Dayvid acaba de dar a luz. La niña llegó en medio del distanciamiento físico y de la incertidumbre por la pandemia. La madre sentía que estaba mejor dentro de su vientre. Cuando pase el tiempo, cuando olvide un poco el estrés de estos días, podrá decir sonriendo que su hija nació mientras el mundo estaba en pausa.
Durante los dos últimos meses, Dayvid Ferro siguió todas las noticias sobre el nuevo coronavirus y extremó las medidas higiénicas. Pero su verdadero mecanismo de defensa fue no prestarle demasiada atención al problema, centrarse en otras cosas: “porque si no me vuelvo loca. Tengo que estar tranquila por ambas”.
Como Dayvid, muchas madres y embarazadas comparten ese sentimiento. En el caso particular de Cuba, si nos guiamos por el Anuario Estadístico de Salud 2019, durante esta cuarentena (marzo, abril, mayo) debe de haber en el país entre 20 000 y 25 000 gestantes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el momento no hay constancia científica de que las mujeres embarazadas corran mayor riesgo de enfermedad que la población en general. Tampoco existen evidencias que muestren que, en caso de contraer o presentar síntomas de COVID-19, se produzca algún tipo de complicación o comprometan al feto. No obstante, se conoce que, durante la gestación, la madre presenta cambios inmunológicos y fisiológicos que la hacen más susceptible a las infecciones virales.
Para el doctor cubano José Ángel Pérez García, residente de la especialidad de Medicina General Integral, “las embarazadas constituyen siempre un grupo vulnerable, no solo en el contexto de una epidemia, sino en cualquier circunstancia”.
Experiencias anteriores con brotes de coronavirus humanos, como el causante del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) o el coronavirus que ocasiona el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), mostraron que las gestantes y los recién nacidos presentaban, la mayoría de las veces, resultados negativos.
Hasta ahora y pese a varias investigaciones relacionadas con la COVID-19 en embarazadas, los científicos han sido cautelosos en cuanto a las conclusiones sobre si este patógeno puede contagiar al futuro bebé por transmisión vertical.
La revista médica The Lancet publicó un estudio realizado a nueve embarazadas que resultaron positivas a la COVID-19 y que fueron ingresadas en el Hospital Zhongnan de la Universidad de Wuhan, China, del 20 al 31 de enero de 2020. A todas se les practicaron cesáreas en el tercer trimestre, los bebés nacieron sanos.
También se analizó líquido amniótico, sangre del cordón umbilical, hisopo de garganta neonatal y leche materna en seis de las pacientes, después de la primera lactancia, y todas las muestras dieron negativas al SARS-CoV-2.
Otro estudio científico analizó 108 casos de embarazadas que tenían la enfermedad, con el fin de agrupar los datos disponibles y observar los efectos reales del virus en estas pacientes. La mayoría de las mujeres estaba en su tercer trimestre de embarazo; solo 22 en las primeras semanas de gestación. El síntoma más común en ellas fue fiebre, aunque también hubo reportes de tos seca y persistente.
La cesárea representó el 92 % de todos los partos y la justificación para este procedimiento fue presencia de sufrimiento fetal. Entre los casos analizados se encontraron a tres neonatos con anticuerpos IgM contra el SARS-CoV-2. Sin embargo, las pruebas fueron repetidas a través de muestras nasofaríngeas y estas dieron negativas. El incidente pudo ser consecuencia de los falsos positivos y negativos a los que son propensos los ensayos del IgM, de acuerdo con la investigación.
Otros estudios muestran descubrimientos alarmantes, por lo cual aún no están claras las posibilidades reales de una infección vertical entre madre e hijo: dos recién nacidos dieron positivo a la COVID-19. Un bebé nacido en Perú, diagnosticado a las 16 horas de vida, y otro en China, 36 horas después del nacimiento a través de una cesárea de emergencia. Los dos bebés fueron puestos en cuarentena y ninguno tuvo contacto piel con piel con su progenitora.
Si bien no hay pruebas suficientes para afirmar que el virus se transmite por vía transplacentaria de la madre al bebé antes de nacer o durante el parto, esta posibilidad aún no se puede descartar.
¿Cómo tratar a una embarazada?
Para Ana Paula Oliva, con seis meses de embarazo, la mayor preocupación es que su fecha de parto coincida con el alboroto que vivimos hoy en Cuba y que pueda existir algún riesgo de infección.
Ni a Ana Paula, ni a Claudia Jiménez, quien tiene poco más de 20 semanas de embarazo, sus médicos de cabecera les han comentado sobre nuevos medicamentos a tomar en este periodo o sobre las gotas homeopáticas, denominadas PrevengHo-Vir, que han sido presentadas en el país como un tratamiento preventivo ante enfermedades virales, incluidas las infecciones respiratorias, y distribuidas en el territorio nacional.
El Ministerio de Salud Pública (MINSAP) redactó el Protocolo para el tratamiento de la enfermedad por COVID-19 (SARS-CoV-2) en pacientes obstétricas ingresadas en cuidados intensivos. En el caso de que una embarazada resulte positiva al virus, el documento recomienda su ingreso en salas de aislamiento respiratorio o de cuidados intensivos, si la gravedad de la afección lo requiere.
Debe ser en un cuarto individual; de no existir esta posibilidad, debe ubicarse a la paciente a una distancia de, al menos, dos metros de la cama contigua. Asimismo, se le realizará un examen clínico exhaustivo y se le colocará oxigenoterapia continua.
Según explica el informe, el uso de corticoides no ha sido efectivo y no es recomendable emplearlos de manera prolongada pues tiene efectos adversos, como son las infecciones oportunistas por diferentes microrganismos.
A pesar de que no existen resultados concluyentes sobre la efectividad de los tratamientos antivirales, el documento ofrece algunas alternativas para el tratamiento de las embarazadas en salas de cuidados intensivos como el suministro de Cloroquina, Lopinavir/Ritonavir y de Oseltamivir, este último solo cuando exista una coinfección por influenza.
En correspondencia con el Protocolo de actuación nacional para la COVID-19, el documento orientado a las pacientes obstétricas ingresadas en cuidados intensivos, también menciona el uso de Azitromicina, Ceftriazona –en caso de infección tipo neumonía comunitaria–, Vancomicina –si hay posibilidad de estafilococos–, anticuerpo monoclonal Itolizumab, e Interferón alfa 2b recombinante (Heberón).
El Protocolo Nacional advierte que el Interferón alfa 2b no debe usarse en pacientes graves, y la Cloroquina “no debe emplearse en pacientes con arritmias cardíacas o bloqueos aurículo-ventriculares y enfermedades de la retina”.
“En la paciente obstétrica (gestantes y puérperas) se realizará profilaxis de la enfermedad tromboembólica, de no existir contraindicaciones, administrar heparina de bajo peso molecular (Fraxiparine) 0,3 mL subcutáneo una vez al día por 14 días, este tratamiento puede extenderse mientras dure la hospitalización de la paciente”, especifica el Protocolo del MINSAP.
En las pacientes con menos de 26 semanas de embarazo se priorizarán los cuidados maternos y, ante una emergencia, el objetivo fundamental será la vida de la madre. En las que tengan de 26 a 34 semanas podrá utilizarse la maduración pulmonar, de ser estudiado por un equipo multidisciplinario.
En aquellas que tengan más de 34 semanas cumplidas se mantendrá una conducta expectante con estudios del bienestar fetal. Hasta el momento no hay indicaciones de adelantar el parto o realizar una cesárea, a menos que existan criterios obstétricos que lo establezcan.
“En caso de trabajo de parto espontáneo, se dejará evolucionar y se abreviará el periodo expulsivo con fórceps, dado los riesgos de contaminación”, precisa el Protocolo para el tratamiento de la enfermedad por COVID-19 (SARS-CoV-2) en pacientes obstétricas ingresadas en cuidados intensivos.
El virus no aleja otras preocupaciones
A principios de abril, en la provincia de Ciego de Ávila, una mujer primeriza con un bebé de pocos días, nacido por parto natural, resultó positiva al virus SARS-CoV-2, por ser contacto directo de un familiar contagiado. Así lo informó el medio avileño Radio Surco.
Toda la familia pasó a vigilancia extrema en un lugar de aislamiento; la madre, que había ingresado con el niño en un hospital de la provincia, fue enviada a un centro en Camagüey, habilitado para atender casos de coronavirus. El pequeño, que siempre se mantuvo negativo en la prueba PCR, permaneció aislado en una sala de Neonatología.
La evolución del niño fue normal, ganó peso y desarrolló sus capacidades motrices. A los 14 días, como está estipulado, se le repitieron los exámenes y la conclusión fue que nunca se contagió, por lo que pudo volver a casa. El bebé recibió lactancia materna desde que nació hasta que fue separado de su mamá, porque el Protocolo cubano, a falta de evidencias sobre la infección por esta vía, recomienda la lactancia “a menos que la paciente tenga una condición crítica de la enfermedad”.
Mientras los debates y las búsquedas científicas siguen activas, Ana Paula solo piensa en tomar todas las medidas necesarias para evitar el contagio. Para poder llegar a una consulta en el hospital, tuvo que alquilar un taxi. A Claudia le llevan la citación a la casa para que asista al consultorio en el horario y fecha indicados. Ambas tienen que desplazarse por motivos médicos.
Para estas situaciones, algunos policlínicos y áreas primarias de salud han buscado una alternativa, según comenta el Dr. José Ángel Pérez García: “En el policlínico donde trabajo, así como en todos los de la Dirección Municipal de Playa, se está organizando una guagua para que lleve a las embarazadas a las consultas en los hospitales. También se ha intensificado la labor de terreno para atender a las gestantes, o sea, que el médico y el enfermero acudan a su domicilio. Ahí se evalúa la dieta, se les da un seguimiento que no necesite de elementos específicos como pesarlas, por ejemplo”.
Más allá de las atenciones médicas que puedan recibir estas mujeres en proceso de gestación, está la dificultad de conseguir los suministros que necesiten en cuanto a comida y aseo, sin exponerse a largas colas o tener que trasladarse.
“Las cosas para el bebé me las traerán de afuera, cuando se pueda, y de las del hogar se encarga mi hermana”, comenta Ana Paula.
Claudia también tiene, por suerte, quien vaya a hacerle las compras, pero piensa en aquellas mujeres que no cuentan con nadie. “Se debería reforzar la dieta normada, darnos todos los medicamentos por el consultorio y no dejarnos en manos de la farmacia; establecer un lugar diferente –o al menos un horario distinto– al del resto de las personas, donde podamos comprar lo imprescindible”, dice.
Según el Dr. José Ángel Pérez, en Cuba las madres solas o con determinados problemas económicos y sociales son identificadas como gestantes con riego y reciben una ayuda de la Seguridad Social, que va desde reforzar su alimentación normada hasta exonerarlas del pago o disminuirles el precio de la canastilla; “depende de cada paciente”.
Sin embargo, en estos momentos muchas requieren de otras ayudas que se ajusten a la situación.
Mientras tanto, Dayvid anhela que todo vaya bien en sus primeros días de mamá y que el distanciamiento físico termine pronto para que su hija reciba la acogida de la familia. Quedarse en casa con su bebé y esperar son sus únicas opciones, por el momento.
Este proyecto fue apoyado a través del programa de Microgrants Check Global COVID-19.
Deje un comentario