En un día cualquiera, cuando Clara Camalleri atiende a un cliente da forma y textura a las fragancias: “es dulce”, “es fresca y suave”, “puedes usarla en las tardes”, “tiene sándalo y pachulí…”. Otras veces mezcla ingredientes en su taller y termina un nuevo producto hecho con hojas de tabaco o girasoles. En los momentos de mayor tranquilidad, busca inspiración en sus propias combinaciones o en el entorno, diseña el próximo perfume y escoge las esencias precisas que lo harán realidad.
Su proyecto homónimo nació en 2017 y es básicamente familiar. Sus padres y sus dos hijas son el núcleo de la actividad diaria, aunque tiene algunos empleados que la asisten en la elaboración y en la venta. Habitualmente, comercializa sus productos en Galería Arte Habana, donde mantiene un local junto a otros artesanos del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC).
Pero los últimos días han sido diferentes para ella. Con el confinamiento por la COVID-19, solo la familia trabaja desde la casa. Rodeados de cajas de materia prima, maceran frutas y hojas, disuelven las mezclas en agitadores magnéticos, envasan y almacenan los frascos de 20 mililitros. Los productos que ahora fabrican, aunque también desprenden agradables olores, no están hechos para perfumar la piel.
Clara Camalleri, a quien todos llaman Clarita, ha detenido la fabricación de perfumes artesanales para hacer geles desinfectantes a base de alcohol e hipoclorito de sodio.
“Los tenemos naturales, de mandarina, limón, violeta, vainilla, mango y marino”, nos cuenta a través de WhatsApp. Como ingeniera química sabe que además del alcohol (en una concentración mayor al 60 %) y del hipoclorito de sodio, las esencias cítricas que utiliza contribuyen al proceso de desinfección de las manos.
Antes del cierre temporal de las escuelas el pasado 24 de marzo, Clarita donó geles de su producción a niños de la primaria José Manuel Lazo de la Vega en Santos Suárez. Luego ha ido repartiendo otros a quienes permanecen en centros de trabajo del entorno, así como a empleados del FCBC que continúan en sus puestos.
Desde que se graduó de Ingeniería Química en la Universidad Tecnológica José Antonio Echeverría (Cujae) y hasta 2016 trabajó en Suchel Fragancia, unidad de la empresa estatal Suchel en la cual se diseñan los bouquets (concentrado aceitoso de las fragancias) que luego se utilizan en la fabricación de perfumes, jabones, talcos, detergentes, etc. Populares aromas como Camerata y Un toque fueron diseñados por ella.
Clarita recuerda que durante la carrera universitaria nunca pensó ser perfumista, siempre le gustó mucho la investigación farmacéutica. Fueron sus amigos quienes la alentaron a presentarse a una prueba porque, según ellos, tenía muy buen olfato. “Y fui la única que pasé el examen. Ahí comenzó mi carrera como perfumista, que lleva un entrenamiento de diez años”, asegura. “Es un oficio donde se entrelazan la química, la psicología y el arte”.
Hojas de tabaco, girasoles, la flor Mariposa y ramas de canela, son algunos de los componentes naturales de sus productos en la actualidad. Sus perfumes son artesanales no solo por la elaboración casera y a pequeña escala: “Entre otras cosas, yo macero las plantas y eso es algo que a nivel industrial sería muy difícil de hacer y elevaría mucho los costos”, explica. “Las fragancias nuestras tienen un estilo muy propio. Hacemos perfumes para todos los gustos”.
Gel desinfectante, iniciativas de producción y eficacia
En la segunda quincena de marzo, cuando se intensificó la crisis por COVID-19 en Europa, el conglomerado multinacional LVMH —propietario de marcas de lujo dentro de la industria de la cosmética como Christian Dior, Givenchy, Guerlain— comenzó a producir gel desinfectante en sus fábricas para donar a los hospitales y a las autoridades de Salud Pública en Francia.
Por esa misma fecha, la cantante colombiana Shakira anunció en su perfil de Instagram que la empresa española Puig, responsable de los perfumes bautizados con el nombre de la artista, produciría también geles desinfectantes como contribución ante la emergencia por el nuevo coronavirus. También fueron noticias las iniciativas de este tipo en varias destilerías de Estados Unidos.
En Cuba, la destilería Habana, perteneciente al Grupo Empresarial Azucarero Azcuba, fabrica este producto desde el año 2010 bajo la marca Geltha. Según dijo a la televisión nacional la ingeniera Margarita Laguardia, especialista de la destilería, el gel de producción local tiene propiedades antibacteriales, antifúngicas y antisépticas, a partir de sus tres componentes principales: alcohol al 70 %, triclosán e hipoclorito de sodio. Pero hasta el momento la producción estará destinada solo a los centros hospitalarios, en envases de 5 a 20 litros. Pedro Harenton, director comercial de Tecnoazúcar, la empresa comercializadora de Azcuba, dijo que este año prevén producir 140 000 litros de gel, el doble de la cantidad alcanzada en 2019.
Sobre el uso de los geles desinfectantes y antibacteriales para prevenir el contagio de esta pandemia, los organismos internacionales de salud han expresado que no deben sustituir el lavado de las manos, una de las medidas más importantes, junto al distanciamiento social, para evitar o minimizar la exposición al virus.
“El lavado de las manos reduce la cantidad de todo tipo de microbios y sustancias químicas en ellas. Pero si no hay agua y jabón disponibles, usar un desinfectante para manos que contenga al menos un 60 % de alcohol puede ayudarte a evitar que te enfermes y que propagues microbios a otras personas”, recomienda el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).