El jueves por la tarde, en una carpa estatal en calle San Luis, Guanabacoa, cerca del semáforo, les repartieron a los damnificados cajitas con jamonada, congrí y col para el almuerzo. Gratis. Una mujer, dicen que de la Federación de Mujeres Cubanas, recorrió casa por casa y pregonó aquel almuerzo. El resto del día la carpa ha tenido en venta marquesitas, panes y arroz amarillo con embutido. Es la única carpa del lado de Guanabacoa. Es verde. Otra, blanca elegante, en el semáforo, está haciendo las funciones del Ditú que, según comentan, se llevó el tornado. En Regla, cerca del semáforo, hay una donde también venden panes y arroz moro con salchicha, refresco.
Marquesitas: 10 por 1 peso.
Pan con mortadella o con picadillo: 1 peso.
Pan con jamonada: 2 pesos.
Arroz con…: 5 pesos.
Refresco Coral: 1,40 pesos.
Las carpas tienen dentro cajas plásticas con la comida casi a la intemperie, el que despacha y los dos ayudantes. A las cinco de la tarde del jueves nadie compra allí. En la bodega detrás de la carpa de Regla hay arroz, jabón, etc., y está cerrada. Inventario, dicen. Hay gente que va y viene, que va y viene. Camiones, grúas, desvío del tráfico, policías. La calle es un desorden y yo acompaño a dos mujeres que andan tras cantos de sirenas. Cruzaron desde Guanabacoa porque alguien les dijo por teléfono que la UNICEF estaba repartiendo ropa y juguetes, que había que llevar el carné y la libreta de abastecimiento. Pasamos una hora dando vueltas. Cero UNICEF. Ellas regresan tristes. Regresan también con el sentimiento de que en algún lugar de sus conciencias siempre supieron que no había regalos o que, si los hubiera habido, por fatalidad pura, porque a ellas es difícil que les toque algo bueno, no iban a alcanzar. Las dos mujeres perdieron sus techos. Sus casas están en pie de milagro. Una tiene cuatro niños y la otra tiene dos. A Roselín, una de ellas, los que vinieron esta mañana a numerar los daños en su casa le preguntaron si tenía cash para pagar los materiales de la construcción.
A las siete oscurece y no hay comida. La gente todavía está comiendo lo descongelado de hace tres días que le quedó en los refrigeradores. Hay quienes comen en casas de vecinos. A las siete de la noche hay gente preguntando si en la carpa donde dieron almuerzo van a dar comida pero no hay comida. Lo que hay es lo que dice la tablilla, barato, y mucha gente sin dinero. Hay agua gracias a una pipa del Cotorro que vino esta mañana. Hay más limpieza por los vecinos y por una brigada del Cotorro que vino esta mañana. Ayer, cuando vinieron Yomil y El Dany, esto era una fiesta. Llegaron en sus carros por la tarde con una camioneta llena de cosas: agua, refrescos, latas con comida, galletas, mayonesa. Con ellos venían Alex Duvall y Diván, reguetoneros. La gente salió en turbas. Se hizo una fila y, familia por familia, en medio de los yo cogí y tú no y a ti no te toca, no sé qué, no sé cuánto, repartieron la camioneta entera. A las chiquillas les gustó más verlos. Chillaban y aplaudían y tenían espasmos de felicidad, sonrisitas nerviosas. Todo el mundo filmó con los teléfonos. Muchos se hicieron selfies. Los muchachos dijeron que ahora sí podían morir tranquilos. Los más viejos no tenían ni idea, pero total, a cualquiera que venga a traer ayuda en estos momentos se le agradece, seas tú, un ministro, un plomero o un cantante.
Geoffrey Rodríguez tiene un restaurante en Miami, el Porto Alegre Brazilian Grill & Bar, especializado en carnes. Viendo el desastre le dijo a su esposa que había que hacer algo. El miércoles montaron una carpa frente al restaurante. Organizaron la campaña vía redes sociales. En dos horas habían recogido 3 000 libras de ayuda (cualquier cosa, excepto agua y electrodomésticos). La tarde del jueves habían recogido lo suficiente como para llenar un camión de 26 pies. Geoffrey me cuenta esto por el móvil. Me dice que ya tiene una manera de entrar las cosas a Cuba. Que si sé de una iglesia que se pueda encargar de distribuirlas.
María de Lourdes Pomares, violinista, 24 años, está en Matanzas desde hace par de días con su banda, Ensemble Cantabile, impartiendo talleres de música barroca. Ella vive en Diez de Octubre. Pasó el tornado aovillada en un carro al que se le reventaron los cristales. Ella no tuvo daños. Llegó a Matanzas al día siguiente y, con los de Ensemble, ha recogido ropa, zapatos, juguetes, dinero, lo que sea. Su familia en Miami está haciendo lo mismo y quedó en enviarle lo que junten, personalmente. Este fin de semana, cuando llegue a La Habana, aunque ha escuchado rumores de tensiones al respecto, ella quiere salir con maletines, a repartir.
Celia Mendoza hace días que no duerme. Desde Estados Unidos se la pasa pendiente de cualquier reporte sobre daños, de alguien que necesite, por ejemplo, una medicina específica; reportes que le llegan de amigos suyos que están en La Habana, casa por casa, preguntando y haciéndole saber.
El martes Celia y Jeison, un amigo, empezaron una campaña de financiamiento colectivo en Facebook, “Ayuda [a] tu gente”, que ya el miércoles había superado los 20 000 dólares y que este jueves en la mañana había recaudado cerca de 41 000. Ese dinero irá directamente a familias afectadas. “Queremos hacer llegar un presupuesto a cada casa, en dependencia del problema que tenga, para que resuelvan”, dice Celia. “Estamos haciendo la campaña a corazón limpio, mandando mensajes, utilizando a nuestros amigos”.
Celia contacta artistas, les da direcciones de afectados, y logra que cada uno, de cierta forma, “adopte” una familia. Adoptar es donarles lo que puedan, mantenerse pendientes todo el tiempo hasta que levanten otra vez sus casas. Ella fue quien mandó a Yomil y El Dany a una casa equis en Guanabacoa, y a repartir después.
El jueves Celia tenía mucha gente –no solo artistas– dispuesta a “adoptar”.
En la iglesia de Jesús del Monte, el párroco recibe ayuda a través de Cáritas Habana y de la Conferencia de Religiosos de Cuba. Allí reparten desayunos, almuerzos y comidas para unas 150 personas. No preguntan en qué dios crees. No importa si crees. Cuando los visito tienen listadas 40 familias de Jesús del Monte y Santos Suárez que lo perdieron todo, pero la lista sigue creciendo. Piden que les donen ropa, agua, cobijas, alimentos, colchones. Reparten la ropa, el agua, las cobijas y los alimentos que les llegan. También velas. “Hay personas que vendieron las velas a 10 pesos y las latas de sardinas a 3 CUC”, me cuentan. Por eso hicieron una lista, “para garantizar que los que más necesitan reciban y que la gente no se aproveche”. Les preocupan los ancianos que viven solos y que necesitan ayuda. Les preocupan también los vecinos de la iglesia, que se quedaron sin nada, que duermen fuera y ya, de paso, cuidan también las donaciones que llegan.
En el número 57 de Mangos entra Athanai, el “blanco rapero”. El martes, cuando salió de Santos Suárez, pidió en su página de Facebook que los cubanos ayudaran, que hubiera “más acción y menos postureo”. En la casa de Mairelis, el número 57, que ya no tiene techo, Athanai reparte unos frijoles, unas latas de picadillo, espaguetis, jabón, desodorante. “¿Cuántos son ustedes?”, pregunta. Hay 7 personas, entre ellas cuatro adultos mayores y un bebé. “Aquí tienen dos panes”, les dice. Sabe que no alcanzan, pero necesitan seguir dándole a otra gente. “Vamos a estar viniendo por aquí a menudo”, promete. Regresa al día siguiente al barrio. “Ayer éramos cinco y hoy fuimos muchos más”, publica en su página de Facebook. Se retrata con niños. Dice que no se detendrá hasta verlos sonreír otra vez.
En este mismo barrio está Haydée Milanés. Antes fue Asiel Babastro, productor musical, y les avisó que la zona estaba mal, cuenta Haydée. Dice que eso “salió así de corazón”, que empezaron a llamarse entre amigos, a comprar cosas y salieron para Santos Suárez a ayudar personalmente. Jessi y Andy no son artistas. Vienen en un carro con ropa y aseo personal y llegan cuando se fueron los demás. Son amigos de Asiel.
Del Pabellón Cuba, sede de la Asociación Hermanos Saíz, sale un ómnibus con alrededor de 60 personas. Advierten que “hoy no es el día para hacer algo artístico”. Sacan escombros de Jesús del Monte y al día siguiente irán a otros barrios. En la EGREM, Ana Belén, especialista de marketing, dice que el equipo del Departamento de Comunicación lanzó la convocatoria y que han recibido ropas, zapatos, artículos para el hogar. Esta semana van a clasificar las donaciones y las entregarán a los presidentes de los Consejos Populares más afectados. “En el momento de la entrega queremos que los artistas asistan”, dice. El dinero que reciban se va a certificar ante una comisión y lo usarán para comprar toallas, sábanas, artículos de primera necesidad.
En el café CubaLibro, en El Vedado, recogen lo mismo que en otros lugares pero reparten diferente. Están trabajando con direcciones y nombres que han recibido a través de un grupo en Facebook llamado “Ayuda directa”. Como las listas que realizan los gobiernos locales de las afectaciones no son públicas, las personas crean sus propias listas y las comparten. Este es el primer desastre natural que ocurre después de que se implementaran los datos móviles. Dice Conner Gorry que el apoyo ha sido tan grande que extenderán al menos un día más la recogida.
Antes de llegar a Guanabacoa, Yomil y El Dany, etc., habían recorrido Diez de Octubre y habían hecho exactamente lo mismo: repartir. Pusieron dos camionetas frente al solar Otero, en el entronque de Mangos y Blanquizal, y la gente hizo un círculo alrededor. Tenían molotes de gente encima. Mucha bulla. Tanta como para que la policía se pusiera nerviosa y una funcionaria de la Unión de Jóvenes Comunistas llamara por teléfono pidiendo que “controlaran la situación”. “Aquí en Luyanó está El Micha repartiendo y tirando cosas”, reportó la funcionaria. “Micha, el reguetonero, que vino con dos camiones a hacerse el bárbaro”, insistió. Cinco minutos después, el gobierno local les pidió a los artistas que se bajaran. La policía les dio indicaciones para que se retiraran. Por eso llegaron a Guanabacoa con la camioneta llena.
Como La Moda vive en Diez de Octubre, Popy y La Moda compraron chucherías, se pusieron sus ropas extravagantes de Popy y La Moda y salieron a caminar Diez de Octubre, entre escombros. Ellos son reparteros. Hacen música sin recursos para gente sin recursos, así que los sigue mucha gente humilde. Gente joven. El jueves en la tarde, cuando salieron a caminar, también. A caminar repartiendo. “Tremenda tristeza ver eso así, destruido. Pero a la gente le dio mucha alegría que estuviéramos ahí”, me dice Popy.
Era, de cierta manera, gracioso. Había niños comiendo galleticas mientras cantaban con ellos “a mí no me llames si no tienes mony”. Y era, de cierta manera, admirable ver a La Moda, con esa manía de andar pulcro y de cuidarse la ropa, con una pala recogiendo escombros y tirando hacia un camión.