Desde su surgimiento en 1994, el mercado agropecuario cubano intenta satisfacer la demanda de productos agrícolas de la población con precios acordes con el salario promedio.
En aras de sustituir importaciones y de que los productores ganen en autonomía, el gobierno prioriza al sector, lo cual pudiese contribuir a disminuir los más de dos mil millones de dólares que el país gasta anualmente en la compra de alimentos.
Actualmente, los mercados agropecuarios se agrupan en varias categorías que difieren entre sí en cuanto a precio, calidad y abastecimiento. Los más comunes son los estatales (MAE), arrendados a cooperativas (MAC), del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) y de oferta y demanda (MAOD).
Los MAE tienen los precios más bajos, impuestos por la Empresa Provincial de Mercados Agropecuarios en dependencia de la época del año y la producción alcanzada; sin embargo, brindan una oferta limitada y escasa que no satisface la demanda.
Por otra parte, en el caso de los MAC la calidad del producto es mejor y el costo final depende de la vía de adquisición, o sea, si lo produce la misma cooperativa será más barato que si lo compran a otro productor.
En mayo pasado fueron aprobados el Decreto Ley No. 365 y su reglamento complementario, cuyo propósito es otorgar mayores facultades a las cooperativas agropecuarias, teniendo en cuenta su relevancia en la producción de alimentos en el país. Además, con este decreto, que entrará en vigor en un plazo de 180 días luego de su publicación oficial en la Gaceta, los propietarios y usufructuarios podrán poner los medios de su propiedad al servicio de personas naturales y jurídicas sin intermediación de entidad alguna.
En el otro lado de la balanza están los MAOD, los cuales sin lugar a dudas tienen la mejor calidad y variedad en la oferta. Sin embargo, como los precios están en dependencia de sus gastos, el costo final es demasiado caro para el trabajador promedio. Por ejemplo, una piña puede costar entre 20 y 25 pesos, cuando por el mismo dinero se pueden adquirir hasta 5 piñas en un MAE o del EJT.
Aun cuando pudiera pensarse que nadie compraría en estos establecimientos, la realidad es otra. Según el libro El mercado agropecuario de alimentos en la transición al Socialismo en Cuba, de Jaime García Ruiz y Víctor Figueroa Albelo, “en condiciones de una oferta limitada, esto es, cuando la demanda es superior, como regla rige el monopolio de los vendedores, [quienes] no se disputan el mercado pues tienen aseguradas sus ventas ya que conocen que las necesidades son altas y que los consumidores están obligados a comprar aun cuando el precio sea elevado”.