Ciudad Jardín es un pintoresco llano ubicado a los pies de la Loma del Fraile (como se le conoce a la más empinada y alta elevación de Holguín). El barrio es famoso por la calidad del agua que consumen sus vecinos, que proviene de un manantial localizado en el mismísimo corazón de la popular y majestuosa colina. En el extremo sur de Ciudad Jardín nací yo hace casi cuatro décadas y viví hasta hace poco más de un lustro. “El pozo de casa tiene un agua tan buena como la del Fraile”, solía decir, orgullosa, mi madre.
Mientras crecía, le respondía a ella que quizás el agua era buena porque José Luis Camayd había traído el manantial del Fraile hasta nuestro patio. Mami reía y clamaba “ojalá”. La familia Camayd, excelentes y serviciales moros, vivían entonces frente a nuestra casa en Ciudad Jardín. José Luis era el chofer del camión que repartía el agua del Fraile, importante tarea que aún lleva a cabo en distintos barrios de la ciudad.
Como hoy, el esperado camión llegaba a cada vecindario haciéndose sentir con una campana, pero otrora, y quizás sea esto lo más interesante de la tradición, el agua se vendía por el módico precio de diez centavos en un botellón de cristal. José Luis y sus ayudantes entregaban el lleno de la transparente agua y se llevaban el vacío. Actualmente la tradición se mantiene, aunque con algunos cambios.
Escribiendo estas líneas vienen a mi memoria inolvidables recuerdos. Me parece estar viendo el jolgorio cuando se sentía el sonido de la campana y los vecinos salían de sus casas con el botellón vacío. Durante una de las más grandes sequías que afectó a Holguín, creo que mi familia fue privilegiada. Teníamos a José Luis cerca, y con él, el agua del Fraile que usábamos para beber, para cocinar y hasta para bañarnos. Bañarse con aquella agua era un verdadero lujo. Era como si ahora usáramos los botellones de Ciego Montero que venden en el mercado minorista.
El precio es el mismo, pero de aquellos grandes botellones solo queda el recuerdo. Es posible que en alguna que otra casa quede uno de estos recipientes. Hasta donde sé, la familia Lastre Abreu conserva uno, aunque a la señora Floralia le es difícil acceder al agua del Fraile. Aquellos grandes botellones fueron sustituidos por pomos plásticos en sus diferentes tamaños y formas.
En los tiempos de los botellones de cristal, a veces uno podía calmar la sed en La Tinajita por diez centavos. La Tinajita era una pequeña unidad gastronómica, ubicada en un lugar privilegiado, uno de los corredores frente al céntrico Parque “Calixto García”. Entre mis recuerdos de estudiante de la Secundaria Básica “José Martí”, ubicada a dos cuadras del “Calixto García”, tengo el de profesores y compañeros de clases que a la hora del receso preferíamos ir a La Tinajita, pues allí el agua siempre estaba fría y era del famoso manantial. También sé de muchos hogares del centro de la ciudad en que se bebía agua de La Tinajita. Con los años, este pequeño establecimiento desapareció. En Holguín, muchas personas añoran todavía un lugar como este, para saciar la sed en los calurosos veranos.
Hoy “el camión del Fraile”, como le llaman los holguineros, reparte la demandada agua en catorce puntos de la ciudad. Holguín se abastece además de agua potable por carretones con pipas tirados por caballos, y también por los aguadores, como se les conoce, personas de distintas edades, lo mismo jóvenes que mayores, quienes han construido unas carretillas con unos tanques y venden agua por varias partes de la ciudad. La cargan sobre todo de pozos tan mencionados como el de El Bosque y el de Piedra Blanca. El de El Bosque abastece a su vez a una buena cantidad de puntos en diferentes barrios. Sin embargo, sé de muchas personas que van hasta Ciudad Jardín a buscar la del Fraile. Hace algún tiempo ya, Ciudad Jardín dispone de acueducto; sin embargo, casi todo el vecindario sigue prefiriendo el agua del célebre manantial.