Las personas mayores de 60 años, y sobre todo quienes rebasan los 80, se encuentran entre los grupos de alto riesgo frente a la COVID-19, según ha advertido la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las cifras de fallecimiento a nivel mundial dentro de este grupo etario confirman dichas aseveraciones; de ahí que se haga un llamado a extremar las medidas generales con esta comunidad poblacional.
En Italia, el país más golpeado por la epidemia con la mayor tasa de fallecidos a nivel mundial, hasta el 30 de marzo la edad media de los pacientes que no pudieron superar la infección fue de 78 años.
El presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), José Augusto García Navarro, ha alertado sobre la vulnerabilidad de los adultos mayores en su país, uno de los más afectados por la pandemia. “Las personas mayores son las que presentan un mayor número de enfermedades y patologías crónicas, por lo tanto, tienen una tasa más elevada de mortalidad”, expresó García, y llamó la atención sobre la importancia de extremar las precauciones dentro de este grupo etario.
Con el avance de la edad, los pulmones ya no son tan elásticos o resistentes, y esto, de conjunto con cualquier otro problema de salud, tiende a propiciar pérdida de la función pulmonar y de las vías respiratorias. Otro factor que también conspira en contra es la manera en que la respuesta inmunitaria se deteriora con el paso de los años, lo que dificulta más el combate de enfermedades e infecciones.
También en Estados Unidos, otra de las naciones con un elevado número de infectados, varios científicos han llamado la atención sobre la prioridad en el cuidado de las personas que rebasan los 60 años. El inmunólogo de University of Texas Medical Branch, Vineet Menachery, quien estudia el efecto de los coronavirus en los sistemas inmunitarios de personas mayores, ha subrayado dos causas fundamentales que inciden en la mayor susceptibilidad al coronavirus: la propensión de este grupo a dolencias que dificultan la capacidad del organismo para superarlas, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y el debilitamiento del sistema inmunológico con los años, criterios que coinciden con los explicados a elTOQUE por el microbiólogo cubano y especialista en virología molecular Oney Ortega.
Un artículo publicado en el diario El País explica que, a medida que se envejece, las respuestas del sistema inmunitario van cambiando y el organismo produce menos interferón, una proteína antiviral que limita la infección, al desencadenar la muerte de las células infectadas. De esta manera, se dificulta la muerte de dichas células y, en consecuencia, resulta más difícil transmitir señales a la respuesta inmunitaria adaptativa para que se ponga en marcha.
“Con el envejecimiento, la reducción de la ‘capacidad de atenciónʼ de la respuesta inmunitaria innata y la adaptativa hace más difícil que el cuerpo responda a la infección viral, dando ventaja al virus. Los virus pueden aprovechar la tardanza del sistema inmunitario en responder y hacerse rápidamente con el cuerpo, provocando una enfermedad grave y la muerte”, señala el artículo.
Annie Luetkemeyer, especialista en enfermedades infecciosas en el Hospital General Zuckerberg de San Francisco, declaró a The New York Times que “la diabetes, por ejemplo, puede hacer que sea más difícil combatir una infección, y un padecimiento cardíaco o pulmonar subyacente quizá dificulte que esos órganos sigan el ritmo de las exigencias provocadas por una infección grave de COVID-19”.
En este sentido, el experto cubano resalta que aunque la edad avanzada constituye un declarado factor de riesgo, es válido aclarar que las condiciones de salud realmente son las que conllevan a la susceptibilidad frente a este virus. “Puede que una persona no pertenezca a este grupo por su edad, pero si tiene trastornos crónicos de salud, igualmente será susceptible a padecer la infección grave de esta enfermedad”.
¿Qué medidas se toman con los adultos mayores en Cuba?
El envejecimiento poblacional en Cuba es una situación demográfica compleja que enfrenta el país. Según informó el jefe del Departamento de Adulto Mayor, Asistencia Social y Salud Mental del Ministerio de Salud Pública (Minsap), Alberto Fernández Seco, el 20.8 % de la población cubana está envejecida, lo que significa que más de dos millones de personas tienen 60 años o más.
Este fenómeno irá in crescendo en los próximos años: se calcula que para 2025 los miembros de la tercera edad representen el 25 % de la población total. Las causas están asociadas a varios factores: el incremento de la esperanza de vida, la disminución de la mortalidad, el descenso de la fecundidad y el saldo migratorio negativo, entre otros elementos.
En dicho escenario, el Minsap se enfoca en medidas específicas para este grupo poblacional.
Fernández Seco declaró a Cubadebate que un 15 % de los adultos mayores vive solo; de ahí que la pesquisa activa que se realiza se concentra particularmente en este segmento.
“En Cuba existen 293 casas de abuelos, que son una institución social, no asistencial. Los trabajadores sociales que laboran en ellas se han capacitado para detectar cualquier sintomatología de infección respiratoria, ya sea en trabajadores como en las personas mayores que asisten, y notificar a Salud Pública”, declaró el funcionario.
Asimismo, Fernández Seco señaló que en los círculos de abuelos se están efectuando los ejercicios físicos a una distancia de dos metros y se desarrolla una labor de información sobre las medidas de prevención y autocuidado de la salud. Las Cátedras del Adulto Mayor, por su parte, continuarán su curso de forma no presencial y enfatizarán en las indicaciones a seguir ante la COVID-19.
Por último, resaltó que los 155 hogares de ancianos existentes en el país cuentan con médicos y licenciados en enfermería que examinan a diario a los trabajadores externos y a los seminternos, para evitar el ingreso de alguien que presente cualquier virosis. Además, se procedió a la disminución de los pases y visitas, sobre todo si son del extranjero.
Consejos para la protección de los adultos mayores
El diario The New York Times y el sitio de salud Redacción Médica han publicado una serie de tips para el cuidado de las personas de la tercera edad en el contexto del coronavirus. Se trata de una recopilación de prácticas recomendadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), la OMS, los geriatras y los especialistas en enfermedades infecciosas.
Los geriatras aconsejan primeramente seguir con rigor las recomendaciones generales de la OMS: lavar las manos frecuentemente con jabón y agua tibia, en el caso de los adultos mayores durante 40 segundos, o limpiarlas con gel antibacterial a base de alcohol; prescindir de estrechar manos; alejarse de las reuniones sociales; limpiar y desinfectar objetos que se toquen con frecuencia, y evitar el transporte público y las multitudes.
Tampoco se recomienda hacer viajes que no sean esenciales y debe restringirse la visita de familiares o amigos, sobre todo si alguno de ellos presenta síntomas respiratorios o gripales. Por otro lado, es fundamental limitar el contacto con los más pequeños de la familia. En las culturas latinas —Cuba dentro de ellas— es común que los padres dejan a los niños al cuidado de los abuelos. Esta práctica se desaconseja en el actual escenario, ya que los más pequeños también pueden transmitir el coronavirus.
Ahora bien, en el caso del distanciamiento social, debe tenerse cuidado, puesto que el aislamiento ya es un problema de por sí dentro de un número elevado de ancianos. La soledad, según estudios del Centro de Investigaciones Pew, también conlleva riesgos para la salud. Por ello se recomienda la organización de reuniones virtuales con amigos y familiares. En el caso particular de Cuba, una alternativa para los ancianos que viven solos podría ser mantener el contacto con los seres queridos a través de llamadas telefónicas mutuas.
También se enfatiza en la importancia de mantenerse activos, con rutinas que contribuyan a fortalecer la vitalidad: practicar buenos hábitos, sobre todo darse el tiempo suficiente para el sueño y el descanso; una alimentación saludable y hacer ejercicios, entre ellos el tai chi, arte marcial chino que ha demostrado una incidencia positiva en la calidad de vida de las personas mayores.