Es necesario decirlo sin rodeos: el barrio La Loma está dividido en dos bandos en pugna. Y probablemente sea así para siempre, si no se arreglan ya las cosas. Por tanto, tienen que aceptarlo: los vecinos de debajo de la loma no pueden ni deben ser amigos de los vecinos de encima de la loma.
Si por casualidad se cruzaran un vecino de arriba de la loma con otro de debajo de la loma, podrían revirarse ojos, murmurar entre labios, voltear con desdén la cabeza. Todo lo que pueda haber pasado en La Loma –dígase broncas, improperios, idas a las manos– ha sucedido por una sola razón: el agua.
Más de un delegado, representante de Gobierno, jefe cederista, ingeniero hidráulico o turbinero han pasado ya a visitar el barrio y la sentencia es la misma: mientras haya una sola tubería que abastezca de agua esa zona de la Playa de Baracoa, en la provincia de Artemisa, y de esa tubería se beneficien cada vez más personas que llegan nuevas y plantan sus casas, además de todas las vaquerías y fincas cercanas, sin contar los salideros que tiene la tubería y que no acaban de reparar, el agua seguirá siendo poca para todos. Para los de arriba de la loma, e incluso, para los de abajo.
Más de un delegado, representante de Gobierno, jefe cederista, ingeniero hidráulico o turbinero han pasado a calmar las broncas del barrio cuando alguien va e informa que “la cosa está fea”. La última vez que pasaron fue hace unas semanas, porque la gente de arriba de la loma no comprende por qué no les llega el agua, y la gente de debajo de la loma se cansa de explicarles que no les llega porque, infortunadamente, ellos viven allá arriba y gracias a Dios los otros –ellos mismos– viven allá abajo, que el agua sube en pendiente y le cuesta trabajo llegar con fuerza a la cima de la loma y es normal que, por gravedad y por beneficio geográfico, ellos tengan agua en las pilas de sus lavamanos, en las pilas de sus fregaderos, lavaderos, y en fin, jódanse ustedes.
La gente empieza a acalorarse, los de arriba responden que todo es mentira, que han puesto chapas en la tubería para retener el agua, para que toda se quede abajo y a ellos no les llegue.
A la pregunta de si esto es verdad, si ponen chapas en la tubería para quedarse con toda el agua, Adalberto Abimael Bringa Alemán –vecino que vive debajo de la loma y que ya está, según dice, harto de las peleas– ha respondido: “Bueno, no es menos cierto que han encontrado pedazos de escoba dentro de la tubería, cojines viejos, cosas que la gente pone para retener un poco el agua, pero ahora mismo no hay nada puesto y ellos –los de arriba de la loma– dicen que sí hay”.
—Es la supervivencia –me dice Ana Calzado, mulata, trasero inmenso, vecina de arriba de la loma.
Cuando no había tubería para abastecer el barrio, los habitantes de La Loma estuvieron cargando el agua por años en carretillas y tanques desde manantiales naturales, o pozos de otros vecinos que regalaban el agua, hasta que ellos mismos se agenciaron la tubería y la instalaron. “No fue el Gobierno, fuimos nosotros los que buscamos la tubería”, repiten más de una vez, con singular énfasis.
El problema del agua, dice Mario Jaime, cincuentón, vecino de los de debajo de la loma, podría resolverse si instalaran una turbina más grande, o quizás si se hicieran más pozos, y se acabarían las peleas. Adalberto Abimael, que está cerca en el momento en que entrevisto a Mario –ambos pueden estar cerca porque son de debajo de la loma–, me dice: “Tú puedes estar un día sin comer pero no puedes estar un día sin agua. Tú puedes pasar hambre, pero no sed”.
Por último, es válido decir, para ser justos, que hay ciertos vecinos –de arriba, de abajo– que pasan, y se saludan, muy formalmente se saludan.
Nadie debiera estar peleado por algo como esto. ¿O sí?
….CARLA ….MUY BUEN ARTÍCULO …TE FELICITO …..YO SOY Y ME CRIE EN ESTA ZONA …….CONOCIDA EN MIS TIEMPOS COMO LA LOMA DE CARUNCHO Y DE LOS CARDENACHES ….TE QUIERO !!!
Hasta cuando seguirán en Baracoa los problemas del agua yo creo que dese que tengo uso de razón las personas de mi pueblo viven peleándose por este tema.