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En Imías, el 10 de octubre no fue un día de descanso para quienes laboraban en la recuperación (Foto: Julio Batista)

En Imías, el 10 de octubre no fue un día de descanso para quienes laboraban en la recuperación (Foto: Julio Batista)

Los tejados son la máxima prioridad para la gente en Baracoa (Foto: Julio Batista)

A pesar de los destrozos, la vida en Baracoa no se detiene (Foto: Julio Batista)

La tranquilidad de las tardes en Baracoa contrasta con el escenario de destrucción de la ciudad (Foto: Julio Batista)

Equipos pesados trabajaban en las cercanías del malecón de Baracoa para limpiar las montañas de escombros que Matthew dejó a su paso (Foto: Julio Batista)

En medio de los escombros, muchos buscaban algo de lo que Matthew les quitó (Foto: Julio Batista)

Tras el desastre, los vecinos de Baracoa intentaban reorganizar sus vidas (Foto: Julio Batista)

Desde casi todo el país llegaron brigadas de trabajadores eléctricos para trabajar en la recuperación de Baracoa (Foto: Julio Batista)

El huracán se ensañó con el último edificio del malecón de Baracoa, allí arrancó los balcones de un bocado (Foto: Julio Batista)

Una semana después del ciclón, la gente del malecón de Baracoa aún contabilizaba sus pérdidas (Foto: Julio Batista)

En las montañas que atraviesa La Farola los vientos dañaron casa y paisaje por igual (Foto: Julio Batista)

En medio de La Farola, el ciclón desapareció el techo de la escuela primaria Mártires de Cagüeybaje (Foto: Julio Batista)

Farola abajo, un aguatero hace el recorrido con su carga (Foto: Julio Batista)

En La Farola solo hubo algo más persistente que los vientos: su gente (Foto: Julio Batista)

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