En medio del revuelo causado por Irma, y aún sin mucha información sobre sus efectos totales, a partir del martes 12 de septiembre fue evidente que las filas para comprar combustible se alargaban. En especial en las gasolineras ubicadas en el centro de la ciudad. Los choferes iban de un sitio a otro en busca de combustible: Infanta y San Rafael, G y 25, Zapata, 17 y L, 31 y 18.
En Cuba, cuando son notables las colas para acceder a un producto o servicio, se presupone la escasez. No es una idea gratuita. La experiencia y la necesidad han moldeado el imaginario colectivo de esta Isla. El recuerdo de lo vivido el pasado mes de abril de este mismo año solo animó la preocupación de los choferes: en esa fecha los envíos de derivados del petróleo desde Venezuela hacia Cuba habían disminuido y el efecto más evidente fue el desabastecimiento de combustible premium en las instalaciones que maneja la empresa Unión Cuba Petróleo (Cupet). Además, Irma afectó a casi todo el país y, en estos casos —también lo sabemos por experiencia—, es normal que los recursos disponibles se destinen hacia los sitios donde son más urgentes. Súmese a ello que, para ayudar en la recuperación de la capital cubana, llegaron brigadas de trabajo desde Artemisa y Pinar del Río: linieros y maquinaria para reparar las redes eléctricas, trabajadores de comunales para limpiar el desastre del huracán. Y por supuesto, con ese refuerzo, llegaron también más vehículos para abastecerse de combustible.
En medio de la crisis, como era de esperarse, surgió el rumor. Primero fue el elemental: hay escasez de combustible. Luego comenzó a enredarse: habían decidido priorizar los carros estatales que trabajaban en la recuperación; llegó a hablarse de una orientación directa del Partido Comunista para limitar la venta de combustible mientras se restablecía la situación en el país tras el paso de Irma. Para rematar, se sumaba a la ecuación el déficit de choferes para los camiones cisternas que abastecen las gasolineras.
En su evaluación de daños tras el paso de Irma, emitida este viernes en la Mesa Redonda, los funcionarios de Cupet no hicieron alusión al abastecimiento de combustible. La empresa mencionó, eso sí, los numerosos pozos de extracción dañados por el huracán en la costa norte. Pero el petróleo que se extrae en Cuba se dedica esencialmente a la producción de electricidad, pues se trata de un crudo muy pesado para su refinación.
Aún sin anuncios, las colas en las gasolineras persistían. Con escasez, o sin ella, algo sucedía.
En un recorrido por ocho gasolineras de la capital, Periodismo de Barrio constató que, entre jueves y viernes, las filas para el combustible eran largas y que no en todos los establecimientos había el producto. Al preguntarse a los vendedores, hubo distintas respuestas: en el garaje ubicado en 17 y L (Vedado) había combustible, pero una fase eléctrica caída no permitía el trabajo de las bombas expendedoras; en el establecimiento ubicado en Infanta y San Rafael (Centro Habana) ya se había agotado el que surtieran días antes; en Santiago de las Vegas tampoco quedaba.
El viernes al mediodía, en el servicentro de G y 25 las filas eran de casi una cuadra de largo, pero allí había todos los tipos de combustible que oferta Cupet en sus establecimientos. No había prioridades para nadie en el acceso al combustible: el turno para comprar lo dictaba el orden de llegada.
La administración del local confirmó que, al menos en G y 25, todo marchaba igual que antes del paso del huracán y no había ninguna orden de priorizar algún sector o de restringir la venta. Los choferes —sobre todo los estatales— compraban combustible como si fuera a acabarse en breve. Algo que no sucedería, pues hasta allí también estaban enviando el combustible que normalmente comercializaba el servicentro Riviera, ubicado en Paseo y Malecón y que había sido muy afectado por el huracán.
Entonces, la respuesta a las largas filas es, en efecto, Irma. No porque se haya llevado el combustible, sino porque dejó fuera de servicio a cuatro de los principales servicentros de la ciudad, tres de ellos ubicados a lo largo del Malecón de La Habana: Riviera (Paseo y Malecón), El Tángana (Línea y 13) y La Rampa (23 y Hospital). Así, con importantes centros fuera de funcionamiento, las restantes gasolineras de Cupet debían prestar servicio a un número mayor de usuarios en la capital: los habituales y los que habían llegado para ayudar en la recuperación.
Por lo tanto, en esta oportunidad no puede decirse que Cuba vuelve a sufrir una crisis de combustible como sucedió cinco meses atrás.