Ubicada al sureste de la bahía de La Habana, la Refinería “Ñico López” vierte residuales tóxicos en sus aguas y despide gas contaminante a la atmósfera.
Si bien ha cohabitado drásticamente con los residentes de Regla y Habana del Este, principalmente, reportes recientes de vecinos indican que los niveles diarios de contaminación se han incrementado.
“La refinería nos está envenenando. A partir del mediodía y hasta las seis de la tarde hay tremenda peste a gasolina. Los vecinos están mareados, los labios se me pelan, me arde la nariz, la garganta… No sé qué cosa es, pero nos están matando”, dice Katia Fernández, residente de Regla, uno de los municipios más industrializados del país.
Aunque la calidad del aire aún no se ve severamente afectada, la situación de estos municipios ha creado alarma en sus habitantes, ya que son asentamientos poblacionales con altos índices de enfermedades respiratorias y otras asociadas por lo general con la contaminación del aire.
Desde hace años, y por diferentes vías, la contaminación y la molestia que constituye la Refinería “Ñico López” se han denunciado, sin resultados notables.
La fundación de la “Ñico López” data de 1887, cuando comenzó la destilación de kerosina en la entonces finca Belot, donde la Shell construiría su refinería en 1952. Sin embargo, no es hasta 1960 que se nacionaliza por el Gobierno Revolucionario debido a que las compañías extranjeras Esso Standard Oil, Texaco y Shell se negaron a procesar el crudo procedente de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Las casas en los municipios colindantes continuaron edificándose muy cercanas a la refinería, por lo cual las Infecciones Respiratorias Agudas en estas localidades constituyen un severo problema, vinculado con la contaminación atmosférica que afecta esta zona. La salud, entonces, se ve amenazada no solo en los poblados cercanos, sino en los alrededores de la bahía de La Habana, conocido como Anillo del Puerto.
Claudia Mena, residente alejada de la Refinería, en Regla: “Está llegando una peste aquí a gasolina o a luz brillante […] [H]ay personas intoxicadas, con ataques de asma y a mí me están dando ataques de alergia. A mi madre, que es la que está en casa todo el tiempo, tuve que conseguirle una máscara porque el olor la marea. Llamé al CITMA, nunca me salió nadie, le mandé dos mensajes por la página de Facebook, no me respondieron”.
Orestes Hernández, vecino cercano a la refinería y Agente de Seguridad en el municipio Regla: “Hay veces que se siente un olor desagradable, pero el ruido no es tan molesto. Dura segundos y casi nunca es en horarios nocturnos porque enseguida se tramitan las quejas. Yo trabajé de inversionista y comercial en una empresa de mantenimiento a refinerías y ellos allí tienen plantas con una serie de desperfectos y fallos propios de una instalación con un equipamiento de más de 50 años, pero es la única vía que tiene el país de obtener determinados productos que necesita”.
Braidel Fernández, residente cercano a la fuente de contaminación, comenta que en ocasiones caen briznas de hollín, pero recientemente no ha sucedido –o al menos él no se ha percatado–. Además, comenta que “lo que más molesta es el olor, que por estos días se ha sentido cantidad. Ruido sí no hace, es nada más la contaminación esa que tira para arriba”.
Lázaro Aguilar trabaja y vive colindante con la refinería, en Regla: “Vivimos aquí hace mil años. Ahora no porque está apagada y eso es una casualidad, pero cuando eso está soltando un humo blanco que dicen que es amoníaco o azufre, se siente tremenda peste. Son dos chimeneas, una más gorda y otra que anda por ahí, que es más fina, y lo que suelta es candela. Eso es casi todos los días”.
A la izquierda,una mujer que reside a solo una cuadra de la refinería comenta que a principios de marzo “aquí había un olor que me tenía con tremenda alergia. Estamos muy cerca y nosotros quedamos bajos, no tenían que haber habitado esto aquí. Había que estudiar todos esos factores para poner viviendas al lado de industrias, ¿verdad o mentira?”. A la derecha, su vecina y enfermera de la Refinería “Ñico López” le explica que “cuando ponen la planta a funcionar, para que todos tengamos luz, el aire traslada el olor hacia acá. No hay ninguna tubería que venga hacia los vecinos, eso es incierto, es el aire contaminante. Porque, ponte a pensar, ¿cuántos años llevamos viviendo aquí? Nos hubiésemos muerto”.
Elda García, jubilada de 81 años, residente en el reparto Antonio Guiteras, municipio Habana del Este: “La llama casi siempre está directa para donde yo vivo. El olor es muy fuerte, yo soy alérgica desde chiquita y entonces cuando eso está alborotado –como yo digo– se me alborota mi nariz… Cuando el tornado, nosotros pensamos que había explotado un tanque de esos. Pasamos tremendo susto”.