración de Obama, de quien Biden fuera vicepresidente.
Podría esperarse entonces que más adelante, las políticas hacia la Isla se acerquen a las peticiones realizadas por el congresista McGovern e incluyan algunas de las acciones que implementó Obama durante su mandato, las cuales, además de las ya mencionadas comprendían acuerdos de cooperación entre ministerios de ambos países, la autorización para importar tabaco y ron desde la Isla y la búsqueda de la normalización de las relaciones bilaterales, entre otras.
En ese entonces, estas acciones contaron con el apoyo de la mayoría del pueblo estadounidense. En los primeros días de diciembre de 2016, durante los últimos momentos de la presidencia de Obama, una encuesta realizada por el Pew Research Center mostraba que el 75 % de los adultos en Estados Unidos aprobaba la decisión de reestablecer las relaciones con Cuba, y un 73 % estaba a favor de terminar el embargo hacia la Isla.