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Los sitios en que tan bien (ya no) se está

Contaba mi abuelo Roberto Villarreal, con una chispa resplandeciente en sus ojos, que también en su juventud había sido bodeguero. Él había nacido en el año 1927 en una finca llamada Arango, ubicada en el antiguo municipio de Santo Cristo de La Salud, antigua Provincia La Habana. La finca era de un acaudalado señor que les arrendaba a los campesinos parcelas de tierra.

Mi abuelo construyó su negocio hacia el año 1951 en las parcelas que habitaba su padre, y detrás hizo la casa en la que el joven matrimonio de mis abuelos vivirían sus primeros años. Era una bodega de madera con piso de cemento, pero siempre limpia, que él aprovisionaba de productos que compraba en un almacén en el pueblo. El establecimiento llegó a ser el centro donde se abastecían muchos campesinos de la zona. Un punto de encuentro, pues además de ofrecer alimentos y útiles de aseo, tenía una mesa para juegos. Le puso el corazón y las ganas a su negocio, y no le quitaba el ojo de encima, era suyo: lo había construido con sus propias manos y con su sudor.

La lista de productos, según contaba, iba desde variados granos (garbanzos, arroz, frijoles negros, colorados y blancos), fideos, refrescos, cervezas, galletas, pan, dulces, caramelos, mantequilla, quesos, azúcar, sal, condimentos, vinagre, vino seco, aceite, jabones, hasta bacalao y tasajo. Las personas cuando no podían pagar todos los productos el mismo día le pedían fiado y él los apuntaba en su lista de deudas; pero siempre fue un hombre justo y respetado, y no paraban de acudir a su negocio los campesinos y vecinos de la localidad. Finalmente cerró la bodega porque en los últimos tiempos muchas personas no le pagaban las deudas y decidió, con el dinero que había reunido, salir de la finca con mi abuela y mi mamá pequeña y mudarse al pueblo. Esta experiencia lo convirtió en un hombre que entendía cómo ganarse la vida, y cómo siempre respetar al cliente por sobre todas las cosas.

Yo nací en un tiempo muerto. No tengo recuerdos alegres de las bodegas, las carnicerías, ni las panaderías que se ajustan a la libreta de abastecimiento. Son sitios que transmiten miseria, suciedad, control, escasez, malos olores, presencia de roedores, de cucarachas y moscas. Son espacios en los que no es grato permanecer por mucho tiempo. Lugares en los que todo es normado, todo se ajusta a una cruz en la casilla del producto que te toca en el mes, que son escasos y otros pocos liberados. Parecen territorios pensados para desplegar una propaganda política, que no viene a enaltecer nuestra realidad, ni por la que lucharon nuestros héroes. Esos héroes que tanto lucharon por una Cuba próspera y justa. Siento como si nos ridiculizaran. Al ver en estos sitios la imagen del Apóstol y de nuestra bandera repetida indiscriminadamente en carteles, en gráficas ordinarias, surgen muchos sentimientos encontrados. Mi abuelo admiraba a Martí.

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

(Foto: Yanahara Mauri Villarreal, de la serie La Fucking Moda, 2006-2021).

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