Eres una persona procedente de un humilde barrio que casi no aparece en el mapa y como sabemos tu proyecto se centra en las comunidades. ¿Qué ha aportado Campo Florido a la creación de este proyecto?
Campo Florido es una actitud ante la vida. Y mi relación con este sitio es compleja. Yo nací en el Caserío de Guanabo, que es una zona intermedia. No llega a estar en el pueblo de Campo Florido y tampoco está en Guanabo. Mi identidad se construyó con un poco de ambas partes. La farmacia estaba en un sitio, mi escuela primaria en otro.
Pero nadie imagina las diferencias sociales que hay entre estos dos espacios. Cuando tenía 8 o 9 años fui consciente de que estaba en el medio de dos mundos absolutamente diferentes. Guanabo empezaba a ser una atracción turística que mejoró notablemente la vida de sus habitantes en los ´90, mientras Campo Florido seguía siendo un pueblito rural. Yo vivía en una finca, sin número de domicilio, en el kilómetro 3 y medio.
Durante la primaria y la secundaria siempre fui la niña que vivía lejos. Esto solo empeoró cuando empecé el preuniversitario en la Lenin y conocí gente que vivía en el Vedado, en Miramar, en Centro Habana, la Habana Vieja. Pasé a ser la adolescente que vivía lejísimo. Mi vida universitaria terminaba a las seis de la tarde. La última guagua a mi casa salía a las 10 y media de la noche de Guanabo. Si me quedaba para una peña o cualquier actividad fuera del horario docente, no podía llegar en tiempo y debía dormir en la parada de Guanabo hasta la 1:10 de la mañana, cuando pasaba la otra guagua.
Durante 22 años odié el lugar donde había nacido.
Hasta que inicié mi blog en 2008. Cuando mis primeros posts comenzaron a tener visibilidad recibí muchos ataques. Varias personas decían que yo criticaba públicamente la realidad cubana porque “era hija de un General y vivía en Miramar”. Estas acusaciones me dolían mucho, me parecían injustas e infundadas. Entonces comprendí que uno no le puede exigir al otro confianza si no es capaz de dar lo mismo a cambio. Y así, durante siete años, he ido liberando poco a poco cada uno de mis demonios en ese espacio y he intentado explicar que yo, como todos, somos el resultado de la mezcla de muchas personas y situaciones y lugares.
A eso me refiero cuando te digo que Campo Florido es una actitud ante la vida. Es una manera de acercarse a las realidades desde una perspectiva humilde, respetuosa, balanceada, sin altanerías o sentimientos de extrañamiento, sin poses intelectualoides, sin academicismos innecesarios, pero con dolor. Tiene que importarte, Sandra. Tiene que importarte realmente lo que estás escribiendo. Y se te tiene que ir la vida en ello. Esa sensación me la regaló Campo Florido.
Con PB te propones repensar el papel de la prensa, ¿tendría cabida en ese cambio o renovación el Periodismo ciudadano?
Periodismo de Barrio es un proyecto que no se propone renovar el papel de la prensa, sino intentar devolverle la vocación de servicio público a la práctica de la profesión en Cuba. En este sentido, el proyecto apostará por el periodismo y punto. Sin apellidos. Y la ciudadanía es una parte esencial de ese periodismo. Así que incluiremos contenido producido por personas no graduadas de Periodismo. Abriremos la agenda, las formas de financiamiento, los procesos de toma de decisiones. Periodismo de Barrio será el portal de la casa de las comunidades vulnerables. El sitio donde llegas, te sientas y conversas sin pedir permiso.
Este proyecto hubiera sido imposible hace un año. El inicio de la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos cierra un contexto de plaza sitiada donde cualquier intento de desafío de las normas e instituciones establecidas era considerado un síntoma de desunión. Los gobiernos de Cuba y Estados Unidos han lanzado varias señales de respeto y tolerancia.
Al mismo tiempo, Cuba va a atravesar en los próximos años por tres momentos cruciales: la promulgación próximamente de una nueva ley de comunicación, que incluirá el trabajo de los medios de prensa; la reforma de la ley de asociaciones de 1985, de carácter restrictivo y obsoleto y que frena y entorpece la libre asociación entre los ciudadanos, y, por último, la posibilidad de una reforma constitucional, cuyo artículo 53 señala que “la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo trabajador y del interés de la sociedad”.
Periodismo de Barrio nace también para impulsar una conversación sobre estos tres temas. ¿Puede un medio gestionado por el sector no estatal “estar al servicio del pueblo trabajador” como dice el artículo 53? ¿Puede un medio encontrar un modelo de financiamiento que garantice el bienestar de sus trabajadores e incremente la calidad de sus productos a partir de la solicitud de fondos a entidades privadas e individuos que quieran apoyarlo tal y como sucede con otras organizaciones en Cuba u otros medios ciudadanos en el resto del mundo? ¿Cómo podrían flexibilizarse las formas de asociación actualmente existentes de manera tal que estas organizaciones puedan registrarse legalmente en Cuba y evitar su registro en terceros países?
Estas preguntas, hace apenas un año, podrían sonar alarmantes para muchas personas. Hoy son urgentes si queremos avanzar hacia un modelo de comunicación inclusivo donde convivan medios estatales, extranjeros y otros realizados desde la isla y donde toda la ciudadanía cubana, independientemente de su lugar de residencia, tenga los mismos derechos. Por ejemplo, los empresarios cubanos residentes en el exterior no deberían tener más privilegios para abrir una corresponsalía en La Habana que aquellos que residen en la isla.
A veces tengo la impresión de que en Cuba debemos a aprender a consumir “noticias no felices”, como puede ser vidas desoladas por un huracán o la paupérrimas condiciones de las personas ilegales en La Habana, por solo mencionar dos ejemplos. ¿Has pensado cómo hacer llegar noticias de este tipo que contribuyan al bien de la gente y no a alimentar el voyeurismo?
Te voy a responder esta pregunta con un ejemplo. Un ejemplo de cómo cubriría Periodismo de Barrio estas realidades sumamente complejas que no comienzan ni terminan con lluvias, sequías o huracanes.
Cuando abrimos nuestra convocatoria de trabajo, un periodista compartió la siguiente historia en su solicitud:
“Los fallecidos [por las lluvias del 29 de abril] fueron a escasos metros del lugar donde resido. Días después de esas horas infernales, entre el ajetreo de colchones nuevos hacia adentro y mojados en el sentido contrario, seguían los escombros y la basura obstruyendo cada tragante del barrio. En la televisión, el Centro de Pronósticos emitía avisos especiales sobre agua que debía caer en demasía, y mis vecinos tomaron las palas y hasta sus manos, cansados de esperar y asustados, sí, porque el recuerdo cercano pasó del susto al miedo con una rapidez espantosa”.
La historia que hubiéramos intentado contar en Periodismo de Barrio es la de esa comunidad que se sobrepone a la muerte de uno de los suyos, y toma las palas para solucionar la obstrucción de los tragantes. El mayor tributo que se le puede rendir a esos cubanos que murieron el 29 de abril, no es regodearnos en los detalles sórdidos de su fallecimiento; sino asegurarnos de que no vuelva a ocurrir. Ese momento en que toda una comunidad se une para sobrevivir, porque saben que el resultado depende de todos, es el tipo de relato al que hará justicia Periodismo de Barrio.
En las “Cincos razones para trabajar en PB” dices: “tendrás el suficiente sentido común como para determinar cuando los fondos exceden tus necesidades y estos pueden ser redistruibuidos para ayudar a solucionar los problemas locales”. Eso me hace pensar que además de hacer un periodismo de barrio, también estamos hablando de un periodismo más humano. ¿Algo que decir al respecto?
Es sencillo, Periodismo de Barrio apuesta por una comunicación que toma partido. Recuerdo que en una clase en MIT este semestre discutíamos sobre el llamado “advocacy journalism” y algunos estaban en desacuerdo con esta forma de hacer periodismo porque no era objetiva. Yo intentaba explicarle al profesor que la objetividad – más allá de ser técnicamente imposible – era un lujo que yo no podía darme en Cuba. Tomar partido es una obligación e implica, también, renunciar a beneficios propios para incrementar los beneficios de otros.
Yo creo – y se me va también la vida en ello – que el periodismo puede contribuir notablemente al mejoramiento de las sociedades. Y no precisamente en su función de espejo, o de denuncia, o de termómetro, sino en la medida en que los periodistas deciden tomar acciones puntuales para transformar esas realidades que cuentan. Periodismo de Barrio está naciendo con mis ahorros de la beca que obtuve por la Fundación Nieman de Periodismo de la Universidad de Harvard, pero se va a sustentar en donaciones de instituciones e individuos. Uno de los principios de las organizaciones sin fines de lucro está dado por la redistribución de los excedentes en obras de beneficio social y vamos a ser fiel a ello.
Si tuvieras que definir a PB en tres palabras para que alguien se decidiera a trabajar en él, ¿cuáles serían esos vocablos?
Transparencia, transparencia y transparencia.