El 18 de marzo salió de Cuba, con fecha de ida pero no de regreso, la primera de 22 brigadas médicas –hasta el momento– que prestan servicios de atención contra la COVID-19 en el mundo.
Cuando los primeros miembros del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve llegaron a Nicaragua, hacía una semana que Cuba había reportado su primer caso. Hoy más de 1 300 profesionales cubanos están en 22 países para enfrentar la pandemia, y las autoridades de la Isla han expresado la voluntad y disposición de ampliar la asistencia médica internacional. Según Santiago Badía González, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud, más de 45 países ya han solicitado ayuda para combatir la COVID-19.
La mayor cantidad de brigadas médicas cubanas está en América Latina y el Caribe. Sin embargo, los grupos más numerosos, con más de 200 profesionales en cada caso, son los de Angola y Catar, países donde ya existía una colaboración previa de más de 1 500 especialistas.
Marcía Cobas, viceministra de Salud Pública, aclaró en el programa Mesa Redonda que se trata de la primera vez del Contingente Henry Reeve en Europa; destacó la experiencia previa de la mayoría de los profesionales, así como el desempeño de las mujeres, que representan más del 50 % de la delegación.
Además de las brigadas, otros especialistas han viajado a diversos países. Dos médicos llegaron a Beijing a inicios de marzo para reforzar la atención sanitaria a los ciudadanos de Cuba en China. “El equipo brinda consultas a sus compatriotas, da seguimiento a la situación epidemiológica del gigante asiático y además apoya las labores preventivas que la misión diplomática adopta a fin de ser más efectiva en la orientación y protección de los cubanos”, explicó la doctora Yamira Palacios a Prensa Latina.
También cinco especialistas del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí y el Dr. Luis Herrera, director fundador del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, fueron en la avanzada a Venezuela.
El Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve fue creado por Fidel Castro en 2005, con la intención de asistir a los damnificados del huracán Katrina en Estados Unidos. La ayuda médica cubana nunca llegó pues el presidente George W. Bush no dio su permiso. La tragedia dejó más de 1 800 muertos. Un año después Bush declaró: “Mi Gobierno no estuvo a la altura de su responsabilidad”.
Desde entonces, el Contingente Henry Reeve ha acudido en casos de terremotos (Paquistán, 2005; Indonesia, 2006; Perú, 2007, China, 2008; Haití, 2010; Chile, 2010; Nepal, 2015; Ecuador, 2016), lluvias intensas (Guatemala, 2005; Bolivia, 2006; México, 2007; El Salvador, 2009; Chile, 2015; Venezuela, 2015), emergencias médicas (cólera en Haití, 2010; ébola en Sierra Leona, Guinea Conakri, Liberia, 2014) y huracanes (Dominicana, 2015; Islas Fiji, 2016; Haití, 2016).
Su trabajo ha sido reconocido por varios gobiernos y por organismos internacionales. En mayo de 2017, la Organización Mundial de la Salud (OMS) le otorgó el Premio de Salud Pública en Memoria al Dr. Lee Jong-wook, en reconocimiento a los 250 especialistas que lucharon contra el ébola en África.
Colaboración médica, historia de larga data
La historia de la cooperación médica cubana es muy amplia y excede el trabajo del Contingente Henry Reeve. Por ejemplo, en febrero de 2020 había más de 28 700 colaboradores cubanos en 59 países. Entre ellos, los doctores Landy Rodríguez y Assel Herrera, quienes prestaban servicio en Kenia y desde hace un año permanecen secuestrados por miembros del grupo islámico Al Shabab.
Repito: más de 28 700. Un número considerable a pesar de la retirada de las misiones médicas de Brasil (noviembre de 2018), Ecuador y Bolivia (noviembre de 2019), que supuso el regreso de más de 9 500 colaboradores al país y la pérdida de importantes fuentes de ingresos.
La colaboración médica cubana ha transitado por varias etapas. Desde el 23 de mayo de 1963, con el envío de la primera brigada a Argelia, compuesta por 55 colaboradores, hasta la actualidad, más de 407 000 médicos han prestado servicios en 164 países.
Entre las décadas de los 60 y los 80 se entendía esta ayuda como una “misión internacionalista” basada en el principio de solidaridad, y abarcaba otras áreas científicas y profesionales. No se trataba estrictamente de una exportación de servicios, puesto que ni el país ni los médicos recibían ingresos por ello. Este tipo de ayuda, en países del llamado Tercer Mundo, se consideraba una contribución cubana a la liberación y desarrollo de los pueblos.
En el texto “Evolución de la colaboración médica cubana en 100 años del Ministerio de Salud Pública”, los doctores Nestor Marimón y Evelyn Martínez, explican lo ocurrido durante el periodo siguiente:
“La década de los años 90 estuvo marcada por eventos externos que afectaron sobremanera la economía cubana, dentro de ellos, la desintegración de la URRS con la desaparición del campo socialista, principal mercado cubano, el inicio del Periodo Especial y el recrudecimiento del bloqueo económico de Estados Unidos hacia Cuba.
”Esta situación potencia el surgimiento de una nueva modalidad de cooperación: la Asistencia Técnica Compensada o Contrato Directo, cuya esencia consiste en que se establece un acuerdo, por el cual el médico contratado percibía una remuneración por los servicios prestados y por este concepto entraba al Sistema Nacional de Salud un aporte que permitía mantener al resto de la colaboración médica, que debido a la situación económica que existía, el país no lo podía asumir.
”Al final de los 90 se producen eventos naturales en el área de Centroamérica y el Caribe (huracanes George y Mitch) que modificaron todo lo que se realizaba hasta estos momentos, disminuye la modalidad de Misión Internacionalista, la Asistencia Técnica Compensada se reduce de forma paulatina y aparece el Programa Integral de Salud (PIS), el 3 de noviembre de 1998, inicialmente en Centroamérica y el Caribe y posteriormente se extiende hacia África y el Pacífico, así como la creación en este periodo de la Escuela Latinoamericana de Medicina, como elemento básico de continuidad y sostenibilidad de este Programa.
”La esencia del PIS es el envió de Brigadas Médicas hacia lugares remotos, de difícil acceso, donde no había presencia de médicos nacionales y a los que solo se les proporciona un dinero de bolsillo para las necesidades básicas”.
La Revolución Bolivariana en Venezuela da impulso a este programa y propicia la aparición de una modalidad más completa y avanzada de Programas Especiales que incluyen otras áreas dentro del país. Venezuela es el país que mayor cantidad de colaboradores cubanos tiene de manera sostenida, explica el artículo.
El desarrollo de los servicios médicos y de salud se reconoce como una prioridad nacional luego de la actualización del Modelo de Desarrollo Político y Social cubano en 2011. Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, en 2018 la economía cubana ingresó 6 400 millones de dólares de la exportación de servicios profesionales, la primera fuente de ingresos del país. Una parte –no especificada– corresponde a los servicios médicos.
En la actualidad, según la viceministra Cobas, existen tres modalidades de cooperación que también se utilizan frente a la pandemia de COVID-19: una, Cuba asume los gastos cuando se trata de naciones muy pobres; dos, los gastos se comparten con el país receptor de la colaboración; tres, la Isla recibe ingresos. Aunque no dio detalles de cuáles países se adscriben a cada modalidad.
El Dr. Carlos Pérez Díaz, al frente de la brigada cubana en Lombardía, dijo a la prensa local: “No hemos discutido ningún tipo de pago. Estamos aquí para colaborar, el gobierno italiano nos ha asegurado alojamiento y comida. Nuestra acción en esta región es puramente solidaria”.
Conflictos y preocupaciones
La Administración Trump ha puesto el perfil económico de la colaboración médica cubana en la agenda de críticas al gobierno de Miguel Díaz-Canel Bermúdez. A los tradicionales argumentos de que las brigadas sirven como diplomacia médica, vehículo de difusión ideológica y adoctrinamiento, incentivo de relaciones comerciales y venta de otros servicios, se suman las acusaciones de que los médicos son utilizados en régimen de sobreexplotación o “esclavitud”.
El pasado 23 de marzo, la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado expresó mediante un tuit que los países con personal médico cubano para enfrentar la COVID-19, debían examinar sus acuerdos y “poner fin a los abusos laborales”. El gobierno de Estados Unidos acusa a Cuba de ofrecer sus misiones médicas internacionales “solo para recuperar el dinero que perdió cuando los países dejaron de participar en el programa abusivo”, refiriéndose al cese de la colaboración médica en Brasil, Ecuador y Bolivia.
En noviembre de 2019 dos relatoras de las Naciones Unidas solicitaron al gobierno de Cuba información sobre presuntos abusos de derechos humanos sufridos por médicos cubanos cooperantes en el extranjero.
El gobierno cubano ha rechazado sistemáticamente estas acusaciones. Insiste en resaltar la actitud altruista de los colaboradores médicos que asisten a personas y grupos más desfavorecidos, en las peores condiciones de vida y en los lugares más apartados de los distintos países donde se desarrollan estas misiones.
En Cuba, ya con 1 235 casos confirmados, los médicos y el sistema de salud están en el centro de atención de la ciudadanía. Ante la alarmante situación, cuyas proporciones no son previsibles, cabe la pregunta de si será suficientes el personal especializado en el territorio nacional.
Según las últimas cifras publicadas por el Ministerio de Salud Pública, Cuba cuenta con 95 487 médicos, 85 732 enfermeros y 58 793 técnicos. Además, el país “prepara a más de 84 000 jóvenes en las escuelas de Ciencias Médicas y en julio deben graduarse más de 9 000 médicos”, afirmó Marcia Cobas en la Mesa Redonda. “Se realizó un análisis minucioso de los recursos humanos que el país necesitará para enfrentar la pandemia y garantizar la atención de calidad que merece el pueblo”, añadió.
José Ángel Portal Miranda, ministro de Salud Pública, explicó durante una videoconferencia que: “Cuba dispone de suficientes recursos humanos para colaborar con otras naciones”, y aclaró que las autoridades evalúan “a punta de lápiz” el envío de profesionales al exterior, con el propósito de no afectar el servicio nacional.