Este fotorreportaje mira el mundo de las religiones cubanas de antecedente africano en dos planos. El primero es el de los practicantes, a través de sus ofrendas religiosas, y ha sido fotografiado durante febrero de 2020 en el Bosque de La Habana. El segundo plano sugiere un ángulo analítico a través de estudiosos del tema en diferentes períodos —de modo que sea un recorrido también por las comprehensiones acerca de las religiones—, o la problematización de algunas de estas prácticas a la luz de nuevas demandas cívicas, de protección ambiental y bienestar animal que tienen lugar en la cada vez más dinámica sociedad civil cubana.
“Para hacerse una idea del vasto caudal de conocimientos que el país poseía sobre África basta saber que entre 1800 y 1850, la mayor parte de la población de Cuba, calculada entre un millón y un millón quinientos mil habitantes, era africana; que las religiones africanas tenían muchos más fieles que la religión católica, y que la música de los africanos tenía mayor número de ejecutantes y admiradores que la música de los españoles. Muy poco se sabía de China, de la India, etcétera. África era la pasión de los hacendados, comerciantes, funcionarios coloniales, banqueros y curas así como de todos aquellos que estaban dominados por el espíritu de lucro. […]
”África interesaba tanto que no es por casualidad que el libro más importante escrito durante los tres siglos y medio de colonización se llamara: Historia de la esclavitud de la raza africana en el Nuevo Mundo y en especial en los países américo-hispanos, de José Antonio Saco; libro que por una de esas raras coincidencias los historiadores apenas citaron y los intelectuales jamás leyeron.
”El fin de la dominación colonial española en Cuba echó un manto de olvido sobre el continente africano”.
Walterio Carbonell: Cómo surgió la cultura nacional, 1961.
“Con el paso del tiempo, la imagen católica fue adquiriendo la misma significación teológica que el equivalente africano, y las feligresías de los cabildos comenzaron a tomar como símbolo de su creencia al santo católico, ante la protesta de los afectos a la ortodoxia religiosa africana que despectivamente —por creer en los santos— comenzaron a nombrar como ‘santeros’ a los que adoraban las imágenes católicas, en vez de adorar los íconos que simbolizaban a las deidades de las sectas religiosas africanas. El avance de la integración religiosa a través de la santería, hizo que esta secta aceptara por completo la mitología católica, sus imágenes votivas, su fraseología elemental —padrino, ahijado, bautizo etc.—; sus fechas, pues ya sabemos que, por ejemplo, el 4 diciembre, día que en el calendario católico corresponde a Santa Bárbara, es el día aceptado por los santeros como correspondiente a Changó; el 17 diciembre, día de San Lázaro de los católicos, es el día de Babalú para los santeros, y lo mismo pasa con todos los santos de la ‘religión afro’ como dicen los racistas. Para notar hasta qué grado están integrados los santeros y los católicos, basta decir que para asentarse un santo en la religión Ocha —santería— hay que estar bautizado en la Iglesia Católica”.
Sixto Gastón Agüero: Racismo y mestizaje en Cuba, 1959.
“A pesar de las exageraciones de la prensa, es muy posible que entre los esclavos y en los primeros días de la República, se cometieran por los siervos recientemente libertados, actos de esta naturaleza. Se sabe que había grupos de criminales entre dichos esclavos, cuya vida maleante debieron continuarla por algún tiempo y más en las plantaciones azucareras donde el aislamiento y la opresión daba margen a que el hombre que no tuvo ley en su tierra, continuara sus desafueros en aquel terrible ambiente; pero estos son casos criminosos que deben de catalogarse fuera del estudio de las religiones. Que los grupos usaran de tales crímenes para practicar la magia negra es cosa muy distinta a que los llevaran a cabo con motivos religiosos, y aceptar esto último o es desconocer el fenómeno religioso afroamericano o bien hacer una indistinguible mescolanza entre magia y religión”.
Rómulo Lachatañeré: “El sistema religioso de los lucumís y otras influencias africanas en Cuba”, 1939.
“Es realmente muy encomiable la tesis de Lachatañeré de no aceptar la denominación de brujería para significar las religiones de los afrocubanos. Aún cuando las escuelas antropológicas no anden muy acordes en distinguir esencialmente la religión de la magia y una y otra anden bastante mezcladas, parece hoy día inaceptable que ambos conceptos se confundan. Y hay que empeñarse en que la voz santería, que es un legítimo y bien formado cubanismo, sea aceptada para significar los sistemas religiosos de los afrocubanos”.
Fernando Ortiz: “Brujos o santeros”, 1939.
“La Iglesia Católica fue la primera en reconocer esta realidad que se trata de ocultar por los timoratos, designando Patrona de Cuba a la Caridad del Cobre. Patrona mestiza como corresponde a país mestizo”.
Armando Hernández: “Cuba y su expresión racial”, 1937.
“Es sintomático que los colorines de las promesas a ‘ciertos santos’, coincidan con los matices de viejos ritualismos africanos y que esos ‘santos’ correspondan íntegramente al panteón llamado ‘brujo’. La Iglesia Católica, siempre sagaz y aceptada en todo momento a las exigencias del medio en que actúan sus sacerdotes, diole de ‘Patrona’ a Cuba una santa mestiza: ‘la Caridad del Cobre’ virgen morena, dirigente nacional, acusadora, en el plano de la religión, de una unidad específica en el cuadro étnico de la sociedad isleña”.
Alberto Arredondo: El negro en Cuba, 1939.
“Debe ser muy nuestra pues se le ha llamado Símbolo de Cubanía”.
Emilio Cueto: La Virgen de la Caridad del Cobre, 2014.
“El negro, que humaniza cuanto le rodea, hasta las cosas más insignificantes y aparentemente inanimadas, ¡sólo aparentemente!, concibe a los orishas y dioses, personales, sobrenaturales y omnipresentes, y a los espíritus, a su imagen y semejanza. A su más pobre semejanza. Las pasiones son las mismas en este, que en la divinidad cuya protección implora; tienen, pues, la divinidad y el hombre, las mismas apetencias y necesidades. Lo que al negro complace, produce igual satisfacción material a un dios o a un espíritu: un chorro de aguardiente de caña, de malafo mamputo o de otí, al que es tan aficionado, ‘y que tanto se estimaba en toda Guinea’, un tabaco y unas monedas, son el pago concertado, obligatorio, y la ofrenda más grata a esta encarnación del monte que es el dios Osain y, en general, a todos los dioses montunos de la índole de Osain”.
Lydia Cabrera: El Monte, 1954.
Diversos reportes de prensa muestran cómo un “activismo más visible y capacitado logra, con dificultades, consensos sobre cómo abordar el sacrificio animal desde diferentes perspectivas y con base en el respeto”. Incluso, y es una radical novedad, ha llegado a cuestionarse el sacrificio animal como parte imprescindible de esa ritualidad religiosa (ver aquí, aquí, y aquí).
“Las creencias y prácticas cubanas de ascendencia africana, en el discurso cultural cubano, se han considerado como ejercicios de resistencia cultural cuando, desde los predios oficiales o hegemónicos, se pretendió acorralar, domesticar, o marginalizar los dominios subjetivos de libertad. Hoy también hay sustanciales modificaciones: las prácticas existen en medio de la sociedad contemporánea. Así, el caso de la regla Ocha-Ifá muestra migraciones hacia países de diferentes niveles de desarrollo económico y sociocultural; acompaña a las personas que viven en sociedades signadas por el sueño de la tecnología, de la megalópolis electrónica y computarizada y también en las que aún domina el arte del cazador. Los objetos fuera de las lógicas de vida, que le dan sentido a la del religioso, viven una existencia particular en el contexto de los museos escenográficos y artísticos. Por lo anterior, resulta insuficiente estudiarlos y valorarlos como sobrevivientes del pasado o como expresión de lo primitivo”.
Lázara Menéndez: Para amanecer mañana, hay que dormir esta noche. Universos religiosos cubanos de antecedentes africanos: procesos, situaciones problémicas, expresiones artísticas, 2017.
Emilio Roig decía que el laicismo era “tan vieja y fuerte tradición cubana que entre nosotros laicismo es sinónimo de cubanismo”. Cuba estableció el Estado laico con la Constitución de 1901. Ese texto mencionó a Dios y a la moral cristiana, pero abrió la puerta a defender modelos educacionales laicos y a la escuela pública, por encima de la privada, y a la regulación de esta última. La Constitución de 1940 avanzó en la regulación laica. No obstante, la moral exigible por el Estado a la ciudadanía fue la “moral cristiana”, en tanto “moral pública”. Presentándola como “moral universal”, no hubo mención a las religiones afrocubanas. La Constitución de 1976 proclamó un Estado confesional, por ateo. La reforma de 1992 enmendó el problema. La Constitución vigente, de 2019, mantuvo el criterio laico. Con este marco, el respeto estatal y social a la libertad religiosa ha avanzado decididamente hasta hoy, aunque no ha sido promulgada una ley de cultos desde 1976.
“No creo en milagros. Creo en la fuerza y en la claridad que sus espíritus nos transmiten, para poder actuar en la vida y lograr lo que queremos. Chica, el maná no cae del cielo; ese hay que buscarlo en la tierra, ¡y bien buscado! Mis creencias religiosas las desarrollo sola, como tú sabes, porque hay muchos farsantes que se aprovechan de las personas para lucrar. También considero que la religión es un problema de cada quien, que cada persona practique lo que quiera y como lo quiera hacer, siempre que sus creencias no le hagan daño a nadie. De una cosa yo sí estoy segura, y es que en Cuba todo el mundo lleva sus creencias dentro de su corazón: dígalo o no lo diga”.
Daisy Rubiera: Reyita, sencillamente, 1996.
Este proyecto fue apoyado a través del programa de Microgrants Check Global COVID-19.